A escasos días de que comience la campaña electoral para el 21-A, el pescado parece ya totalmente vendido. Aún faltaría saber si la victoria caería, una vez más, del lado del PNV; o si EH Bildu lograría erigirse como la opción más votada entre la ciudadanía vasca -o por lo menos la fuerza con más escaños-, pero en lo que a los acuerdos postelectorales se refiere, la emoción es considerablemente escasa.
Y esto, precisamente, se deja notar entre la ciudadanía vasca. La última edición del CIS referida a las elecciones del 21 de abril daba cuenta de que un 57,6% de la población de Euskadi tenía “poco o ningún” interés sobre estos comicios. Un porcentaje que aumenta hasta el 61% en el estudio que el pasado miércoles publicó el Gobierno vasco en su segundo Sociómetro sobre la intención de voto en Euskadi.
Con PNV y Bildu disputándose la primera plaza y la posibilidad de un Gobierno monocolor completamente descartada, la cuestión ahora está en quién pactará con quién. La lógica mira hacia un nuevo acuerdo PNV-PSE y los jeltzales apuestan por revalidar esta coalición; pero los socialistas vascos, con Eneko Andueza al frente, tratan de desviar la atención sobre este tema para evitar que se vea a su cabeza de lista como un mero candidato a vicelehendari.
Mientras, en la orilla de la izquierda abertzale, Pello Otxandiano insiste en que debe ser la lista más votada la que acabe gobernando en Euskadi. Una propuesta que no parece haber convencido al resto de formaciones políticas, y a la que se suma también la idea de un pacto entre jeltzales y soberanistas que aunara una mayoría absoluta nunca antes vista en el Parlamento vasco.
Esta opción, la de un acuerdo PNV-Bildu, fue, con un 22%, la favorita entre la ciudadanía vasca según la encuesta de EiTB Focus publicada la semana pasada. Pero en el PNV no casan con esta idea y están todavía centrados en mantener y mejorar la relación con el Partido Socialista. Una 'amistad' por la que ha apostado el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que ve a los jeltzales como "un socio estratégico" por encima de EH Bildu, pese a que dependa de ambas formaciones políticas para afianzar su puesto en la Moncloa.
Apoyo 'incondicional' en Madrid
Parte de esta batalla que se juega en Euskadi tendrá su réplica en Madrid. Allí, en el Congreso de los Diputados, la mayoría del Partido Socialista depende de su relación con los partidos soberanistas e independentistas. Entre ellos PNV y EH Bildu que con sus 5 y 6 escaños respectivamente mantienen viva una legislatura que en solo seis meses ya se ha encontrado con grandes baches.
El resultado de las autonómicas del 21-A podría tener graves consecuencias en el devenir de esta legislatura ya que el PSE-EE en Euskadi tendrá la llave de la gobernabilidad y se verá obligado a tomar una decisión entre mantener su actual relación con los jeltzales u optar por un cambio radical y ponerse al servicio de la izquierda abertzale. Pase lo que pase una de las dos formaciones saldrá perjudica y sin opción de conformar un Gobierno. La otra, por su parte, saldrá impulsada hacia una nueva legislatura.
Aún así, este martes Otxandiano, insistió en que Bildu, no "condicionará" lo que vaya a suceder tras las elecciones vascas por las alianzas en el Estado. Según confirmó el candidato abertzale ante los medios de comunicación, el Bildu "ya ha dicho lo que va a hacer al día siguiente de las elecciones, si es que las gana, y también la política de alianzas que propondrá" si es posible establecer un cambio real tanto en Euskadi como en el conjunto del Estado.
Según Otxandiano, "la gente tiene absoluta seguridad de que vamos a cumplir lo que estamos diciendo, porque somos gente fiable", ha insistido el candidato de EH Bildu, para quien "el oobjetivo principal de su formación en el Estado "ha sido "cerrar la puerta a un gobierno de PP y Vox".