Hace poco menos de cuatro años, las elecciones autonómicas vascas del 12 de julio de 2020 se desarrollaron en un contexto nunca antes visto. La pandemia por el Covid-19 había obligado a retrasar unos comicios que estaban originalmente programados para el mes de abril, pero la situación sanitaria hizo imposible salir a votar. Tres meses después, la ciudadanía vasca fue llamada a las urnas, pero solo un 50,78% acudió. Haciendo de aquellas elecciones las menos representativas de la historia con un 49,22% de abstención.
En aquellas elecciones el PNV logró una ventaja abismal respecto a la segunda fuerza, EH Bildu, con diez escaños y 100.000 votos más que la izquierda abertzale. Sin embargo, en esta nueva ocasión, con Bildu mucho más fuerte en las encuestas, los jeltzales en horas bajas -erosionados por 12 años de gobierno-, y una diferencia mínima entre ambas formaciones, la participación en las autonómicas del próximo 21 de abril podría condicionar por completo los resultados de estos comicios.
Se trata, según las muchas encuestas publicadas en las últimas semanas, de las elecciones vascas más ajustadas de los últimos 40 años. Con el Partido Nacionalista Vasco cerca de perder su hegemonía política. Algo de lo que son más que conscientes en el EBB, cuyo presidente, Andoni Ortuzar, asoció el futuro resultado de las autonómicas a la participación.
Según explicó el pasado martes en una entrevista para Onda Cero la participación jugará una "clave fundamental" en estas elecciones. Aunque casi con total seguridad volverá a ser protagonista. De igual forma que lo fue en las municipales y forales del 28-M donde el porcentaje de abstención fue mayor que el de cualquier partido político.
A juicio de Ortuzar, si la participación alcanza o supera el 65%, el PNV logrará "un buen resultado", y de ahí "saldrá un Gobierno muy legítimo", impulsado por los jeltzales. Mientras que si la participación vuelve a rondar solo el 50% o "se queda más cerca del 60%", la formación más beneficiada será EH Bildu, cuya militancia históricamente ha estado más movilizada.
Un 54% menos de voto por correo
La otra incógnita está en el papel que tendrá el voto por correo en estas elecciones. Hace cuatro años, la situación desatada por la pandemia tuvo a la sociedad encerrada durante semanas, y una vez superado aquel escenario buena parte de la ciudadanía continuaba siendo reacia a participar en eventos con grandes aglomeraciones.
Esto, sumado a la fecha de aquella cita electora, el 12 de julio de 2020, hizo que el voto por correo se dispara hasta las 125.263 solicitudes. Una diferencia abismal respecto a las 52.188 presentadas de las elecciones autonómicas del 25 de septiembre de 2016. Aquel año, en 2016, la abstención fue del 39,98%, y todo parece indicar que en estos comicios la situación será muy parecida.
Ahora, con la pandemia ya superada y con plena primavera, el voto por correo se ha reducido en un 54% y se han registrado 57.726 solicitudes. La inmensa mayoría de estas, 51.244, se han presentado de forma presencial en la red de oficinas postales y 6.482 de forma telemática a través de la web de Correos.
Todo esto parece pronosticar que en los comicios del próximo 21 de abril la situación sea bastante parecida a la de 2016. Pero el PNV, en un esfuerzo por aguantar el arreón de EH Bildu está buscando un efecto similar al de 2012. Año en el que los jeltzales, con el lehendakari Iñigo Urkullu, recuperaron Ajuria Enea tras el Gobierno socialista de Patxi López y en el que la participación alcanzó el 65,83%.
Ortuzar, igual que el candidato del PNV, Imanol Pradales, buscan movilizar a su electorado de la misma forma que lo hicieron hace 12 años. Sin embargo, la duda sobrevuelta todavía estas autonómicas en donde, según el CIS más reciente, un 30,1% de la ciudadanía no ha decidido todavía qué hará el 21-A.