La campaña electoral que termina este viernes ha sido ante todo paradójica. Cuanto más hablaban los políticos de las preocupaciones reales de los ciudadanos (Osakidetza, vivienda, economía), menos gente afirmaba sentirse concernida o interesada en la cita con las urnas. Decíamos en los medios que la carrera electoral estaba siendo aburrida, con la gabarra eclipsando el debate, pero esta segunda semana se ha puesto más intensa que nunca.

Algunos denunciábamos con pesar que no se hablaba sobre la memoria del terrorismo y de pronto este tema se convertía en el eje central de la discusión pública, con tres días sin que se haya hablado de otra cosa. El Gobierno central, con su presidente, Pedro Sánchez, incluido, arremetía contra los abertzales por su actitud en esta materia cuando son sus socios en el Congreso de los Diputados -algunos siempre hemos defendido que Bildu se lleva mejor con el PSOE que con el PSE-. 

Este jueves, en el colmo de todas las paradojas, el candidato de EH Bildu, Pello Otxandiano, pedía perdón por no hacer algo al mismo tiempo que seguía sin hacerlo (llamar "terrorista" a la banda y condenarla), se quejaba de la utilización electoral de la cuestión a la vez que presumía de llevar en sus listas a amenazados por ETA y pedía sacar de la campaña este tema mientras prometía que la coalición abertzale seguirá dando pasos después del 21-A. 

Y otra paradoja es que nadie, absolutamente nadie, ni siquiera Arnaldo Otegi ha hablado de los presos de ETA. Y tampoco ni un solo representante público ha reclamado la independencia de Euskadi

Es evidente que la principal razón de estas dos ausencias está en el cambio de look de Bildu. Cambio que, como está quedando acreditado, es más estético que ético. En la coalición abertzale nunca han escondido que desean con fervor la libertad de los reclusos etarras y la independencia pero no lo dicen estos días porque les puede restar apoyos. Así, su líder carismático, que paradójicamente no es Otxandiano, remarca una y otra vez su perfil de "única izquierda que suma". 

Los ejemplos paradójicos son inacabables. Bildu quiere sustituir al PNV pero cada vez se le parece más -en propuestas y en vestimenta- y hasta propone gobernar juntos. PNV y PSE se pelean más que nunca cuando llevan años coaligados y lo más probable es que sigan así. Los peneuvistas parecen más desgastados que nunca por sus errores de gestión cuando han llevado a Euskadi a las cotas más altas de bienestar de toda España. Se decía que Iñigo Urkullu podía estar molesto por ser apartado pero cada vez está más implicado en empujar a Imanol Pradales

Como contamos en el promedio que hoy publicamos, casi todas las encuestas otorgan la victoria a la coalición abertzale aunque muchas dicen que tendrán más votos los jeltzales (cosas del sistema electoral). Claro que esos sondeos, como marca la ley, son anteriores a todo lo sucedido en estos últimos días tan intensos. Algunos, incluso, creemos (o creíamos) que la gran ganadora en las urnas, o, mejor dicho, fuera de ellas podría ser la abstención...

Y, por si todo lo anterior fuera poco, resulta que de estas elecciones va a salir el Parlamento vasco más nacionalista de la historia cuando el apoyo a la independencia está en mínimos históricos.

Paradojas, todas ellas, que como siempre resolverán los votantes más paradójicos, que son los indecisos.