Se cumplen tres años de la inauguración del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo de Vitoria. El 1 de junio de 2021 abría sus puertas —con la presencia del rey Felipe VI y Pedro Sánchez, entre otros— este espacio museístico con el objetivo de "preservar y difundir los valores democráticos y éticos que encarnan las víctimas del terrorismo, construir la memoria colectiva de las víctimas y concienciar al conjunto de la población para la defensa de la libertad y de los derechos humanos y contra el terrorismo".
A lo largo de este tiempo, han pasado, aproximadamente, una media de 30.000 personas al año por el Centro Memorial, más de la mitad del propio País Vasco y Navarra. También se han exhibido numerosas exposiciones, tanto permanentes como temporales. Tras estos tres primeros años, desde el Centro Memorial, hacen un balance "muy bueno". "En realidad nosotros llevamos trabajando desde 2016, con lo cual yo creo que fue muy importante que antes de abrir un museo, ya existiese como centro de recursos. Esto nos permitió poner en marcha este centro para todo el mundo", explica Raúl López Romo, historiador y responsable del Área de Educación y Exposición del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
Un espacio que, asegura López Romo, ha ayudado a "fomentar el debate" de un tema, el del terrorismo, que "sigue siendo tabú en nuestra sociedad". "Quedan cosas por hacer a nivel general y particular, pero eso es lo que da sentido a nuestra existencia, fundamentalmente por el hecho de que todavía sigue pendiente la deslegitimación del terrorismo entre el sector sociopolítico que en su momento lo apoyó", sostiene.
La educación, un "eje estratégico"
Cada persona que ha pasado por este espacio extrae un aprendizaje. "Les ofrecemos un cuestionario después de la visita y el feedback es positivo", explica el historiador. Los visitantes "se van con un mezcla de emociones, empatía con las víctimas y con más información". Lo que más suele impactarles —señala— es la reproducción del zulo de Ortega Lara, los testimonios de las familias y las piezas de las víctimas que las familias han donado como el monopatín de Ignacio Echeverría o la batería de Miguel Ángel Blanco. "Les llama la atención porque son piezas con mucha carga emocional, pero las familias comprenden que son objetos que contribuyen a la concienciación y prefieren que estén a la vista de todo el mundo".
Por el Centro Memorial han pasado también numerosos centros educativos, pues es fundamental que los más jóvenes conozcan lo ocurrido. "Los jóvenes son una hoja en blanco, tienen ganas de saber y vienen con menos prejuicios que otras generaciones, en parte también por desconocimiento". Gracias a que el Centro Memorial es cada vez más conocido, son cada vez más los colegios que acuden. Tanto es así que, desde sus comienzos, casi se ha triplicado el número de estudiantes. Sin embargo, queda camino por recorrer ya que, como explica López Romo, "si esto es un tema tabú en la sociedad, en el mundo educativo también" y, en muchas escuelas, aún no se habla del terrorismo de ETA. Además de la visita al museo, también realizan algún taller o participan en un coloquio con una víctima o con algún historiador del propio Memorial. "En los coloquios vemos preguntas que se repiten. Les llama la atención que no se hayan vengado, la cuestión del perdón y que las víctimas no sean partidarias de la pena de muerte".
Por eso, de cara al futuro, cree que hay que impulsar el "eje estratégico" de la educación y, por tanto, es necesario potenciar las visitas escolares, así como los proyectos en colaboración con las asociaciones y fundaciones de víctimas que "se dedican a una educación en valores y por la paz", como la Fundación Fernando Buesa o la Fundación Miguel Ángel Blanco, entre otras. "Creo que también queda pendiente un análisis sobre lo eficaz que son los testimonios, de qué manera contribuyen a cambiar. Nosotros intuimos que son positivos, pero vamos a intentar saber exactamente de qué manera contribuyen a que la gente esté totalmente en contra del terrorismo y sienta empatía con las víctimas", precisa.
Desde el 11-M hasta ETA
A lo largo de estos tres años, este espacio ha contado con gran cantidad de exposiciones. Desde la dedicada a los 20 años del 11-M o a Joxeba Pagazaurtundua, pasando por la reacción de la sociedad vasca ante el terrorismo, los altares improvisados contra el terrorismo o el horror de Auschwitz.
Raúl López Romo destaca dos de ellas. 'Pegatinas del odio', más de 600 pegatinas vinculadas a organizaciones extremistas y violentas, la mayoría de ETA y su entorno. "Básicamente para mostrarles al natural, esto es lo que hacían y lo que defendían. A veces, para deslegitimarlos, lo mejor es mostrarlos tal como eran". Por otra parte, resalta la exposición dedicada a Conrado Martínez, vendedor de material para estudiar euskera al que confundieron con un policía y ETA asesinó junto a sus dos compañeros. "Conrado pintaba en su tiempo libre y nunca pudo exponer en vida así que, casi 40 años después, le hicimos una muestra con más de una treintena de cuadros y fotografías".
En verano, dedicarán una muestra por el 50 aniversario de la masacre de ETA en la cafetería Rolando de Madrid, la que fue, hasta el atentado de Hipercor, la mayor masacre de la banda terrorista con 13 víctimas mortales.