Sociedad

Fernando Buesa, el atentado que partió Euskadi

El portavoz de los socialistas vascos fue asesinado por ETA en el campus de la universidad de Vitoria por la explosión de una furgoneta bomba

21 febrero, 2021 05:00

Solo quedaban tres días para que la campaña electoral de las elecciones generales del 12 de marzo arrancara. Era un 22 de febrero del año 2000. Los miembros de ETA, Asier Carrera y Luis Mariñelarena, cumpliendo las órdenes de Xabier García Gaztelu, alias Txapote, colocaron 20 kilos de explosivos en una furgoneta que aparcaron en el campus universitario de Vitoria. La dejaron, se apartaron y se escondieron sin quitarle el ojo al vehículo. A eso de las cuatro y media de la tarde, el portavoz de los socialistas vascos en el Parlamento de Euskadi, Fernando Buesa, y su escolta, Jorge Díez Elorza, pasaron por ese lugar y fue en ese momento cuando los etarras apretaron el botón que accionó los explosivos y el vehículo estalló. Ambos perdieron la vida. 

En aquellos años, Buesa, que había sido vicepresidente del Gobierno vasco, ya estaba considerado como uno de los dirigentes más críticos con la banda terrorista y con su brazo político, Herri Batasuna. Recibió amenazas por parte de la banda terrorista durante toda la década de los 90 pero no fue hasta un par de meses antes de su asesinato que el Gobierno vasco le asignó un escolta. 

Buesa era el líder de una de las culturas políticas principales del País Vasco, portavoz de la oposición en el momento de su asesinato, fue vicelehendakari y diputado general de Álava. “Ya solo con eso tenía los “honores” suficientes para ser lo que ellos consideraban un “terrorismo de calidad”. Además, era una persona muy conocida en el sitio más crítico de Euskadi en ese momento, Álava, que amenazaba con escaparse del corralito”, cuenta Antonio Rivera, historiador y uno de los autores del libro ‘Fernando Buesa, una biografía política’.

Explosión del coche bomba que mató a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, en Vitoria, el 22 de febrero de 2000 /EFE

Explosión del coche bomba que mató a Fernando Buesa y a su escolta, Jorge Díez Elorza, en Vitoria, el 22 de febrero de 2000 /EFE

Enemigos dentro del nacionalismo

Este historiador explica cómo la acción terrorista de aquellos años consistía en matar sistemáticamente al que pensaba de manera distinta y aterrorizar al contexto social para presionar al Estado y a los gobiernos. El terrorismo de estos años tuvo una característica más y es que fue ubícuo. Hicieron una selección de lo que ellos llamaban “malos vascos”, pero lo que ocurría es que dicha selección ocupaba casi al conjunto social por completo. Esta violencia comenzó en una relación en la que un grupo reducido de gente, activista, actuaba contra otro pequeño grupo donde estaban los representantes por excelencia del Estado, en aquellos años franquistas, que eran militares, guardias civiles y policías. 

Con la llegada de la democracia, el pequeño grupo “activista” empieza a crecer, pero frente a ellos sigue estando el mismo colectivo. Hasta que empiezan a sumarse a esa lista de blancos, los llamados “malos vascos”. “El nacionalismo acaba encontrando a los enemigos dentro. Ocurre que, progresivamente, la galaxia de quienes pueden convertirse en hipotéticas víctimas se va abriendo de tal forma que se da una inversión. El blanco cada vez es más extenso y los que disparan cada vez son más reducidos”, explica Rivera. 

Lo que va cambiando también son los mecanismos de empatía y de identificación social, que se invierten. Primero había una mayoría social que se sentía más identificada con la injusticia de la persecución. En cambio, en la medida que esas actuaciones violentas van acercándose a más colectivos sociales, la gente interpreta que son a los que pertenecen y esto se va invirtiendo.

Los “magnicidios”

Durante los primeros años del siglo XXI, hay un alto volumen de “magnicidios”, asesinatos de personajes de gran repercusión como políticos, jueces, periodistas etc. El terrorismo se proyecta más y se combina también con la “kale borroka” lo que genera mucho temor social por la sensación de que el terrorismo estaba en todas partes. Este fue el momento en el que la gente comienza a echarse más a la calle. 

El punto de inflexión que demostró este cambio de actitud en la sociedad fue, a nivel de España, el asesinato de Miguel Angel Blanco. Sin embargo, también lo hubo en Gipuzkoa con el de Gregorio Ordoñez, en el mundo de los empresarios con el de José María Korta, en las universidades con Tomás y Valiente y en Álava lo fue con Fernando Buesa. 

“Todos los que somos de Vitoria, hablamos de un antes y un después con el asesinato de Fernando. Fue un mazazo socialmente. Había un ambiente de opresión total, todo el mundo se sentía concernido”, apunta Eduardo Mateo, también coautor del libro. El asesinato del portavoz socialista tuvo una dimensión muy local y dejó al los vecinos de la capital con la sensación de que les “habían robado algo y con qué derecho lo hacían”.

Fernando Buesa en el Parlamento

Fernando Buesa en el Parlamento

Antítesis del Acuerdo de Estella del 98

El 12 de septiembre de 1998 se suscribió el acuerdo que supuso un antes y un después en el panorama político vasco que abrió una profunda herida entre nacionalistas y constitucionalistas. PNV, EA e Izquierda Unida firmaron un acuerdo con Herri Batasuna en el que se proponía una negociación sin límites ni condiciones y un cese permanente de toda las expresiones de violencia. La banda terrorista decretó una tregua indefinida de catorce meses

Buesa se convirtió en la antítesis del nacionalismo de ese acuerdo y fue la persona que más se opuso a él. Los últimos discursos que pronunció anteriores a su asesinato fueron muy duros con el Gobierno vasco por su actitud frente al pacto, frente a EA y frente a la ruptura de la tregua por parte de ETA:

"En aquel pleno de noviembre les propusimos asumir una posición más exigente, la que el propio lehendakari había propuesto en el debate de política general del día 24 de septiembre de 1.999, cuando refiriéndose a la violencia callejera dijo: "Es una práctica contraria a los derechos humanos".

Pero Uds., señores nacionalistas, ni consideraron la reflexión que les proponíamos, ni aceptaron asumir la posición más exigente que el lehendakari había planteado.

¿Han mejorado con ello las cosas? ¿Han conseguido Uds. que haya menos violencia en las calles? ¿Han logrado que quienes políticamente no nos identificamos para nada con el nacionalismo tengamos más tranquilidad, más seguridad y más libertad?

En absoluto, señores nacionalistas. ¡Y son Uds. quienes gobiernan en Euskadi, quienes tienen la obligación y la responsabilidad de que estas situaciones de violencia sean perseguidas y desaparezcan!

Cuando ETA rompió la tregua y anunció, a finales de noviembre de 1.999, que volvía a la actividad terrorista, todos hemos tenido la convicción de que las acciones de violencia callejera se desatarían con más beligerancia. Y así ha sucedido".

El acuerdo de Estella estableció una línea de separación que terminó afectando hasta lo más ordinario y común de la vida cotidiana de los vascos. O estabas en un lado, o estabas en el otro. “Hubo una ruptura radical que agrupaba en un lado a un Gobierno con grupos que están defendiendo directamente el terrorismo. Ese documento que se firmó obvio la presencia de los que no eran nacionalistas y eso es un pensamiento típicamente totalitario. Ahí se mete Ibarretxe, ahí se mete el PNV y es un auténtico disparate. Digamos que el crimen ya es la guinda del pastel pero sin crimen ya hubiera sido igual de deleznable porque trata de construir una sociedad sobre la base de la exclusión de la mitad de la misma”, señala Antoni Rivera.

Firma del Acuerdo de Estella

Firma del Acuerdo de Estella

Las tres manifestaciones por su asesinato 

“Mataron al jefe de la oposición. A alguien que tenía discursos brillantes, que tenía siempre el foco y la atención y que se había opuesto al plan Ibarretxe”, dice Eduardo Mateo. Y es que, la muerte de Buesa dio lugar a cambios en la sociedad vasca. Ayuntamientos, diputaciones, bancos o la propia universidad cambió de color político. Incluso el pabellón deportivo de Vitoria pasa a llevar su nombre. “La balanza cae de otro lado. La hegemonía que durante los años 80 y 90 había sido nacionalista en Álava, cambia y entonces lo extraño a principios del siglos XXI era ser nacionalista”, apunta Rivera. 

El dia de su asesinato, el lehendakari Ibarretxe no asistió al lugar del crimen. En el funeral en la catedral, al ser increpado, salió por la puerta lateral. Dentro, en la capilla ardiente, el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, no saludó a los socialistas. La fractura era más que evidente. 

Además, esta tensión se acrecentó cuando el lehendakari convocó, sin hablar con el PSE, una “manifestación por la paz”. El propio hijo de Buesa, Carlos, llamó a Ibarretxe para pedirle que fuera unitaria pero él se negó. “Convirtieron esa manifestación en un acto de defensa del lehendakari y construyeron una explicación victimista del PNV”, explica Rivera. Ese fue el primer bloque de la manifestación. Tras ellos iban las familias de Buesa y Diaz acompañados por simpatizantes del PSE y del PP, que protestaban por el asesinato y por la deriva que estaba tomando el nacionalismo institucional. Y en tercer lugar, y de manera muy reducida, iba Gesto por la Paz. 

Cuando el bloque nacionalista llegó a la Virgen Blanca, Ibarretxe leyó las siguientes palabras: 

"Gracias por vuestra presencia en nombre del Gobierno vasco y en nombre del lehendakari. Hoy hemos venido aquí a defender la vida, a exigir a ETA que pare, que no mate, que abandone las armas, a recordar a Jorge y a Fernando, a poner de manifiesto el respeto por todas las ideas cuando se defienden democráticamente, a decir que se puede pensar diferente y vivir juntos si todos respetamos los derechos humanos de todas las personas. Hoy nos hemos manifestado por la paz con serenidad, con ilusión, sin desánimo. Hoy estamos un poco más cerca de la paz".

Cuando llegó la familia con el otro bloque, el diputado socialista alavés con el que Fernando tenía una muy estrecha relación, Javier Rojo, tomó la palabra y en un discurso improvisado, que recoge el libro de Antonio Rivera y Eduardo Mateo, dijo: 

"Hoy hemos salido a la calle a gritar “ETA no, basta ya”, desde el dolor, la indignación, la rebeldía, la ilusión, porque no nos pueden robar la ilusión. Aquí falta el lehendakari. Esta manifestación la ha convocado el lehendakari, y si la ha convocado él, ¿dónde está el lehendakari? Quiero transmitirle, con esos ojos y esa cara que hoy tenemos todos aquí, que nos escuche, que nos mire, que vea lo que decimos, que queremos ser parte importante de este pueblo, porque todos los que estamos aquí somos vascos. Todos, ellos y nosotros. Lehendakari, escucha, no seas sordo, no fracases. Ayudadnos".

Concentración en Vitoria en protesta por el atentado de ETA con coche bomba que costó la vida al socialista Fernando Buesa. Santos Cirilo

Concentración en Vitoria en protesta por el atentado de ETA con coche bomba que costó la vida al socialista Fernando Buesa. Santos Cirilo