Bilbao cuenta con decenas de restaurantes y comercios de toda la vida. Pero existe un edificio con siglos de historia que es todo un símbolo de la villa. Se trata del Mercado de la Ribera, justo al lado de la ría de la ciudad, en la calle Ribera. Este ya se estuvo estableciendo durante el siglo XIV en la Plaza Mayor, que estaba rodeada del primer ayuntamiento. 

El siglo XIX fue clave para que el mercado se volviese una estructura. De esta manera, los puestos empezaron a cubrirse y se establecieron servicios de control de calidad del pescado, carne y leche. Es a finales de este siglo cuando nace un edificio moderno de hierro. 

El Mercado de La Ribera tal y como se le conoce hoy día nació en 1929 de la mente del arquitecto Pedro de Ispizua. Este se encargó crear una estructura de hormigón armado moderno para la época y monumentalista. En 1990, el mercado recibió el reconocimiento Guinness al Mercado Municipal de Abastos Más Completo, ya que en ese entonces era el más grande en lo que a número de comerciantes y puestos respecta. También fue conocido como el mayor mercado europeo cubierto por sus 10.000 metros cuadrados. 

Comprar para que te cocinen

El Mercado de la Ribera actualmente alberga decenas de comercios en sus tres plantas. Pero existe un restaurante, entre todos los que tiene, que destaca sobre los demás porque se dedica a cocinar la compra de los clientes. Este local se llama La Ribera y se ubica justo al pie del edificio, en su planta baja, en la calle Ribera, 20.

"En La Ribera te ofrecemos una experiencia gastronómica diferente. Queremos hacerte partícipe de tu propio menú", aseguran desde la web. Todo lo que hay que hacer es seguir tres sencillos platos. 

Primero hay que reservar la mesa para avisar de que se comerá en el local, hacer la compra en el propio mercado y guardar el ticket y, por último, un chef preparará la carne, el pescado o el marisco adquirido y los acompañará de una guarnición por 8€ por persona. Si se desea un segundo plato, este lo rebajarán a mitad de precio, a 4€. Y a disfrutar en una de sus mesas con vistas a la ría. 

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