La doble cara de las empresas de seguridad 'low cost' en Euskadi: más económico y menos fiable
El Centro de internamiento de menores de Zumárraga denuncia falta de personal de seguridad en el único establecimiento de Euskadi donde se realizan labores educativas con menores que han llevado a cabo delitos muy graves por la subcontratación de un sistema "barato y poco seguro"
16 enero, 2024 05:00Noticias relacionadas
"Llevamos sufriendo de manera continuada falta de personal de seguridad y todo es resultado de la subcontratación a empresas 'low cost'". Desde el Centro de menores Ibaiondo de Zumárraga lo tienen muy claro. El comité del establecimiento denunció hace unos días el escaso servicio del que disponen desde los últimos años, argumentando que esta situación debe cambiar al tratarse del "único sitio de Nivel 1 en Euskal Herria, donde se realizan labores educativas con menores y jóvenes que han llevado a cabo delitos graves o muy graves". Según explicó el sindicato ELA, el Gobierno Vasco tiene contratada una empresa ISEC, una medida que no satisface a los empleados que trabajan en este centro de la localidad guipuzcoana.
Las quejas contra las empresas de seguridad 'low cost' han ido en aumento durante las últimas fechas en el país. El caso más reconocido se centra en el actual presidente de la UD Las Palmas, Miguel Ángel Ramírez, apodado como el 'rey de la seguridad low cost'. El canario fue detenido el pasado verano cuando volvía de Miami por ser cómplice de encabezar diversas empresas que ofrecen servicios de vigilancia discontinua que permiten reducir los costes sin perder, en teoría, eficacia en seguridad. Algo que se está aplicando en diversos sectores y que, en el caso del Centro de menores Ibaiondo, perjudica a los propios empleados.
Entre 2018 y 2019, los vigilantes de seguridad fueron agredidos 35 veces, con costillas rotas y con necesidad de intervención quirúrgica
Cabe recordar que entre los años 2018 y 2019, los vigilantes del establecimiento admitieron que sufrían una situación "insostenible" debido al incumplimiento del protocolo de seguridad que se ha visto agravado por un aumento de la conflictividad y del grado de violencia de los inquilinos. Además, según recalcan los protagonistas, durante esas fechas fueron "agredidos 35 veces en los últimos 20 meses, con resultados del tipo de moratones en los ojos o costillas rotas, con necesidad de intervención quirúrgica, mientras que ha habido cuatro intentos de evasión en el último año y medio". Reconocen que los episodios de uso de la fuerza se han duplicado en el último año, ya que "llegan cada vez más jóvenes y más violentos".
A la espera del Gobierno Vasco
Cinco años después de este fenómeno, la situación continúa parecida según informan algunos empleados del centro de menores a Crónica Vasca. Subrayan la "poca seguridad" que hay durante algunos momentos específicos del día, como por ejemplo, a la hora de realizar "talleres educativos en la parte exterior del centro, o también se puede dar el caso de que no haya vigilantes suficientes en el turno nocturno y los menores no puedan ir al baño, teniendo que hacer sus necesidades en su habitación en una bacinilla".
"Se requiere más personal para evitar poner en riesgo la seguridad estipulada de los trabajadores"
Desde el centro indican que, hasta el momento, no han recibido ninguna respuesta por parte del Gobierno Vasco. Se encuentran a la espera de una solución que requiera más personal para evitar poner en "riesgo la seguridad estipulada de los trabajadores, y vulneran los derechos de los menores y jóvenes residentes". Desde el punto de vista del Comité, esto supone un incumplimiento del contrato que tiene la empresa con Lakua e instan a que se supervisen las condiciones en las que se encuentran tanto los menores hoy en día en Ibaiondo como los que conforman la plantilla de trabajo.
Fugas planificadas
La urgencia de que la seguridad aumente se centra principalmente en las fugas planificadas por parte de algunos menores del centro. Las constantes quejas desde hace tres años no cesan. "Han sufrido agresiones tanto algunos vigilantes como algunas educadoras. Los vigilantes no pueden ser los mismos que van a la puerta de un centro comercial", dicen. El centro se encuentra cerca del límite de su capacidad y los trabajadores ven necesario que se adopten otras medidas, dado que en ocasiones "llegan nuevos chavales y, para evitar saturación, mandan fuera a otros que aún no han terminado su educación".