
Ferretería Ezpeleta Bilbao
Adiós a la ferretería más emblemática de Bilbao: cierre inesperado tras más de 80 años de servicio de calidad
Fundada en 1942, la ferretería Ezpeleta se convirtió con el tiempo en un referente del comercio de proximidad en el centro de Bilbao
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Bilbao despide con nostalgia uno de sus comercios más emblemáticos: la ferretería Ezpeleta, ubicada en la calle Buenos Aires, cierra sus puertas tras más de cinco décadas de atención cercana, profesionalidad y servicio impecable.
Aunque la empresa Ferretería Ezpeleta continuará su actividad comercial en otros ámbitos, el cierre de este histórico establecimiento físico supone el fin de una era para varias generaciones de bilbaínos que han encontrado en su mostrador mucho más que tornillos, herramientas o pinturas.
Fundada en 1942, la ferretería Ezpeleta se convirtió con el tiempo en un referente del comercio de proximidad en el centro de Bilbao. Su fachada discreta, con el tradicional letrero amarillo, casi intacta con el paso de las décadas, era una estampa habitual del paisaje urbano de la calle Buenos Aires.
Pero lo que realmente marcaba la diferencia era lo que sucedía puertas adentro: una atención personalizada, un conocimiento exhaustivo del oficio y una vocación de servicio que muchos clientes consideran ya irrepetible.
"Venías buscando un tornillo y te llevabas una clase magistral de cómo arreglar media casa", recuerda Eder, vecino del barrio y cliente habitual. “No era solo una tienda, era un lugar donde sabían lo que necesitabas incluso antes que tú”.
El comercio local desaparece poco a poco
El cierre ha sorprendido a muchos. A pesar de las dificultades que atraviesan muchos comercios tradicionales por la competencia de las grandes superficies y el comercio online, nadie esperaba que Ezpeleta bajara la persiana de su local de toda la vida.
Según recoge Alejandro Centellas en Ferretería y Bricolaje, la ferretería representaba la cara más cercana y doméstica de Metalurgia Manufacturada, un negocio cuya esencia y crecimiento real residía en la distribución mayorista. Aunque la tienda de barrio seguía en pie, lo hacía más por nostalgia que por rentabilidad, enfrentando el cambio de hábitos de consumo y el peso creciente del alquiler.
"Nosotros estábamos de alquiler en el establecimiento. También tocaba renovar y no llegamos a un acuerdo. Así que todo conducía a esta decisión", recoge el mencionado portal en palavras de Federico, reflejando una resolución inevitable. Sin embargo, no todo está perdido: la tienda de Vitoria, que opera bajo el mismo nombre, continúa su actividad con normalidad y sin señales de que vaya a correr la misma suerte que su par bilbaína.

Ferretería Ezpeleta
El anuncio ha generado una oleada de mensajes de apoyo y agradecimiento por parte de antiguos clientes y comerciantes vecinos. Muchos destacan la profesionalidad de su equipo, la calidez del trato y la enorme variedad de productos que ofrecían. En un tiempo donde la inmediatez ha reemplazado al consejo experto, la ferretería Ezpeleta representaba una forma de hacer comercio que hoy parece casi romántica.
A pesar de este cierre, Bilbao sigue perdiendo comercios de toda la vida. Cada vez son menos los negocios locales que resisten en el centro de la ciudad, arrinconados por alquileres elevados, la digitalización y los cambios en los hábitos de consumo. Lo que antes era un entramado de tiendas con identidad propia, va dejando paso a cadenas más impersonales y grandes marcas.
Aun así, el legado de Ezpeleta no desaparece. Los profesionales que han trabajado tras su mostrador, los consejos técnicos dados con paciencia, y la confianza forjada con el tiempo permanecen en la memoria de sus clientes. También sigue viva la marca y su vocación de servicio, aunque con una mirada al futuro.
El cierre del local de Ezpeleta en la calle Buenos Aires no es solo la clausura de una tienda: es el adiós a una parte de la historia viva de Bilbao. Y aunque las herramientas, tornillos y alicates se trasladen a otras plataformas, lo que deja este comercio en el corazón de sus clientes es imborrable. Porque hay negocios que no solo venden productos, sino que construyen comunidad. Y Ezpeleta, sin duda, fue uno de ellos.