Un americano que vive en Euskadi lo tiene claro: “Mi meta en la vida es aprender euskera para conectar con a mis raíces”

La cultura vasca cuenta con una trascendencia histórica y tradiciones que enamora a muchos que vienen a conocerla. Una lengua diferente, al mismo tiempo que única, que sigue despertando interés en un sector de los vascos y en algunos que, sin conocer la tierra, tienen un vínculo especial.

Aunque, cabe señalar que con este nuevo mundo de las redes sociales son cada vez más personas la que han mostrado su interés e incluso métodos para aprender euskera. A pesar de que el vasco, idioma más antiguo de Europa y que se habla principalmente en la comunidad vasca, es desconocido para los que vienen de fuera y no es fácil de entender como otras lenguas que se puede intuir de que se está hablando

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Un ejemplo de esta conexión con Euskadi y su lengua lo encontramos en el creador de contenido americano, Scott Zúñiga (@kaixoscott), quien dice sentirse “orgullo de ser vasco”. El influencer ha dado a conocer su historia en redes sociales. Como ya se avanzó en este medio, Zúñiga descubrió hace unos años que tenía raíces vascas.

Este hallazgo, lejos de quedarse en una anécdota, se convirtió en un auténtico proyecto de vida: comenzó a investigar sobre la cultura vasca, a estudiar euskera y a compartir todo su proceso de aprendizaje con su creciente comunidad digital. “Mi meta en la vida es aprender euskera para conectarme a mis raíces”, afirma en uno de sus vídeos.

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La cultura vasca: un lazo que traspasa fronteras

No es solo un aprendizaje lingüístico; para él, el euskera es una forma de mirar el mundo. “Este idioma supuso, para mí, una forma nueva de descubrir el mundo”, expresó en una entrevista con el medio Argia, en un impecable euskera que demuestra no solo su dedicación, sino también su cariño por esta lengua. En otro de sus vídeos, se atreve a decir que es "el idioma más útil que hay", no desde una perspectiva práctica, sino afectiva: porque le "toca el corazón".

Actualmente, el americano sigue mostrando en su perfil de redes sociales sus avances con el idioma, así como todos sus gustos por grupos musicales vascos, términos en euskera y lugares emblemáticos de Euskadi.

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Su entusiasmo contagia a muchos otros, que comentan sus vídeos compartiendo sus propias historias de búsqueda identitaria, sus apellidos con sonoridad vasca o su curiosidad por aprender un idioma que, a pesar de su antigüedad, sigue plenamente vivo.

La historia de Scott Zúñiga no es un caso aislado. Hay muchos otros que, al descubrir un apellido, una anécdota familiar o un interés cultural, inician un camino hacia Euskadi que puede ser literal o simbólico. La cultura vasca, con su singularidad, tiene esa capacidad de generar comunidad más allá del territorio.