David Verdaguer y David Trueba en el rodaje de 'Saben Aquell' /Warner Bros. España

David Verdaguer y David Trueba en el rodaje de 'Saben Aquell' /Warner Bros. España

Cultura

Saben aquell

El esperado biopic de David Trueba sobre el icónico Eugenio se postula como una de las mejores películas del año. La interpretación de David Verdaguer, superlativa

3 noviembre, 2023 05:00

¿Qué puede ofrecer la película de Eugenio, a alguien a quien no le gustaba nada Eugenio? ¿Qué puede tener de interesante la vida de un hombre que era gris, turbio y nihilista en el escenario, escondido detrás de unas gafas oscuras, una copa de vodka con naranja y el humo espeso de mil Ducados? ¿Qué puede tener de interesante la vida de un cómico que, sin ser cómico, hizo reír a toda España? ¿Qué puede aportar uno más de los cincuenta biopics se estrenan al año sobre la persona que había detrás del personaje? ¿Qué tiene, en definitiva, Saben aquell? Uno puede ponerse a ver el último trabajo de David Trueba haciéndose todas estas preguntas cargadas de escepticismo con la idea preconcebida de que el filme le va a conmover lo mismo que el humorista -o sea, nada- para toparse con una realidad muy sorprendente y sin duda conmovedora.

Sin contarnos la vida entera del catalán (porque no, porque la moda de ahora de los biopics es contarnos apenas un capítulo, unos años, una noche o un hecho dentro de toda una vida), la cinta consigue dibujar quién era el hombre marcado por un semblante imperturbable, con más pinta de ángel de la muerte que de humorista. Cómo empezó, qué quería de la vida, cómo vivía el humor, qué entendía por comedia… Y así, como si de un spin off de Cuéntame cómo pasó se tratase, nos metemos de lleno en la España del pantalón de campana y las chaquetas de pana, de los casposo y los kitche, para conocer quién fue realmente Eugenio. Y cuando acaba la película se ha producido el milagro: creemos saberlo.

Ahí es donde radica la verdadera victoria de un biopic. En que el espectador se muera por llegar a casa y saber más del personaje y no sienta que le han estafado, que le han dejado demasiadas cosas sin contar. David Trueba hace creíble este drama sobre la vida de Eugenio que no habría sido lo mismo sin David Vedaguer, un actor portentoso perdido en el personaje, totalmente desprendido de sí mismo, que logra, con su voz nasal, su apostura, sus silencios, la tristeza de su mirada en ocasiones y las medias sonrisas en otras, configurar un personaje a la altura de los recuerdos que todos tenemos de él.

El humorista Eugenio

El humorista Eugenio RTVE

Y no es fácil. Junto a él, una actriz joven, talentosa y poderosa, Carolina Yuste, que logra adueñarse de la pantalla cada vez que aparece llenándolo todo de un aura y una luz maravillosas. Recordemos estos nombres: Verdaguer y Yuste. Darán que hablar.

Por lo demás, Trueba demuestra que lejos quedan los días en que era “mejor guionista que director” y que el oficio ya lo tiene dominado. Todo es correcto en el filme, cada plano, cada luz, cada detalle… Haciendo de este viaje en el tiempo una experiencia redonda. Pero, sobre todo, Trueba ha logrado sacar oro de sus jóvenes actores que están inconmensurables.

El resultado es filme redondo, lleno de recovecos y aristas, de risas y sonrisas, de melancolía y de sinceridad, que recrea ese momento en que el hombre dio paso al personaje consiguiendo, además, esa quimera a la que se enfrentan los biopics y que no es otra que la recreación del personaje desde la más profunda verdad desvelando los misterios más insondables de su persona. Y Trueba y Verdaguer han logrado, sobre todo, que te interese la vida de Eugenio, aunque el pobre Eugenio ni te hiciera gracia.