Será o quizá, no. Ya se aseguró hace 15 años que el histórico puente sobre el río Arpa, cuyas aguas separan Turquía de Armenia, iba a ser reconstruido. Se volvió a afirmar hace un par de años pero, por el momento, el puente que cerraba la Ruta de la seda sigue derruido. Parece que, una vez más, el proyecto queda aparcado y serán los dos soportes del puente de Ani, construido entre los siglos X-XI, los únicos testigos en pie de aquel fluido contacto entre ambos países.
Ani, hoy en territorio turco, fue la capital del reino armenio en el siglo XI, llegando a tener una población superior a la de grandes capitales europeas o asiáticas de la época. Nadie vive allí hoy, nadie vive allí desde el siglo XIX, y pocos lo hacían ya a partir del XVI. Solo algunos turistas recorren ahora las ruinas imaginando, gracias a los restos cúpulas, mezquitas o iglesias, como debió ser esa ciudad que tenía decenas de puertas de entrada, cientos de iglesias y hasta un castillo. Sin duda, la crítica ubicación de Ani en las rutas comerciales de Asía Central, Cáucaso y Anatolia, le convirtieron en parada, y muchas veces fonda, de la Ruta de la seda. Los saqueos, el abandono, las luchas, la destrucción y los terremotos han minimizado las huellas de las culturas armenias, turcas, kurdas, bizantinas, rusas, georgianas o mongolas que pasaron a lo largo de los siglos por Ani.
A la ciudad, protegida por barrancos, se accedía por la parte opuesta de estas simas naturales. Una vez sobrepasada la puerta, impresiona la extensión de las murallas que se entrecortan y desaparecen de modo aleatorio ya que no se mantienen en pie en su totalidad.
Sigue pendiente de restauración la iglesia del Redentor a la que un rayo partió a la mitad en 1957. Mejor aspecto presenta la iglesia de San Gregorio aunque los visitantes no han sido excesivamente cuidadosos y han dejado sobre los frescos de las paredes infantiles grafitis a modo de recuerdo de su paso por Ani. Comportamiento impropio de quienes, supuestamente, están interesados en la historia y patrimonio cultural.
Sin duda, el monumento que más impresiona es la antigua catedral, Fethiye Camii, construida en torno al año 1.000 y que también se encuentra en proceso de reconstrucción.
Es imposible, e innecesario mencionar cada uno de los restos de la ciudad, en la que se iniciaron los trabajos arqueológicos a finales del siglo XIX. Desde entonces y hasta la actualidad, los trabajos se retoman y paralizan alternativamente por lo que las labores avanzan con excesiva lentitud.
Curiosidades
Nadie parece vigilar que los visitantes traten de forma correcta las ruinas.
La visita se hace de modo independiente, sin guía.
Ani fue declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2016.
El precio de la entrada es de unos ocho euros.
La visita a Ani es doble. Además de admirar restos históricos, hay que pararse a observar el paisaje accidentado que conforma la frontera con Armenia.
La zona arqueológica ocupa un espacio de 78 hectáreas, en las que actualmente se encuentran censadas menos de 30 estructuras.
Ani, conocida como la ciudad de las 1001 iglesias, se encuentra en la provincia turca de Kars, que dispone de aeropuerto con conexiones diarias con Estambul.