Es pronto para echarse las manos a la cabeza pero camino del ecuador del año hay cierto riesgo de que Euskadi no cumpla con los objetivos recaudatorios que, a su vez, sirven de molde para tejer los presupuestos. El mal inicio de la hacienda vizcaína coloca la evolución de los ingresos vía impuestos en negativo por primera vez desde la pandemia. Se espera que a medida que avance el ejercicio la situación dé la vuelta pero es probable que no lo suficiente como para mantener el ritmo de 2023.
El empleo, el indicador que determina el color dominante en el dibujo fiscal y principal motivo de alegrías en lo económico para los gobiernos de Iñigo Urkullu, da síntomas de estancamiento con un repunte mucho menos sólido entre enero y abril que en el mismo tramo del año pasado. La Seguridad Social gana en cuatro meses apenas 769 cotizantes vascos frente a los más de 3.000 de 2023. En ambos casos enero se salda con 10.000 afiliados menos y la diferencia este año está en un menor impulso en los tres meses siguientes.
La encuesta que elabora el INE, la EPA, apunta a un frenazo todavía más sonado con una pérdida en el primer trimestre de 39.000 ocupados. Es un dato al que hay que conceder un margen de error importante pero que confirma que el mercado laboral vasco no anda igual de engrasado que en años anteriores.
Es el reflejo del enfriamiento que viven ciertos sectores industriales desde la parte final del año pasado por el parón de algunos mercados internacionales. Por un lado pesa la desaceleración en Europa y la incertidumbre en torno a la automoción. Además los tambores de descarbonización están frenando otros nichos estratégicos para algunas industrias vascas como el 'oil-gas' en Estados Unidos.
La sensación ahora mismo, aun así, es que el varapalo de 2024 puede ser menos doloroso de lo que se esperaba antes de las pasadas navidades. Aunque parte de las factorías estratégicas de Euskadi están en ERTE o con paradas continuas para adelgazar la producción, lo cierto es que todo puede quedar en una minicrisis coyuntural.
El caso más evidente es el de Mercedes Vitoria, que aunque vive un curso a medio gas saldrá del bache y tiene por delante planes para crecer y seguir contratando de la mano de la nueva furgoneta eléctrica. Grandes firmas tractoras como Sidenor o Tubos Reunidos, pese a tener en marcha un ERTE, tienen previsto también recuperar cartera en la segunda mitad del año.
Salarios e IPC
Hasta que esa mejoría generalizada llegue hay que ver cuánto sufre la recaudación en los próximos meses. Ligada al crecimiento del empleo es clave para el IRPF, el gran sostén de los últimos récords recaudatorios, la evolución de los salarios y ahí de nuevo la coyuntura empieza a torcerse para las arcas forales. 2022 y 2023 fueron ejercicios conflictivos en lo laboral pero a la vez de prosperidad para la negociación colectiva, que dejó importantes acuerdos con referencia al IPC. Si la inflación, que cerró 2022 por encima del 5% (mucho más alta para los alimentos), confirma un aterrizaje hasta valores de en torno al 3% la consecuencia es una menor subida en las nóminas referenciadas al IPC y por tanto menores aportaciones de los trabajadores.
Además hay que recordar que las instituciones vascas han ido acordando como compensación a la hiperinflación pequeñas ayudas fiscales en el IRPF, principalmente vía deflactación y también con algunas deducciones para rentas medias y bajas.
La fuerte inflación ha generado además un escenario de cierta prudencia a la hora de gastar por parte de las economías domésticas que puede perdurar en el tiempo, lo que tampoco ayuda a relanzar los ingresos por IVA. En definitiva son un conjunto de factores los que llevan a pensar que incluso saliendo de terreno negativo la recaudación final puede quedarse por debajo de ese 5% de crecimiento diseñado en los últimos consejos de finanzas.
Gipuzkoa, a la cabeza
La distribución por territorios a estas alturas del año es dispar. Por un lado destaca la fortaleza de Gipuzkoa (+7%), replicando a nivel recaudatorio la buena evolución de la contratación de sus empresas. De hecho el territorio guipuzcoano sí estaría siendo capaz de sostener el ritmo medio de Euskadi en los últimos años, aunque aun es pronto para dar por hecho que se llegará a diciembre en la misma situación.
Lejos de Gipuzkoa pero también con un saldo positivo hasta abril, Álava presenta un buen margen positivo en el caso de las retenciones de las rentas de trabajo, lo que invita al optimismo de cara a lo que queda de curso. El IVA, el otro pilar de la recaudación, también mantiene el tono.
Bizkaia deja la nota negativa en el primer tercio del año con una importante bajada de los ingresos que sitúa esa media de Euskadi en el -1,3%. El ente foral explica que el mal dato se debe a ciertos factores puntuales, como las devoluciones a mutualistas y el adelanto de la campaña de la renta, lo que impide crecer de momento al IRPF, así como al intercambio de actas únicas con otras administraciones, que contribuye al desplome del IVA de más del 20%. Aunque menos relevante por volumen que el IVA y el IRPF, las tres haciendas endulzan el balance gracias a la buena dinámica del Impuesto de Sociedades.