Las microalgas pueden ayudar a reducir las emisiones de CO2. / Pexels

Las microalgas pueden ayudar a reducir las emisiones de CO2. / Pexels

Empresas

Microalgas a la vizcaína

La startup BAEA ha creado un sistema que mejora y abarata los cultivos y ya está desarrollando un prototipo que permitirá descarbonizar pequeñas y medianas empresas con estos organismos

2 abril, 2023 05:00

La respuesta a los grandes desafíos del planeta viene en frasco pequeño. Pequeñísimo. Las microalgas. Con estos organismos unicelulares repletos de nutrientes ya se fabrican piensos y forraje para ganado, harinas ricas en Omega-3, complementos vitamínicos y productos de cosmética. También han entrado en la acuicultura, como parte esencial de la alimentación de moluscos bivalvos. Además, lo tienen todo para reducir las emisiones de dióxido de carbono de la industria, acabar con la dependencia de combustibles fósiles y generar energía limpia. Y aun así, todavía se está lejos de disfrutar al máximo del potencial de las microalgas.

La culpa la tiene el “maldito parné”, que decía la canción. El cultivo de microalgas sigue sin ser suficientemente rentable dentro de un mercado que prima lo económico por encima de cualquier otro propósito, frenando la aplicación de avances. Por eso una startup vizcaína, de nombre BAEA (Basque Algae an Engineering Aplication) decidió ponerse manos a la obra. El resultado de sus investigaciones se llama Algaverso: un ecosistema que une tecnología y biología para mejorar (y ya de paso abaratar) los cultivos de microalgas y, posteriormente, poder aplicarlas en la descarbonización de pequeñas y medianas empresas.

Un sistema de luces leds único

La primera parte, la tecnológica, está conseguida. BAEA ha desarrollado un sistema donde la luz, nutriente que proporciona energía a las microalgas y las hace crecer, alcanza la excelencia. Lo explica Esther Blanco, cofundadora de la startup, que trabaja desde el Centro de Investigación en Biología y Biotecnología Marinas Experimentales de la Universidad del País Vasco, en la estación marina de Plentzia. “Hemos creado un sistema de leds 100% adaptable, modular, capaz de ser monitorizado y controlado por una aplicación de móvil y especialmente diseñado para poder aportar a las microalgas cualquier condición lumínica para su cultivo óptimo”.

Las microalgas pueden servir como futuro en diversas líneas industriales.

Las microalgas pueden servir como futuro en diversas líneas industriales.

Esto es clave porque cada especie de microalga es un mundo. Las tiras led del sistema pueden controlarse una a una mediante la app, determinando el color de la luz que hay que emitir o la potencia necesaria para conseguir el mayor rendimiento posible de los diferentes cultivos. “Al controlar las condiciones de luz a las que se exponga, se puede estimular una microalga en concreto para que produzca más cantidad del activo que pueda querer determinada industria determinada para desarrollar un producto”, apuntilla Blanco.

Curiosamente, o quizá por las cosas que tiene la ciencia, si ahora existe SIA (Sistema de Iluminación Automatizado) es gracias a un experimento frustrado anterior de esta investigadora, profesora también de Biología Celular en la UPV. Era 2021, quería observar el desarrollo de las microalgas en unas condiciones de luz muy concretas y no encontró en el mercado ninguna herramienta que respondiera estrictamente a sus necesidades. Blanco habló con el que ahora es su socio, ingeniero de profesión. No hizo falta mucho más. Enseguida surgió un prototipo y se animaron a crear la empresa.

Cultivos para reducir las emisiones de CO2

BAEA nació en 2022 como spin-off biotecnológica de la UPV. En la actualidad, Blanco y su socio siguen trabajando en mejoras del sofware de SIA, aunque el sistema ya está patentado y en etapa de industrialización. También han iniciado la segunda línea del proyecto, la biológica: el diseño del prototipo del sistema de cultivo para la descarbonización de pequeñas y medianas empresas. Ahí es donde están ahora centrados sus esfuerzos. Un reto ambicioso.

El dióxido de carbono (CO2) es el principal gas de efectivo invernadero emitido por el ser humano. Más de 36 millones de toneladas al año y subiendo. A su vez, los combustibles fósiles representan el 84% del consumo energético a nivel mundial. Y aunque han entrado fuerte las directrices para una transición verde, la dependencia todavía es enorme. En este contexto, Blanco tiene claro el poder de las microalgas. “Pueden ser parte de la solución a la realidad preocupante climática y medioambiental que vivimos por varias razones. La microalgas son 50 veces más eficientes que los árboles en la captura de CO2 y su posterior liberación de oxígeno a la atmósfera. Requieren de menos espacio para su cultivo. Y ayudan en la limpieza de aguas residuales”, expone.

El prototipo en el que trabajan plantea una especie de vivero de microalgas en la salida de humos de cualquier pequeña o mediana empresa. La idea es que el dióxido de carbono que libera el edificio vaya a parar al cultivo y éste lo transforme en oxígeno. De momento, la investigación va por buen camino. Por eso, Blanco y su socio están volcados en la búsqueda de financiación, la pata coja de la ciencia. Una cosa es purificar la atmósfera y otra vivir del aire.