Los grupos empresariales vascos con matriz fuera de Euskadi crecen del 26 al 32% en una década

Internacionalización y concentración de empresas van de la mano. La tecnología cambia el mundo a gran velocidad y ganar tamaño es vital para mantener la competitividad. En ese contexto se enmarca la fuga de empresas con raíces vascas en dirección a otras comunidades autónomas o países. El grande se come al chico pero también en la otra dirección: las corporaciones vascas ganan terreno también en otros países, es decir, nos compran pero también compramos.

Esa doble lectura es la que pone sobre la mesa un reciente informe de Orkestra, el Instituto Vasco de Competitividad de la Fundación Deusto, que se aventura a analizar la composición accionarial de los grupos empresariales vascos, es decir, los conjuntos de sociedades que tienen como propietaria última otra compañía. En números gruesos se encuentran en este tipo de paquetes algo menos de la mitad de las empresas vascas (se han analizado 26.000 compañías de las que forman parte de un grupo empresarial el 42% mientras que el resto son firmas independientes).

Esa amplia muestra permite concluir que en Euskadi hay algo más de 4.000 grupos de este tipo. Es una bolsa heterogénea en la que, más allá de los grandes nombres como Iberdrola, Gestamp o el Grupo Mondragon, sobresalen en número los grupos encabezados por empresarios anónimos. De hecho apenas una de cada cinco filiales está en manos de grandes compañías, destacando a nivel cuantitativo las microempresas como principales propietarias.

¿Cuántos de esos grupos siguen comandados por una matriz con sede en Euskadi? Según el análisis de Orkestra el País Vasco retiene la capitalidad del 68% de sus grupos empresariales, seis puntos menos que en un estudio hecho público hace diez años. El recorte se produce principalmente por el peso de las multinacionales extranjeras, que pasan de controlar el 11 a tener el 15% de los grupos vascos, así como por las firmas de otros territorios de España, que suben del 15 al 17% (en total el porcentaje de grupos con su matriz fuera de Euskadi es del 32%).

Ibermática fue absorbida por Ayesa en diciembre de 2022. CV

Euskadi mira a América

Dice Ibon Gil de San Vicente, uno de los autores del estudio, que el aumento de matrices no vascas responde a un proceso natural en línea con las nuevas dinámicas del mercado y recuerda que, en sentido contrario, también está aumentando el número de filiales de empresas vascas en el extranjero (Euskadi cuenta con algo más de 2.000 filiales en otros territorios de España y unas 2.600 en otros países).

En ese sentido en los últimos años ha cambiado también la orientación de las grandes corporaciones vascas, que constituyen más filiales sobre todo en norteamérica. Estados Unidos o México ven cómo avanzan los tentáculos de compañías vascas como Iberdrola, CAF, Tubacex, CIE Automotive o Mondragon a mayor ritmo que en las principales potencias europeas, como era la tendencia hasta hace unos años y que representan, con Alemania y Francia a la cabeza, los grandes socios internacionales de Euskadi a nivel comercial.

El presidente estadounidense, Joe Biden, con Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola.

Cuestionado por esa advertencia que se lanza desde círculos empresariales y políticos por la pérdida de arraigo de las empresas vascas, Gil de San Vicente remarca que "el arraigo se puede mirar de muchas formas". "Una es quién es el propietario, sí, pero también es importante cómo se relaciona la empresa con su entorno", matiza.

"Por supuesto lo ideal es tener siempre todos los huevos en la misma cesta, pero más allá de que el accionista sea o no extranjero lo importante es que esté bien insertada en la cadena de valor, que la productividad sea alta, que atraiga talento...", subraya el investigador.

En definitiva, teniendo en cuenta el contexto general Euskadi conserva "un notable arraigo" a nivel empresarial, sobre todo si se va más allá de los transatlánticos corporativos, según apunta el informe de Orkestra, que señala que ayuda en ese sentido el peso de la empresa familiar. A partir de ahí, como señala Gil de San Vicente, una vez perdido el control accionarial lo relevante es tener mecanismos para retener proyectos, inversiones y empleos.