La industria es un sector casi permanentemente en crisis. Euskadi ha perdido empresas históricas en las últimas décadas, ha conseguido salvar otras y también ha sembrado proyectos de nuevo cuño de la mano de inversiones tecnológicas. Casi como una nueva reconversión, 2024 se aproxima con varias grandes incógnitas por despejar que por afectar a un puñado de empresas y proyectos estratégicos pueden marcar el devenir de toda la economía vasca los años siguientes.
Y todas ellas tienen un nexo común: el papel determinante que va a tener el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, que nombraba este lunes para Industria al catalán Jordi Hereu. Petronor, por ser parte de un gigante como Repsol; Celsa, el principal grupo siderúrgico del país; y Siemens Gamesa, con oficinas y fábricas en varias comunidades autónomas, desbordan los intereses de Euskadi y copan hace tiempo las agendas de varios ministerios, así como los encuentros PNV-PSOE que alumbraron hace unos días el acuerdo para la investidura de Sánchez.
En el caso de la refinería de Muskiz ha sido la propia compañía la que ha apuntado a Madrid cuando ha anunciado que deja en el congelador la fase final de dos proyectos clave de hidrógeno y combustibles sintéticos por el aumento de la presión fiscal por parte del Ejecutivo socialista tras el pacto con Sumar. Ya el CEO de Repsol, Josu Jon Imaz, venía amagando con esta posibilidad y el presidente de Petronor, Emiliano López Atxurra, confirmaba hace un par de semanas que las inversiones están "en stand by".
Apoyo a Imaz, a medias
Los roces Repsol-Sánchez no son un asunto menor para Euskadi, que ha depositado grandes expectativas en el hidrógeno como pilar en la descarbonización y la generación de actividad y empleo. Contrario desde un primer momento al nuevo tributo a banca y energéticas (que afectaría también a Iberdrola o BBVA), el PNV ha vivido estas últimas semanas a dos aguas entre el interés político en acordar su apoyo a Sánchez y el peso que tienen Imaz y Repsol en Euskadi.
La cuestión ha estado en el orden del día en las negociaciones entre jeltzales y socialistas para alcanzar ese acuerdo oficial anunciado la semana pasada en el que se recoge que serán las haciendas vascas las que se encarguen de la "gestión, inspección y recaudación" del impuesto a grandes multinacionales. Queda en todo caso mucha letra pequeña por escribir al respecto, más aun cuando los votos del PNV van a seguir siendo claves en la nueva legislatura.
Tampoco los jeltzales se han pronunciado al respecto con una sola voz. En general los primeros mensajes de cargos públicos y dirigentes políticos del PNV venían a arropar a Repsol, aunque otros como los del consejero de Economía y Hacienda, Pedro Azpiazu, han sido algo más afiliados. Este mismo jueves Azpiazu pedía en Radio Popular "un poco más de generosidad" a las grandes empresas: "Exhiben grandes beneficios en las primeras páginas de la prensa salmón y en la segunda página se quejan".
¿Un gigante Sidenor-Celsa?
El hidrógeno es futuro y el acero busca no ser el pasado. En una batalla constante por reducir el nivel de emisiones, la siderurgia conserva un peso muy relevante en la economía vasca aunque, obviamente, no es ni una sombra de lo que fue. En el puñado de familias con label vasco que dominan el sector destaca el apellido Jainaga. José Antonio Jainaga, propietario de Sidenor, se ha ganado a pulso la reputación de hombre serio por su carrera (en dos fases) frente a la acería con sede en Basauri y a la vez ambicioso. Ese perfil, unido a la buena marcha de Sidenor, le convierte en uno de los favoritos para entrar como socio industrial a intentar calmar las turbulentas aguas de Celsa.
El grupo afincado en Cataluña pero ahora en vías de ceder el testigo de la propiedad a los fondos de inversión acreedores es el principal fabricante de acero en España pero es que su presencia va mucho más allá de los Pirineos. Con un volumen de empleo global directo e indirecto de unos 70.000 trabajadores, Celsa tiene presencia en Francia, Reino Unido, Dinamarca, Finlandia, Noruega, Polonia, Suecia e Irlanda (en España da trabajo a unas 10.000 personas, cerca de 500 en Euskadi).
Su dimensión hace que, sea cual sea la compañía que se haga con el 20% de la propiedad (además de Sidenor-Jainaga el sector cuenta como candidatos a la gallega Megasa y CL Grupo Industrial, que controla la extremeña Gallardo-Balboa), la alianza vaya a dar lugar a un líder el mercado del acero en Europa. Casi nada. Jainaga, que ya apostó por una fusión múltiple de las siderúrgicas vascas para crear un grupo fuerte en Euskadi, tiene ante sí la oportunidad de ir un paso más allá y llevar a Sidenor a la Champions League del acero.
Y el PNV le respalda como es lógico, ya que la entrada de Jainaga se ve como el mejor aval para salvaguardar el futuro de dos compañías 'arrinconadas' por Celsa en los últimos tiempos como son Nervacero y, en especial, Laminaciones Arregui. El futuro de Celsa se va a cocinar estos meses en Madrid y diversas fuentes señalan a Crónica Vasca que el asunto ha estado sobre la mesa en las negociaciones entre nacionalistas y socialistas, aunque es pronto para amarrar un compromiso por los propios plazos que lleva el traspaso de poderes en Celsa de los Rubiralta a los fondos de inversión.
Siemens Gamesa, llave de la descarbonización
La crisis de Siemens Gamesa, ya en manos de la alemana Siemens, trasciende incluso de Madrid. Esta pasada semana se ha conocido que el Ejecutivo de Berlín va a contribuir con avales a tapar el agujero que deja la antigua Gamesa en Siemens Energy, aunque eso no asegura la salvación de la actividad en España. Aquí es donde entra el Gobierno de Sánchez, que con el Ministerio de Industria a la cabeza estaría dispuesto también a contribuir con sus propias garantías a preservar el negocio onshore, clave para las oficinas de Zamudio y Pamplona y para el resto de plantas productivas.
Hace ya meses que los sindicatos de Siemens Gamesa, con UGT y CCOO a la cabeza, en España abrieron contactos con Madrid en previsión de un otoño negro para la eólica que ahora se confirma. Christian Bruch, CEO de Siemens Energy, quiso mandar un mensaje de tranquilidad hacia España en vísperas de conocer qué medidas se van a tomar para dejar atrás las enormes pérdidas de 2023.
En cuanto a Lakua, que ha tenido un papel muy activo en anteriores procesos de ajustes laborales en Gamesa, mantiene un perfil bajo en esta ocasión ante las cifras económicas desorbitadas que se manejan en el proceso, como han reconocido varios consejeros que, eso sí, declaran que Gasteiz contribuirá a salvar Siemens Gamesa en la medida de sus posibilidades. Pocas compañías son más relevantes para el tejido económico vasco, tanto por el efecto tractor sobre una larga cadena de proveedores como por el peso de la energía eólica en la descarbonización.