Euskadi ha perdido 15.000 autónomos desde 2009 con desplomes en construcción y comercio
El colectivo de trabajadores por cuenta propia sigue sin remontar y apunta a otro 2023 muy gris pese a la buena salud general del mercado laboral
10 diciembre, 2023 05:00Noticias relacionadas
El empleo por cuenta propia es desde hace años el patito feo del cuadro laboral en Euskadi. Y si algún indicador macro marcha bien es la contratación, con niveles de afiliados a la Seguridad Social en niveles récord ya por encima de la barrera histórica del millón de cotizantes.
Pero una pata del mercado de trabajo cojea. Lejos de ser un problema puntual, Euskadi no deja de perder autónomos año a año y la evolución no encuentra suelo. Ni siquiera el bajón puede atribuirse al cierre de negocios particulares por la pandemia, que no hizo sino un agujero más en un sector que no termina de dar con la receta para frenar la sangría.
Y eso que a nivel institucional se han intentado cosas, básicamente medidas enfocadas a aligerar los compromisos de pago y facilitar palancas para arrancar nuevos negocios, pero la sensación es que todo es insuficiente ante las enormes cargas fijas, disparadas por la inflación, que deben afrontar las personas que trabajan para sí mismas. Desde luego los datos de afiliación a la Seguridad Social son demoledores: Euskadi está en poco más de 167.000 autónomos según los últimos datos de este mes de noviembre, 14.800 menos que en el mismo mes de 2009.
Es un deterioro de en torno al 8% respecto a los valores que había en el umbral de la crisis financiera que comenzó en 2008, resultando además una fuga constante año a año ajena a los vaivenes económicos. 2023 no ha sido una excepción con 1.700 autónomos menos respecto al cierre del pasado curso.
El mercado laboral crece
Y eso que la buena salud general del mercado de trabajo vasco es innegable. Respecto a 2009 hay más de 70.000 nuevos cotizantes a la Seguridad Social pese al borrón del régimen de autónomos y el actual es un momento especialmente dulce. Una vez quedó atrás lo peor del covid, las empresas vascas han ido ganando trabajadores para reducir el número de parados en las oficinas de Lanbide a niveles inéditos precisamente desde el comienzo de la crisis de 2008 (entonces Inem).
La mejoría de la actividad económica ha sido constante tras el primer rebote tras el parón por covid, entonces la pregunta es: ¿por qué no aumenta el número de autónomos? Lógicamente es una mezcla de factores, incluso no faltan las lecturas que apuntan a un factor cultural y social y a una mayor predisposición de las nuevas generaciones hacia el empleo asalariado, en especial hacia la seguridad del sector público. La administración es, de hecho, uno de los pilares sobre los que se sostiene el constante crecimiento del mercado de trabajo.
Reparto desigual
Hay en todo caso varios sectores que se llevan la palma a nivel de pérdida de autónomos, de la que por otro lado se libran otras actividades en auge, algunas de ellas ligadas al sostén público. En el lado negativo destacan comercio y construcción, dos sectores tradicionalmente con un alto volumen de trabajadores por cuenta propia.
En el primer caso (el comercio aun reúne a más de una quinta parte de los autónomos vascos) se han perdido más de 7.000 trabajadores en los últimos catorce años, 1.500 en los últimos doce meses. Este último mordisco es bastante más amplio curiosamente que el que se produjo en los meses posteriores al estallido del covid, que afectó directamente al día a día en las tiendas.
En cuanto a la construcción, se pierden casi 5.000 autónomos respecto al final de 2009, aunque el bache se concentra en esos años de fuerte crisis económica. El sector aguanta mejor en los últimos años y resiste el umbral de los 21.000 empleados por cuenta propia. Otro ámbito de actividad que en términos relativos sufre un gran bajón de autónomos es el sector primario. Con algo más de 4.600, la agricultura y la ganadería de Euskadi han perdido cerca de una tercera parte del empleo de este tipo en los últimos años.
En el lado positivo repuntan en 2023 los autónomos en los grandes servicios como la sanidad y educación, aunque en proporción su presencia es casi testimonial. Sectores de perfil innovador como las comunicaciones o las actividades científicas y técnicas también mejoran sus números de empleo autónomo.