Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, que controla Petronor / Efe

Josu Jon Imaz, CEO de Repsol, que controla Petronor / Efe Efe

Empresas

Petronor fuerza a PNV y EH Bildu a posicionarse y aviva el enfrentamiento político

Pese al último acuerdo en materia energética, la figura de Imaz y los ritmos a los que debe transformarse la refinería vizcaína amplían la brecha entre los dos partidos candidatos a ganar las elecciones

4 abril, 2024 05:00

Noticias relacionadas

Muchas de las propuestas recogidas en el programa económico de EH Bildu pueden ser suscritas sin miramientos por PNV y PSE, por citar a los dos partidos que gobiernan en Euskadi. Los discursos se bifurcan sin embargo cuando aparecen los nombres propios, grandes compañías con nombre y apellido y en muchos casos con vasos comunicantes con el mundo político.

El caso más evidente es el de Petronor, aunque en la presentación de la batería de propuestas económicas de cara a las elecciones del día 21 el candidato de Bildu, Pello Otxandiano, se refirió también a Kutxabank, Euskaltel, Ibermática o Siemens Gamesa, en el caso del banco por su pérdida de "visión de país" y en el de las otras tres por haberse fugado su centro de decisión fuera de Euskadi. De una u otra forma todas estas compañías tienen, o han tenido, vínculos a nivel de dirección con el que va a ser el gran rival de la coalición abertzale en las urnas, el PNV.

Esto no significa que no haya otras sensibilidades políticas representadas en las cúpulas de las grandes compañías vascas (el consejo de Kutxabank nació en su día tras largas negociaciones políticas y parte del patronato de la Kutxa guipuzcoana se elige directamente según el reparto en las juntas del territorio), pero por su trayectoria y su peso institucional es el partido nacionalista el que se lleva la palma. Con Josu Jon Imaz (presidente del PNV entre Xabier Arzalluz e Iñigo Urkullu) al frente de Repsol los jeltzales miden con escuadra y cartabón cualquier declaración en torno a la energética que, para terminar de embarrar el asunto, está en guerra abierta con el Gobierno central.

Electrolizador de Repsol en Petronor

Electrolizador de Repsol en Petronor EP

En ese difícil equilibrio, tiene toda la lógica que el PNV y el Gobierno vasco hayan hecho todo lo posible por impulsar aquellos proyectos de Petronor que ponen distancia con el petróleo, especialmente el Corredor Vasco del Hidrógeno y los combustibles sintéticos. Pero la tecnología en torno al hidrógeno está por desarrollar y los carburantes 'verdes' que esta misma semana empieza a producir Repsol no convencen al Ejecutivo de Pedro Sánchez, que por su parte tampoco ofrece alternativas a las refinerías. 

Pello Otxandiano (EH Bildu) e Imanol Pradales (PNV) durante actos de la campaña para el 21-A

Pello Otxandiano (EH Bildu) e Imanol Pradales (PNV) durante actos de la campaña para el 21-A

"No puede actuar de lobby"

Que Petronor, motor de la economía vizcaína, debe transformar su negocio hace años que está claro. La cuestión es a qué ritmo, con qué coste y quién paga la mudanza. Y ahí emergen las diferencias en el discurso político, desde el más conservador con los plazos y exigencias a la refinería del PNV al más rupturista y crítico con ese modelo, el de Elkarrekin Podemos, que incluso afea a EH Bildu su abrazo con el Gobierno vasco para dar salida a la nueva ley de cambio climático.

Y es que también la formación que dirige Arnaldo Otegi debe hacer sus equilibrios particulares en ese viaje hacia la moderación que, en este caso concreto, llevaba a Pello Otxandiano a reconocer que Repsol y Petronor deben ser "parte de la solución". Pero el pasado de Imaz es un buen argumento político frente a su adversario político, al que acusa de ser complaciente con discursos "retardistas" incluso "casi negacionistas" del cambio climático. "Petronor no puede dictar las políticas energéticas, no puede actuar de lobby", señalaba Otxandiano al referirse al apartado sobre la transición energética de su programa para el 21-A.

De momento el debate en torno a Petronor alimenta el rifirrafe político. Pero la realidad es que el futuro de una de las grandes industrias de Euskadi, con un millar de puestos de trabajo directos, es cada vez más gris y demanda acuerdos y soluciones.