La historia interminable del cable submarino con Francia: la obra avanza pese a los obstáculos
El parón por orden judicial durante cuatro meses de los trabajos en el lado francés no es sino el enésimo revés de un proyecto considerado estratégico llamado a jugar un papel clave en el sistema energético europeo
23 agosto, 2024 05:00Apenas han empezado las obras y el 'faraónico' cable que unirá bajo el mar las redes eléctricas de España y Francia ya se ha topado con un nuevo obstáculo, en este caso al obligar a su paralización un juez francés por su impacto en la fauna marina. El parón, que afecta únicamente a los trabajos en el lado de Francia, durará cuatro meses o hasta que las constructoras demuestren que han tomado medidas para evitar daños en delfines y otros mamíferos, tal y como avanzaba recientemente Eitb.
Pero qué son cuatro meses para un macroproyecto que lleva en tramitación desde 2017 y ocupando horas de trabajo a sus impulsores, Red Eléctrica y la gala RTE, desde hace más de una década. La idea de unir a través de un cable de alta tensión por el fondo marino ambos países responde a la necesidad de aumentar el 'caudal' por el que discurre la energía entre España y Europa, demasiado estrecha en estos momentos para dar salida a los picos de producción cuando esta supera la demanda y, al contrario, insuficiente para absorber electricidad cuando no hay viento. Pero llevar el proyecto del papel a la realidad está siendo un auténtico 'via crucis' con retrasos, aumentos en los costes presupuestados y una creciente oposición en torno a los puntos de entrada del cable a tierra.
En este lado de los pirineos eso sucede en Gatika, cerca de Bilbao, en cuyo ayuntamiento luce desde hace tiempo una pancarta en contra de la interconexión. En realidad el punto exacto por el que llega el cable desde el mar está en el municipio de Lemoiz y este atravesará también Jatabe-Maruri antes de llegar a la subestación de Gatika. Son en total cerca de 400 kilómetros de cable submarino a través del Golfo de Bizkaia que, en el lado francés, concluyen en Cubnezais, al norte de Burdeos.
Una carrera de obstáculos
El propio trazado ha sufrido modificaciones respecto al plan inicial, en parte por las propias limitaciones físicas del golfo. En ese sentido una parte del retraso que acumula la obra se debe a la necesidad de esquivar el cañón de Capbreton, que forzó un nuevo diseño del 'circuito' atravesando varias localidades francesas de forma soterrada. Un parche que, técnicamente, hace que la interconexión no sea completamente submarina y que aumenta los recelos de las plataformas francesas contrarias al cable.
Estas han logrado ya ese parón temporal por la vía judicial que, sin embargo, parece difícil que pueda dejar en suspenso un proyecto considerado estratégico tanto para España como para el propio país galo y la Unión Europea. Hay consenso entre los gobiernos, incluido el vasco, en que la interconexión debe acometerse, otra cosa es que todo paso deba medirse con escuadra y cartabón para evitar nuevos sustos.
La propia Red Eléctrica explicaba hace un par de años, cuando se dio una detallada explicación en Bilbao a los periodistas sobre la situación del proyecto y se estimó la entrada en operaciones del cable en torno a 2027, que era preferible seguir acumulando retrasos que enfrentarse a nuevos contratiempos físicos y legales. En ese sentido la consecución de los permisos administrativos y las negociaciones con los vecinos está siendo una carrera de fondo que aun no ha finalizado.
Nuevo modelo energético
Los propios consistorios afectados en Bizkaia, con Gatika a la cabeza (gobernado por independientes con el apoyo de EH Bildu) son contrarios al proyecto. Y es que en la decena larga de kilómetros que debe recorrer la nueva línea entre Gatika y el mar han aparecido también diversos obstáculos que han forzado cambios en el trazado, incluidas modificaciones para evitar el impacto en aves protegidas.
Más allá de esta batería de contratiempos lo cierto es que todo apunta a que la conexión eléctrica España-Francia va a terminar llevándose a cabo. Se trata en definitiva de otra pata en esa preparación de la infraestructura para cimentar al fin el nuevo modelo energético renovable.
Un proceso que genera críticas (en este caso desde una visión ecologista se pone el acento en que el cable servirá sobre todo para llevar energía de centrales nucleares a España) pero que a estas alturas parece incuestionable desde el punto de vista político. Y que por otro lado abre nuevas oportunidades de negocio: Red Eléctrica estima en unos 400 millones el impacto económico de las obras con un beneficio para unos 140 proveedores vascos que participarán de una u otra forma en la construcción de la interconexión.