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El nuevo plan de Tubacex a 2027 incluye como gran novedad estratégica el impulso a los negocios enfocados a la transición energética, que de hecho constituyen una nueva división en el grupo. Dentro de esos nichos 'verdes' y a la espera de que el hidrógeno pase de promesa a realidad, la gran esperanza es la captura y almacenamiento de carbono.

Este es un negocio de bajo perfil en el sur de Europa, pero que sí ha encontrado hueco en la agenda de incentivos públicos en territorios como Reino Unido y, en especial, Estados Unidos y Canadá. Recientemente han anunciado ayudas a esta industria también Australia, Indonesia o Malasia, donde precisamente Tubacex ha logrado ya un primer pedido dentro del mercado asiático.

La compañía que encabezan Manuel Moreu y Jesús Esmorís ha sabido moverse con rapidez en este segmento gracias a sus tubos premium preparados para las condiciones extremas y bajísimas temperaturas que se dan a las grandes profundidades a las que se realiza la inyección del carbono, que es el eslabón de la cadena en el que está ahora mismo Tubacex.

De hecho ya ha habido una primera entrega en el estado de Dakota del Norte y hay muchos más en el horizonte que se esperan cerrar una vez se estabilice la situación política y concluya este impasse administrativo tras las elecciones que enfrentarán este día 5 a Kamala Harris y Donald Trump.

Trabajador de Tubacex. / EP

Un impulso de Trump

En estos momentos el sector aguarda en primer lugar el resultado de esa cita con las urnas en el gigante norteamericano y, sobre todo, al desarrollo posterior de los incentivos que puso sobre la mesa para esta actividad la administración de Joe Biden.

La captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS) se considera por muchos países una apuesta a medio plazo esencial para conseguir cumplir los objetivos climáticos a 2050, ya que sirve para canalizar el CO2 de todos aquellos sectores que no logran dar con alternativas viables a los combustibles fósiles (acero, cemento o petroquímicas).

A priori parece que para el desarrollo de las inversiones en esta tecnología es más favorable una victoria de Kamala Harris, que debería dar continuidad a las ayudas de Biden, mientras que en caso de que Trump llegue a la Casa Blanca casi todo es una incógnita.

El controvertido multimillonario, pese a su particular visión sobre el cambio climático, aprobó en su anterior mandato un paquete de estímulos económicos para la captura y almacenamiento de carbono y de hecho el gobierno republicano podría ver aquí un alternativa para 'parchear' a nivel medioambiental esa supuesta reactivación de los combustibles fósiles que promete estos días Trump a sus seguidores.

El CEO de Tubacex, Jesús Esmorís y el presidente de Tubacex, Manuel Moreu. EP

EEUU, líder mundial

Aunque la captura de carbono sigue siendo una industria incipiente con pocas plantas operativas a nivel mundial, el acelerón de Biden apunta a una verdadera revolución con Estados Unidos a la cabeza.

Según Bloomberg, la capacidad del país gracias a ese plan se va a multiplicar por siete hasta 2035 hasta 164 millones de toneladas de CO2 capturado, un nivel muy superior al proyectado por las otras grandes potencias.

Encuentro con inversores de Tubacex

Tubacex, que hace tiempo que optó por producir menores cantidades de tubo pero de mayor calidad y resistencias, tiene pocos competidores a nivel mundial en este tipo de mercados y, si no hay un giro brusco por parte de Trump, está a las puertas de obtener por esta vía un refuerzo importante en su volumen de trabajo.

El plan estratégico de la compañía asigna a esa nueva división low carbon, en la que se incluye además del CCUS, el hidrógeno, los fertilizantes y el reaprovechamiento de materiales para hacer tubos, 100 millones de euros facturación para 2027 (de una cifra de negocio total prevista de entre 1.200 y 1.400 millones). Pero el cálculo en realidad está muy condicionado a cómo evolucionen las distintas técnicas asociadas a la descarbonización.

La apuesta 'verde' es a largo plazo pero teniendo en cuenta el futuro del oil&gas casi puede decirse que la compañía está obligada a que el reenfoque del negocio salga bien, sobre todo pensando en la década próxima.

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