
Un hombre conectado a una CPAP, una máscara que mantiene la vía respiratoria abierta durante el sueño
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No duermo bien. ¿Cómo saber si tengo apnea del sueño?
La AOS es un trastorno grave por el que la respiración se interrumpe de forma repetida el tiempo suficiente para perturbar el descanso nocturno
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El sueño es un proceso biológico fundamental que permite al cuerpo y al cerebro recuperarse y funcionar de manera óptima. Durante el descanso nocturno, se llevan a cabo diversas funciones esenciales, como la reparación de tejidos, la consolidación de la memoria y la regulación de hormonas.
Dormir bien es clave para mantener un estado de salud adecuado, un buen rendimiento cognitivo y un equilibrio emocional. Sin embargo, cuando el sueño se ve interrumpido o no es de calidad, pueden aparecer problemas de salud que afectan la vida diaria.
Uno de los trastornos del sueño más comunes y potencialmente graves es la apnea obstructiva del sueño (AOS). Esta condición ocurre cuando los músculos de la garganta se relajan excesivamente mientras dormimos, lo que provoca un estrechamiento o cierre temporal de las vías respiratorias.
Como resultado, la persona deja de respirar durante breves períodos, lo que genera múltiples despertares a lo largo de la noche para recuperar la respiración. Aunque estos despertares suelen ser tan breves que el paciente no los recuerda, impiden que se alcance un sueño profundo y reparador.
Síntomas y factores de riesgo
Los síntomas más comunes de la apnea obstructiva del sueño incluyen ronquidos fuertes y persistentes, pausas en la respiración observadas por otra persona, sensación de ahogo o jadeo durante el sueño y despertares frecuentes con la boca seca o dolor de garganta.
Además, pueden presentarse dolores de cabeza matutinos, somnolencia excesiva durante el día, lo que incrementa el riesgo de accidentes, así como dificultad para concentrarse y y cambios en el estado de ánimo.
Entre los factores de riesgo más importantes se encuentran el sobrepeso y la obesidad, ya que el exceso de grasa en la zona del cuello puede ejercer presión sobre la vía respiratoria.
Otros factores incluyen alteraciones anatómicas, como una mandíbula pequeña, una base lingual prominente o tejidos blandos flácidos, así como antecedentes familiares de apnea del sueño. También pueden influir hábitos de vida, como el consumo de alcohol y tabaco, que favorecen el colapso de la vía aérea.
Tratamientos convencionales: CPAP y Medidas higiénico-dietéticas
El tratamiento inicial de la apnea obstructiva del sueño suele basarse en medidas que ayudan a reducir los factores de riesgo. Entre ellas destacan la pérdida de peso, la práctica de ejercicio regular y evitar el consumo de alcohol antes de dormir. Sin embargo, en muchos casos estas medidas no son suficientes, y es necesario recurrir a dispositivos médicos.
Uno de los tratamientos más eficaces es la presión positiva continua en la vía aérea (CPAP, por sus siglas en inglés). Este dispositivo consiste en una máscara conectada a una máquina que suministra aire a presión, manteniendo la vía respiratoria abierta durante el sueño y evitando los episodios de apnea.
Aunque la CPAP es altamente efectiva, no todos los pacientes logran adaptarse a su uso debido a la incomodidad de la máscara o la sensación de sequedad en la garganta.
Alternativas quirúrgicas
Cuando la CPAP y otras terapias convencionales no son viables o no resultan efectivas, la cirugía se convierte en una opción a considerar. “La cirugía es especialmente recomendable en pacientes jóvenes o en aquellos con anomalías anatómicas significativas que dificultan la respiración”, aconseja el doctor Joan Brunso, jefe del servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Quirónsalud Bizkaia.
Los procedimientos quirúrgicos para la apnea obstructiva del sueño buscan modificar la estructura de la vía respiratoria para prevenir su colapso. “Entre las técnicas más comunes se encuentra la cirugía maxilomandibular, que consiste en reposicionar los maxilares para ampliar el espacio por donde pasa el aire, con una tasa de éxito superior al 70% en pacientes seleccionados”, apunta el doctor Brunso.
“Otra opción es la uvulopalatofaringoplastia, que elimina tejidos excesivos del paladar y la garganta para mejorar el flujo de aire. También existe la estimulación del nervio hipogloso, una técnica mínimamente invasiva en la que se implanta un dispositivo que estimula el nervio responsable de controlar la lengua, evitando su colapso y manteniendo la vía aérea abierta”, añade el especialista.
Antes de optar por una cirugía, es fundamental realizar una evaluación detallada del paciente. “Actualmente, los especialistas utilizan una técnica llamada endoscopia en sueño inducido, que permite observar en tiempo real cómo se comportan las estructuras de la garganta durante el sueño. Esto ayuda a determinar el tipo de tratamiento más adecuado para cada caso”, explica el cirujano maxilofacial.