Hace unos días conocimos una sentencia de un juzgado de Vitoria, en concreto del jugado de lo Contencioso Administrativo número 3, que obliga a un ayuntamiento de este territorio a readmitir a una trabajadora, que llevaba la friolera de seis años como interina, y que había sido despedida por no acreditar el perfil lingüístico de euskera que en principio se exige para el puesto.
Entre los argumentos que exhibe la jueza para declarar nulo el despido, ha puesto sobre el papel las dificultades que entraña aprender el euskera y al parecer, encima no lo ha hecho de la mejor forma posible sino de forma absolutamente zafia y criticable al incluir cortapegas de algún que otro blog. Mal hecho si es así, ya que lo único que consigue es añadir más leña al fuego. Argumentos y formas que como era de prever en cualquier caso, no han dejado prácticamente a nadie impasible, todo lo contrario, han levantado ampollas y han generado una buena polvareda alimentada en los medios y en las redes sociales.
El euskera al igual que cualquier otra lengua debe servir para unir, para cohesionar, para comunicar, para encontrarnos y para enriquecernos cultural y socialmente.
Lo cierto es que las referencias al euskera son un argumento más de los que se utilizan para declarar nulo el despido, y si bien es el más controvertido por polémico, no parece ser el más contundente, cuando en paralelo se explica que si la trabajadora ha desempeñado las mismas funciones durante seis años, es difícil agarrarse a un problema de capacitación para ejercerlas. Se da la circunstancia además, que esta trabajadora ha sobrepasado los 45 años, con lo que de acuerdo con la norma no puede exigírsele perfil lingüístico. Pero nos hemos quedado en la primera parte, en la de la afrenta a la lengua vasca y de paso, volvemos a convertir el idioma en un arma arrojadiza a través de una sentencia que por cierto, va a ser recurrida por el consistorio afectado.
El euskera al igual que cualquier otra lengua debe servir para unir, para cohesionar, para comunicar, para encontrarnos y para enriquecernos cultural y socialmente. Todo lo que se aleje de ese planteamiento es pernicioso para la lengua. Desgraciadamente, como casi todo, unos y otros terminan usándolo para hacer política, y ahí es donde nos perdemos, haciéndole un flaco favor a un idioma que cuanto más se hable, cuando más se cuide, cuanto más alejado de criterios políticos esté, mejor acogida tendrá y de mejor modo preservará su futuro.
Nos hemos quedado en la primera parte, en la de la afrenta a la lengua vasca y de paso, volvemos a convertir el idioma en un arma arrojadiza a través de una sentencia que va a ser recurrida por el consistorio afectado
Es curioso además que en la polémica que se ha suscitado tras la sentencia sean aquellos que usan sistemáticamente afirmaciones permanentes contra la precarización del empleo y contra la temporalidad, quienes admitan como bueno un despido por razones lingüísticas, obviando las cuestiones puramente laborales que también han sido esgrimidas por la jueza y que estoy convencida de que si en lugar de tratarse de una administración pública, la trabajadora perteneciera a cualquier empresa privada estarían aplaudiendo por admitir las capacidades de la empleada para desempeñar sus funciones. Curiosas defensas o ataques, dependiendo de las circunstancias que adornen cada caso.
Sería en todo caso malo y nocivo para el euskera que se empezaran a judicializar situaciones de este tipo y que nos encontráramos con una cascada de contenciosos con demandas parecidas a esta, que no benefician a nadie, pero al que menos al idioma que busca protegerse.
En todo caso y sin ánimo de ofender a nadie, en un momento en el que todos admitimos la falta de determinados perfiles profesionales, cuando por ejemplo somos más conscientes que nunca de que se deben reforzar los recursos humanos en sectores tan sensibles como la educación o la sanidad, igual es bueno preguntarse hasta qué punto conviene o es pernicioso que acreditar o no un perfil lingüístico, sea la barrera para acceder al talento.
Sería en todo caso malo y nocivo para el euskera que se empezaran a judicializar situaciones de este tipo y que nos encontráramos con una cascada de contenciosos con demandas parecidas a esta
Supongo, quiero suponer que todos deseamos que se contrate a los mejores sobre todo allí donde somos más vulnerables y donde lo consideramos más necesario.
Y eso no debe ir en detrimento del euskera, todo tiene su tiempo y su espacio pero las barreras nunca son buenas, sobre todo para aquellos que no pueden franquearlas y sobre todo, si eso nos priva de los mejores.