Mi thermomix no tiene género

Jamás había pensado en el género del robot de cocina que preside la cocina de mi casa, jamás. Puede que sea porque su uso no es exclusivamente mío, sino que cualquiera de las tres personas que vivimos en ella (dos hombres además de yo misma) la utilizamos sin pensar si estamos haciendo algo que no se corresponde con “nuestras labores”. Yendo un poco más allá, en mi casa no hay labores de hombres ni de mujeres. Lo mismo te toca cambiar un enchufe que fregar un plato, cocinar para la cena que tender la colada, pintar la pared que coser un botón. Nunca hemos hecho distinción de género en los trabajos domésticos.

Cuando supimos que el premio por ganar la Carrera de la Mujer de Madrid era una Thermomix, lo primero que dijimos fue ¡vaya regalazo!

Debe de ser por eso que cuando supimos que el premio por ganar la Carrera de la Mujer de Madrid era una Thermomix, lo primero que dijimos fue ¡vaya regalazo! Sabemos de las bondades de ese electrodoméstico o de cualquiera similar pero de marca blanca, ya me entienden. Desde que entró en nuestra casa se convirtió en el aparato más utilizado por lo mucho que agiliza los procesos de preparación de los alimentos de una forma muy saludable. Sin más.

La Secretaria de Estado para la Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez Pam, escribió en la red social Twitter: “En la Carrera de la Mujer a la primera le dieron una thermomix y al resto productos 0%. Si triunfas ama de casa y si no al menos adelgaza. El problema no es lo “rosa” sino que las empresas lo usen para tapar lo importante como la lucha contra el machismo. Hacen falta más carreras aún”. Y se armó el taco. Soy corredora desde hace muchos años. He participado, y sigo haciéndolo, en innumerables pruebas, he recibido muchos regalos en la bolsa de la corredora, aquella en la que las marcas patrocinadoras meten productos de promoción, y he hecho algún que otro podio en el que, como en la Carrera de la Mujer, he recibido trofeos.

Antes de inscribirme a una prueba leo el reglamento y si detecto algún atisbo de sexismo o de discriminación, lo denuncio. Ante la organización de algunas carreras he denunciado la diferencia de premios entre hombres y mujeres, que la distancia a recorrer sea menor para nosotras que para ellos o que las categorías femeninas no se contemplen como las masculinas, es decir, que las de ellos lleguen, por ejemplo, hasta los 70 años y las nuestras hasta los 50. Puedo decir con orgullo que en la mayoría de las ocasiones, las organizaciones han atendido mis peticiones y poco a poco, aun quedando recorrido, vamos eliminando las discriminaciones. Además pertenezco a un movimiento internacional llamado Run Equal que trabaja por la igualdad en el mundo del running y en el deporte femenino en general. Así que sé de lo que hablo. Para cerrar el círculo, me siento, me declaro y ejerzo de feminista allá donde voy, algo que, como a casi todas, me ha costado algún que otro disgustillo que se ha solucionado con sororidad.

Es un contrasentido que en una prueba deportiva regalen alimentos que perjudican nuestra salud así que la organización creo que hace lo correcto al intentar que sean productos más sanos

Que la Secretaria de Estado para la Igualdad y contra la Violencia de Género critique que los productos de la bolsa de la corredora fuesen 0% me lleva a pensar que anda un poco perdida en esto de la vida saludable. Me molesta cuando en alguna de esas bolsas nos dan snacks cargados de aceite de palma o de sal o ultraprocesados llenos de azúcares. Si se dan productos 0% es porque son más saludables (habría que leer la etiqueta, claro) no porque vayan a favorecer el adelgazamiento. Es un contrasentido que en una prueba deportiva regalen alimentos que perjudican nuestra salud así que la organización creo que hace lo correcto al intentar que sean productos más sanos los que lleguen a nuestras manos.

En mi casa hemos superado eso de que los electrodomésticos son para mujeres y ahí está la clave

En cuanto al premio principal, la famosa Thermomix, la marca era patrocinadora del evento y por lo tanto, regala su producto como promoción. En mi casa hemos superado eso de que los electrodomésticos son para mujeres y ahí está la clave. De hecho, el último regalo que le hice a mi hijo fue una freidora de aire. Ha sido una buena educación en igualdad la que ha hecho que nadie cuestione que cocinar no tiene sexo, ni género. Decir que regalar un aparato que ayuda a elaborar platos más sanos y saludables significa que quieren meternos en la cocina es tener la piel muy fina y rizar un rizo que puede tener un efecto boomerang. Hay veces que las ramas no nos dejan ver el bosque y creo que esta vez ese ha sido el caso.

Debe de ser cuestión de educación donde, por cierto, está el meollo de la cuestión

Si mezclamos las cosas, confundimos, si confundimos, erramos el tiro y si el objetivo acaba siendo difuso, se abandona. Aplaudo el seguimiento de las cosas que pasan con las gafas moradas puestas pero cuando nos equivocamos y nos lo aclaran, rectificamos.

No sé qué le pasa por la cabeza a quien regala electrodomésticos. Supongo que aún quedan personas que siguen pensando que son para uno u otro sexo, pero quizá la igualdad real no pase por no regalárselos a las mujeres. Como decía al principio, me alegra saber que en mi casa tanto a los hombres como a las mujeres, un robot de cocina nos parece un regalazo. Debe de ser cuestión de educación donde, por cierto, está el meollo de la cuestión.