Aerogenerador Siemens Gamesa. EP

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Opinión

¿Camina Gamesa hacia la desaparición?

30 junio, 2023 05:00

Unos días antes de que se diera a conocer la intención de Siemens de lanzar una OPA sobre Gamesa, el presidente del principal accionista del fabricante de molinos, José Ignacio Sánchez Galán, convocaba a Andoni Ortuzar, el jefe del PNV, para comunicarle la "buena" nueva. Su intención no era otra que amortiguar una posible resistencia de Lakua hacia la compra por los alemanes de la joya de la ingeniería vasca. Todo era positivo: el precio era perfecto, la sede se mantendría en Euskadi y hasta se crearía un centro de excelencia de Siemens en Zamudio.

Galán, que se mueve como Pedro por su casa por Sabin Etxea, consiguió su objetivo y Gamesa se entregó sin resistencia a la multinacional germánica. En medio del idilio vasco-alemán, el propio presidente de Iberdrola consiguió que su mismísimo yerno, David Mesonero, se acoplara a la compañía que integraba los activos renovables de Siemens y los de la firma de Zamudio como director financiero, un puesto clave. Duró muy poco, como todos, sin excepción, los anteriores directivos "españoles" de Gamesa, empezando por el donostiarra Ignacio Martín, que había catapultado a la compañía a lo más alto del mundo.

El problema de fondo es que Siemens, un conglomerado de empresas industriales con casi dos siglos de historia, arrastra problemas de gestión muy graves

El problema de fondo es que Siemens, un conglomerado de empresas industriales con casi dos siglos de historia, arrastra problemas de gestión muy graves. Al margen de los diversos escándalos de corrupción que ha protagonizado, incluido uno en relación con la construcción de la primera línea del AVE en España, funciona como una apisonadora a la hora de integrar compañías. En Gamesa empezó comiéndose su incipiente negocio offshore, el que estaba llamado a registrar mayores crecimientos, y terminó zampándose hasta la sede de Zamudio, hoy repartida entre Madrid, Orlando y Hamburgo.

Al margen de que la cultura empresarial alemana tiende más hacia las jerarquías que la latina, en Siemens en particular existe una necesidad de recolocar en las filiales a directivos de la casa, porque los genera en exceso y no está bien visto despedirlos. De hecho, por Gamesa han pasado ya tres CEOs germanos y todos han sido después recolocados. Esa repentina irrupción de "jefes" que no tienen mucha idea del negocio ordinario genera fricciones, retrasos y errores de todo tipo, especialmente en aquellas compañías que tienen un importante componente tecnológico, como es el caso de Gamesa. "Los directivos alemanes vienen encantados a España, porque tienen una imagen idílica del país y se creen que esto es jauja. Pero luego cometen error tras error porque no entienden lo que los clientes quieren", explica un trabajador de Gamesa.

A este choque de trenes culturales hay que sumarle una coyuntura nefasta, que incluye una pandemia, una enorme subida de los costes para proyectos con un precio ya comprometido, una creciente competencia china y las dificultades logísticas que han afectado a toda la industria en general. Son excusas que también han lastrado a Vestas y a General Electric, las dos principales compañías "occidentales" a las que se suele enfrentar Siemens Gamesa en los concursos de compra a los que accede. Y son los argumentos que ha empleado hasta ahora para justificar las constantes pérdidas que registra desde que Siemens compró al fabricante vasco de molinos.

Lo novedoso es la excusa de los fallos técnicos. Según reconocía hace una semana el CEO actual de Siemens Energy, que integró recientemente a Gamesa, Christian Bruch, los modelos de turbinas 5x, las más grandes, están dando diversos problemas. No aclaró ni los fallos ni las medidas que se estaban tomando para corregirlos, lo que sorprendió a los periodistas de Bloomberg y Reuters que le escucharon, atónitos, porque no es habitual que el máximo responsable de una compañía se dispare en el pie de esa manera. Hasta el ejecutivo más torpe sabe que, a la hora de hablar de la calidad de los productos que fabrica uno, hay que transmitir siempre seguridad.

Como no podía ser de otra manera, la vaguedad del mea culpa provocó una radical caída de la cotización de la empresa por encima del 30%. Hacía muchos años que no se veía algo igual en la bolsa alemana. A tal punto llegó el desconcierto de los analistas que al día siguiente le preguntaron a uno de los principales clientes de Gamesa, la eléctrica alemana RWE, si sus molinos estaban registrando algún tipo de problema. Rápidamente dijeron que no. Se sabe, sin embargo, a raíz de la reclamación de una compañía de Singapur, que algunos que se han instalado (y fabricado) en India sí que no están dando los resultados esperados en cuanto a vibraciones.

Da la sensación, por todo ello, que la ingeniería de los nuevos molinos hizo su trabajo y a la hora de producirlos, en algunas plantas, no todo ha ido bien. Bruch dejó caer incluso que los culpables podrían ser los proveedores de algunos componentes, como los rotores o los rodamientos. Sea como fuere, todo indica que lo que está fallando es la gestión de una compañía que hasta que cayó en manos de Siemens diseñaba y fabricaba en plazos razonables que permitían detectar eventuales problemas antes de pasar a la producción en serie. De hecho, los modelos que hacía Gamesa siguen operativos con una disponibilidad del 98%.

Dentro de muy poco tiempo, menos de dos años en España, producir electricidad en horario solar apenas va a ser rentable, por el exceso de capacidad instalada

Y urgen soluciones, porque la energía eólica tiene un brillante futuro por delante. Es cierto que la fotovoltaica ha tomado la delantera gracias a una espectacular reducción de los precios, de hasta un 90%, que ha hecho que los costes de generación estén hoy al nivel de los de la energía nuclear. Pero se están colocando tantas placas y las tecnologías de almacenamiento están tan retrasadas que dentro de muy poco tiempo, menos de dos años en España, producir electricidad en horario solar apenas va a ser rentable, por el exceso de capacidad instalada.

Las empresas vascas que se han forrado promoviendo parques solares, como Solarpack o la propia Iberdrola, o las que fabrican estructuras, seguidores y electrónica de potencia para plantas fotovoltaícas son conscientes de que tienen que diversificar. Y la generación eólica es, a día de hoy, la única alternativa razonable, por una razón fundamental: el viento suele soplar más horas que las que luce el sol. Que Gamesa desapareciera con esta enorme oportunidad de por medio sería absurdo.