El círculo del empleo
Los círculos pueden ser entre otras cosas, viciosos o virtuosos, y obviamente, es mejor apostar por los segundos, sobre todo si cuando hablamos de esta figura geométrica, nos referimos al empleo.
Falta desde luego mucho, para que el círculo del empleo sea virtuoso. El círculo perfecto sería el de 100% de empleo y todas las necesidades cubiertas. Difícil de conseguir, pero cuando menos tenemos que intentar acercarnos.
Hace ya mucho tiempo que sabemos que las piezas del puzzle no terminan de encajar, y en concreto, que mientras sigue habiendo un número muy importante de parados, quienes están en disposición de contratar, no lo hacen porque no encuentran los perfiles que necesitan para poder incorporarlos al mercado laboral. Y la brecha va haciéndose cada vez más grande. Cuando uno se plantea quienes son los agentes que intervienen en el proceso le salen del tirón: administración, desempleados, empleados y futuros trabajadores, empresas y entidades de formación. Entre todos ellos debe despejarse la X de la ecuación del empleo, y evidentemente, cada uno tiene una responsabilidad diferente en el proceso.
A la administración le compete en primer lugar ser consciente de la situación, que a veces parece que esta historia le pasa totalmente desapercibida, y una vez que se tiene claro que este es un problema que va a más, poner en marcha políticas para frenar el problema. Es necesario un diagnóstico fiel de la situación real, y un buen mapa en el que pueda verse cuáles son las carencias reales y los perfiles que se necesitan, e intentar generarlos.
Respecto a los desempleados también deben ser proactivos a la hora de ver qué está demandando el mercado, y valorar si a través de la formación pueden adquirir las destrezas suficientes para acceder a alguno de los puestos vacantes.
No basta solo con alzar la voz para decir “no tenemos gente”, hay que adquirir compromisos reales de contratación para que el círculo se cierre de la forma correcta
Los formadores por su parte deben ser conscientes en todo momento de que su trabajo pasa por enseñar en aquellos campos en los que los alumnos pueden tener futuro, y esto debe trabajarse desde el principio, desde que los niños se escolarizan. Es muy importante que desde el principio se trabaje en aquellos ámbitos en los que realmente hay alguna expectativa, lo demás puede ser bucólico, pero termina siendo frustrante. Me consta que tanto la universidad como sobre todo, los centros de formación profesional llevan trabajando mucho tiempo con estas premisas. Aun así, la realidad es tozuda y nos demuestra que no es suficiente, todavía hay que afirmar más.
Finalmente, algunas empresas también tienen que mejorar su gestión en estos procesos. No basta solo con alzar la voz para decir “no tenemos gente”, hay que adquirir compromisos reales de contratación para que el círculo se cierre de la forma correcta. Muchas ya lo hacen, y además con excelentes resultados. En este sentido, la formación dual ha demostrado ser un excelente instrumento para conciliar las expectativas de prácticamente todos. Las empresas disponen de gente que adquiere destrezas mientras hace prácticas en las compañías, y los alumnos aprenden mientras ponen en práctica los conocimientos adquiridos. En la mayor parte de las ocasiones una vez terminada la formación se quedan en las empresas, lo cual sin duda, beneficia a todas las partes.
Ese es el camino a seguir pero incluyendo formación para los perfiles en los que no hay gente. Y no es suficiente con incluir un módulo de FP sobre algún perfil concreto, los formadores y las empresas saben que además hay que generar vocaciones. Ese es un trabajo complicado, pero es la piedra filosofal para resolver el puzzle encajando todas las piezas.
Hay profesiones que requieren más labor didáctica y de divulgación que otras, en muchos casos por desconocimiento. No todo el mundo sabe lo que se hace en una fundición o qué es un fresador por poner algunos ejemplos. Y si no se sabe, difícilmente se va a optar profesionalmente por ese camino.
Es responsabilidad de todos dar a conocer los valores de esas profesiones que teniendo trabajo no disponen de trabajadores, algunas lo resuelven impartiendo ellos mismos la formación, pero está claro, que no es suficiente.
Si todos los agentes que se mueven este círculo asumen su responsabilidad y caminan en el mismo sentido, el círculo acabará siendo virtuoso, de no ser así, no nos quedará ni círculo.