¿Logrará el nuevo PP vasco atraerse a votantes del PNV?
Si nada cambia, Javier de Andrés será el nuevo presidente del PP vasco y abrirá así una nueva etapa para los populares en Euskadi. No es sorprendente su nombramiento, De Andrés viene de recuperar un escaño perdido por Álava con una buena campaña alejada de grandes polémicas y sin los aspavientos a los que nos acostumbraba Javier Maroto para conseguir la atención de los medios de comunicación.
No obstante, esta renovación de cargos dirigentes dentro del PP vasco parece (según las declaraciones de los propios dirigentes del PP) que traerá una nueva estrategia electoral: robar votos del PNV. La argumentación tras este cambio es que hay votantes del PNV descontentos con los jeltzales por apoyar a Pedro Sánchez en Madrid. Este sorpresivo giro estratégico me ha llamado la atención y me hace lanzar una reflexión: ¿hasta qué punto el PP de Euskadi está en disposición de atraer a votantes del PNV hacia sus siglas?
Voy a intentar resolver esa duda:
En primer lugar, hay que tener en cuenta el carácter bidimensional de la política vasca: en Euskadi operan dos ejes principales que explican el surgimiento de los partidos, sus ideologías o cómo y porqué votan los ciudadanos. Estos ejes de confrontación son el eje clásico ideológico (izquierda vs derecha) y el eje identitario (centralismo vs independentismo) en estos ejes se sitúan los partidos y los votantes. Aquí encontramos el primer problema para el PP y su objetivo de arrancar votos al PNV.
En el eje identitario el PP aparece demasiado escorado hacia el centralismo y si bien es cierto que en los últimos años ha suavizado esta posición, el votante del PNV sigue apareciendo más hacia el nacionalismo vasco o independentismo y se me hace difícil pensar que un número importante de votantes del PNV pueda contemplar la opción de votar al PP (puede que sí en unas generales, pero no en unas autonómicas).
Como ejemplo de esta lejanía entre votantes del PNV y PP en el último sociómetro vasco el grado de simpatía que tenían los votantes del PNV hacia los populares era de un 1,8 sobre 10, es decir, el PP sería el partido que menos simpatías despierta entre los votantes del PNV si no tenemos en cuenta a Vox y se quedaría muy lejos del PSE que es el partido que más simpatía despierta entre esos mismos votantes con un 4,8 sobre 10.
Algunos dirán que el eje nacional ha atenuado su importancia en los últimos años y que ahora las tensiones del debate público y entre los partidos giran en torno a las cuestiones ideológicas. No les falta razón. De hecho, la polarización del voto entre PNV y EH Bildu es un buen indicador de esto, pero no hay que olvidar dos elementos: por un lado, que el eje identitario a pesar de haber perdido presencia en los últimos años, sigue teniendo una presencia importantísima en Euskadi y sigue marcando las barreras electorales de transferencia del voto entre partidos (aunque no tanto). Hay que tener en cuenta que buena parte de la cultura política del país gira en torno a este eje y ha generado y sigue generando grandes tensiones ideológicas.
La segunda cuestión es el posicionamiento ideológico de los votantes del PNV. Los votantes jeltzales se sitúan en el 4.8 de la escala ideológica (es decir, ligeramente inclinados a la izquierda), Los votantes populares en el 6.3 y solo 0.1 más centrados que los votantes de VOX. El PP vasco puede suavizar un poco esta inclinación a la derecha para acercarse al promedio de los votantes del PNV, pero corre el riesgo de perder votantes hacia la posición cercana de VOX. La operación es posible, pero muy arriesgada.
Dejemos de lado lo estructural y vayamos a lo coyuntural. En la actualidad, los votantes no solo votan por influencia de los dos ejes ya comentados, además lo hacen por cuestiones coyunturales u otros ejes que apelan a cuestiones de índole más moral. He oído a algún dirigente popular (en los tiempos en los que Feijoó intentaba seducir sin mucho éxito al PNV) que los votantes del PNV estaban descontentos con el gobierno Sánchez y por la posición de los jeltzales con respecto a la “ley trans” no sé qué datos tenía este dirigente popular para tal afirmación y es cierto que los estudios al respecto no tienen muchos detalles, pero sí sabemos que una encuesta de GESOP sobre la ley trans determinó que Euskadi era la comunidad autónoma con mayor grado de apoyo a dicha ley (un 70% de apoyo). Se me hace difícil pensar que una parte importante del electorado del PNV tienen una posición negativa sobre esa ley en concreto y menos que esa oposición pueda ser motivo suficiente para variar el voto.
Pero si es cierto que en los temas morales (aborto, matrimonio igualitario, feminismo, eutanasia, etc.) podríamos llegar a pensar que los populares y los jeltzales tienen puntos en común o posiciones muy cercanas. Esto para mí es un apriorismo, poco más que un sesgo que no se ha podido demostrar. Es más, tengo la sensación que los votantes del PNV se han moderado en estas cuestiones y o bien no le dan tanta importancia o bien ya no tienen una posición tan conservadora al respecto de estos temas, y por tanto siguen muy alejados de las posiciones del PP.
Otro de los argumentos del PP para justificar ese giro estratégico es un supuesto descontento de votantes del PNV con el Gobierno de Sánchez. En las últimas elecciones generales el PSOE dio una pequeña gran sorpresa al mejorar los datos que le daban las encuestas, lo que impidió la mayoría absoluta PP+Vox. En una medida importante esa recuperación socialista se dio sobre todo en Euskadi. Basta con mirar los datos de algunos municipios con mayorías tradicionales jeltzales y como ese voto perdido por el PNV se fue mayoritariamente al PSE y no al PP. Puede que estén descontentos con Sánchez, pero siguen votando para que no gobierne el PP.
El PP en Euskadi tiene el gran reto de recuperarse de años de resultados muy pobres y es loable un giro moderado hacia el centro (si Ayuso les deja dar ese giro), pero no parece que ese viraje al centro les vaya a acercar mucho a potenciales votantes que hoy optan por el PNV. Las barreras de identidad nacional pero también las ideológicas parecen insalvables.