Desvelábamos en Crónica Vasca este martes por la tarde que el Gobierno de Pedro Sánchez, que se renovará este mismo viernes, estudia avalar a Siemens Gamesa con 3.000 millones de euros. Así lo admitía después el propio Ministerio de Industria. Horas antes, además, contábamos que el Gobierno alemán ya había aceptado avalar a la matriz germana, Siemens Energy, con una cantidad multimillonaria que rondaría entre 12 y 15.000 'kilos'. A grandes males, grandes remedios.
Es, al cabo, la crónica de un rescate anunciado. Los problemas de la compañía energética se habían desbocado y amenazaban con provocar una crisis demasiado severa. Los graves problemas con las turbinas defectuosas han provocado el agujero que ahora taparán los gobiernos, pero también hubo otras decisiones erróneas en la gestión que han llevado a este desaguisado.
Así las cosas, los más de 6.000 millones de pérdidas acumuladas desde la fusión sólo pueden taparse con una ayuda estatal, biestatal en este caso, con dos de las primeras economías de Europa arrimando el hombro para salvar a una compañía en serios apuros. Casi nada.
Cabría preguntarse, y ya perdonarán el paréntesis, por la justicia que entraña salvar a grandes compañías, ustedes me entienden, lo de nacionalizar las pérdidas y privatizar los beneficios, porque lo de la ley eterna del mercado sólo sirve cuando conviene, pero no nos andaremos por esos cerros seudocomunistas en un momento tan crucial. La cosa es que este rescate doble en forma de ciclópeos avales -no tengan duda de que Sánchez avalará también- parece la receta perfecta para salvar al gigante herido.
Si, como exigen los sindicatos, el rescate de ambos gobiernos sirve para preservar los miles de empleos de Siemens Gamesa en España, habrá que celebrarlo. Sobre todo aquí, en Euskadi, donde una hipotética caída de esta empresa podría resultar demoledora para su plantilla (en Zamudio, Mungia y Asteasu), para los numerosos proveedores afectados y, por ende, para toda la economía de la comunidad.
No obstante, incluso con todos los avales del mundo en esta operación en ciernes, continúan las dudas. En el futuro de Siemens Gamesa aún se atisban fuertes nubarrones.