Tolerancia cero con la violencia de género

Tolerancia cero con la violencia de género

Opinión

Duele 2023

27 diciembre, 2023 05:00

Duele especialmente este 2023 que llega a su fin por los datos que nos deja sobre violencia machista. Un annus horribilis que nos arroja a la cara una bofetada de vidas de mujeres robadas por el machismo, con las peores cifras de los últimos cuatro años. Rozando fin de año, son casi sesenta las mujeres asesinadas. A principios de mes contabilizábamos cincuenta y seis menores huérfanos y al menos dos niños han sido víctimas de violencia vicaria. Duele hasta el alma porque tras esos números hay madres, hijas, hay una amiga, vecina o compañera de trabajo. Proyectos y sueños que no se llegarán a realizar porque alguien juró que mía o de nadie. Porque hubo fallos a la hora de proteger a las valientes que denunciaron, porque quien no denunció no sintió que esta sociedad podía protegerla y porque, quizá, le dijeron que el amor es incondicional y que hay que aguantar.

Son ya dos décadas desde que se registran datos sobre violencia de género. Una serie histórica que nos dice que, sin embargo, la curva es descendente, un 29% menor. Probablemente, por eso, este despunte deba hacernos preguntarnos por qué. Los indicadores donde hay que incidir más y mejor son innegablemente en la valoración de riesgo adecuada y para ello, es necesario persistir en la formación en los ámbitos donde operan los mecanismos de protección, especialmente justicia y Fuerzas de Seguridad del Estado.

Los discursos negacionistas son directamente proporcionales al incremento de casos, ya que una mujer desamparada en el contexto social y familiar retrasará o no identificará su riesgo aumentando su vulnerabilidad. Sin educación, los jóvenes acuden al cibermundo de internet donde campan a sus anchas los referentes a los que escuchan, plagados de discursos antifeministas y banalizadores de la violencia de género. Hoy en día son el doble los adolescentes negacionistas de esta violencia, uno de cada cinco. Duele.

Hoy en día son el doble los adolescentes negacionistas de esta violencia, uno de cada cinco

Nos duele Gaza hasta el tuétano. Arde por dentro la impotencia de saber lo que está sucediendo y que los motores del mundo político democrático estén permitiendo la hambruna, la negación de ayuda humanitaria mínima y el mayor número de civiles asesinados en un periodo de poco más de dos meses ante la mirada impune de los Organismos internacionales, se han superado ya los veinte mil fallecidos. Un niño muere en Gaza cada diez minutos, 1,9 millones de personas desplazadas sin posibilidad de refugio, lo sabemos y no podemos más que gritar con la esperanza de que quien pueda escuche.

La sordera espuria de los intereses políticos hace especialmente repugnante los bloqueos de EE.UU. en el Consejo de Seguridad de la ONU que solicitaba un alto el fuego. El Gobierno israelí se siente libre en su venganza, mientras Hamas asfixia la posibilidad de un interlocutor político palestino. No liberará a los rehenes que aún mantiene en su poder e Israel no reconocerá la existencia de un Estado palestino. Duele.

Y aunque informativamente todos los ojos se hayan volcado en la Franja de Gaza, no podemos, ni debemos olvidarnos del horror de la guerra en Ucrania. El invierno ha enfriado las noticias y el frente de guerra, cuando estamos cerca de cumplir los dos años de la invasión rusa. La guerra y sus consecuencias a la puerta de Europa nos encoge el corazón y los bolsillos.

Un niño muere en Gaza cada diez minutos

Duele el mar. Las mismas aguas que en verano nos han regalado fantásticos días de vacaciones, no nos pueden hacer perder el horizonte de quienes consideran que subirse a una barca o un cayuco para llegar a Europa es más seguro que quedarse en tierra africana, parafraseando los versos del poeta anglo-somalí Warsan Shire. Se estima que el Mediterráneo ha sido la tumba de dos mil cuatrocientos migrantes solo este año. Canarias ha recibido el mayor número de migrantes desde 2006, treinta y seis mil aproximadamente. El cuaderno de bitácora de la Unión Europea frente al fenómeno de la migración ha escrito recientemente su última página, un pacto migratorio que podría resumirse en mayor control de las fronteras y el endurecimiento de los requisitos de acogida.

Además, ha creado un mecanismo de redistribución de al menos treintamil migrantes entre los Estados miembros, aunque ponen precio al migrante rechazado, veinte mil euros por persona, enterrando la posibilidad de una redistribución equitativa y solidaria entre los veintisiete. En junio del año entrante habrá elecciones europeas en las que el dato de participación ronda el 50%. Cierta desafección, lejanía y desconocimiento puede estar detrás de este bajo porcentaje, pero si realmente pensamos, como reza el proverbio latino pilar de nuestra civilización: nada humano me es ajeno, ningún asunto de Europa nos es lejano. Europa es el reflejo de la políticas que decidimos con nuestra elección.