Una vez que el lehendakari, Iñigo Urkullu, por fin ha resuelto el enigma anunciando la fecha de las elecciones vascas -ya era hora, aunque este diario adelantó la fecha-, se levantará en tierras vascas una ola entre política y mediática que arrasará casi todo. Como siempre ocurre, pero más en este caso por el resultado de los comicios en Galicia y por la inagotable crispación de la política nacional, parecerá al menos durante un tiempo que la contienda electoral vasca traspasa fronteras e interesa a todo bicho viviente.
Es de esperar que tanto en Euskadi como en el resto de España el marco de estas elecciones sea hablar una y otra vez de los pactos postelectorales. Porque, como vienen demostrando las encuestas, incluida la de este diario y el promedio resultante de todas las publicadas, el PNV y EH Bildu librarán una ajustadísima batalla, más que nunca, por la hegemonía en la comunidad. Y, al decir de los mismos sondeos, el PSE decidirá quién gobierna mediante sus pactos.
Se hablará mucho de los socios de Pedro Sánchez, de la unidad de España, del terrorismo de ETA, del autogobierno o de la república vasca que algunos persiguen. Será el momento de las estrategias, los globos sonda y las cartas escondidas. Será, como siempre, la hora del politiqueo
Todo se va a poner muy serio. Euskadi será razón y asunto de Estado. Así, tocará contar, preguntar y analizar quién va a pactar con quién. Lo haremos antes, durante y después de la campaña. Habrá editoriales y declaraciones altisonantes. El país entero estará en vilo. Se hablará mucho de los socios de Pedro Sánchez, de la unidad de España, del terrorismo de ETA, del autogobierno o de la república vasca que algunos persiguen. Será el momento de las estrategias, los globos sonda y las cartas escondidas. Será, como siempre, la hora del politiqueo.
Por supuesto que todas esas cuestiones son importantes. Sobre todo porque condicionan las citadas alianzas, que en efecto se antojan decisivas en estas elecciones. Aquí, sin ir más lejos, venimos abordándolas desde hace tiempo. Pero sería deseable que, además de hablar de quién y con quién, de vetos y condiciones, esta campaña se centre en el qué y el para qué. O sea, en las propuestas de unos y otros partidos para los ciudadanos de este trozo de planeta.
Los recientes datos del Sociómetro evidenciaron que la ciudadanía vasca quiere hablar más de Osakidetza y menos de la independencia. Cómo mejorar la gestión de la sanidad pública, cómo combatir los problemas de acceso a la vivienda, cómo ayudar a las empresas a crear riqueza, cómo mejorar las condiciones laborales de los trabajadores o cómo implementar nuevas infraestructuras deberían ser los temas centrales de la campaña.
Ilusiones vanas, tal vez. La ola que viene es imparable. No en vano, la empujan sobre todo desde fuera, pero también desde dentro de esta comunidad.
Claro que esa ola pasará, volverá de forma intermitente hasta el día de las elecciones y después, cuando haya un gobierno vasco formado, desaparecerá durante cuatro años. Esperemos, como siempre decimos y como acabamos de insistir, que en medio de semejante oleaje los candidatos a la Lehendakaritza aporten muchas propuestas, algunas soluciones y poco ruido para mejorar la vida de la gente en Euskadi.