Podríamos hablar esta semana de la tramitación de la Ley de Amnistía en el Congreso de los Diputados. O de la convocatoria de elecciones en Cataluña para el próximo 12 de mayo. Podríamos hablar de todo lo que tiene que ver con la pareja de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. O de los detalles que vamos conociendo sobre el 'caso Koldo' y las corruptelas que esconde...
Sin embargo, en esta ocasión dejamos de lado todos esos temas de la política nacional, que como venimos contando no entran de lleno en la precampaña vasca, para centrarnos en una de esas cuestiones cotidianas de la vida pública en Euskadi. Me refiero a algo que denunciaba nuestro columnista José Antonio del Moral el pasado viernes: el caso de Euskatel, que ahora se pone a hacer negocio con el gas y la luz y que mañana tal vez lo hará con cualquier otra cosa.
Viene esto a cuento porque el caso de Euskaltel es uno de los ejemplos más palpables del capitalismo de amiguetes que también (o tan bien) funciona en Euskadi. Siempre se habla de ese fenómeno, el capitalismo de amiguetes, como algo que ocurre en los límites de la M-30 madrileña: esos vínculos insondables entre élites políticas y económicas que afectan a tantas empresas, con sus favores, sus puertas giratorias y sus legislaciones ad hoc. Pero eso también ocurre aquí, como todo el mundo informado ya sabe.
Euskaltel nació en su día, no se olvide, como la gran 'teleco' vasca. Hoy está en manos de fuera de aquí, como ya se explicó en su momento. Lo cierto es que el gran artificio que era esta empresa ha quedado en algo difícil de explicar en comparación con lo que se prometía. Es un ejemplo de capitalismo de amiguetes porque una vez más los vínculos entre política y economía lo manchan y condicionan todo en su trayectoria. No es este el único de estos casos, porque existen otros muchos en nuestra comunidad, claro.
No es normal que determinadas empresas que nacen amamantadas de lo público acaben en manos privadas y con pingües beneficios para los intermediarios que se llevan la pasta. Insisto en que el caso de Euskaltel, para algunos paradigmático, no es el único en estos lares. Y en Crónica Vasca, por supuesto, seguiremos denunciando todos los casos que podamos, más allá de la corriente de la actualidad que tanto empuja en la misma dirección.