Morir de éxito
Semana Santa de récord. Histórica. Sin precedentes. Así están siendo estos días en lo que al turismo, y suponemos que a la facturación se refiere, prácticamente por toda la geografía.
Las reservas se han incrementado en un 25% respecto al 2019, que como saben es el año anterior a la pandemia, y el que tomamos como referencia para este tipo de cosas. Un incremento del 25% a pesar de que los precios han subido un 10% respecto al año pasado, algo que quién más, quién menos, ha notado o está notando en su bolsillo.
Parece que tenemos una necesidad imperiosa de salir, de conocer sitios nuevos, de perdernos entre la gente, de disfrutar de las multitudes, y eso a pesar del mal tiempo. Curiosamente a esto algunos le llaman descansar, para luego admitir que necesitamos descansar de ese permanente descanso activo, y hasta cierto punto agobiante, al que nos sometemos. Vacaciones de récord y alegría y contento para quienes las disfrutan y para quienes ven como las cifras se van incrementando.
¿De verdad es esto lo que queremos para nosotros y para nuestro entorno?, ¿cuánto tiempo se pueden mantener estos ascensos sin precedentes?, y lo más importante, ¿con qué coste?
¿Tenemos de verdad motivos para estar tan satisfechos? Pues depende de cómo analicemos estos números, que con tanto júbilo nos venden, sin someterlos a un análisis un poco más calmado y aplicando un pelín de sentido crítico. ¿De verdad es esto lo que queremos para nosotros y para nuestro entorno?, ¿cuánto tiempo se pueden mantener estos ascensos sin precedentes?, y lo más importante, ¿con qué coste? Intentar responder a estas cuestiones, ya nos pone en una tesitura menos optimista que si sólo leemos las grandes cifras.
No hay duda, también se puede morir de éxito. Para intentar evitarlo, ya hay algunas ciudades como es el caso de Barcelona, que llevan tiempo poniendo pie en pared e intentando establecer ciertos límites al turismo masivo, que trastoca la vida habitual de sus habitantes. También aquí, en concreto en Donostia, se pide una reducción del número de personas que integran los grupos guiados, que en breve no podrán exceder las 25 personas, si quieren realizar algunas visitas. El objetivo es frenar la distorsión del devenir habitual en algunos barrios, que ven cómo se inundan de turistas cada vez de forma más significativa, y trastocan la vida normal de los vecinos.
El turismo es una de las principales fuentes de ingresos, de eso no hay duda. Nos quedó muy claro en la pandemia cuando fuimos especialmente conscientes de lo que suponía para la economía española la ausencia de viajeros. Un auténtico descalabro en las cuentas, que aceleró algunas reflexiones sobre la necesidad de diversificar más la economía, para no depender tanto de un sector.
Al parecer eso ya se nos ha olvidado y volvemos a apostar por cimentar nuestras cuentas de ese modo. Era un error entonces, y lo es más ahora que hemos vivido la repercusión que eso tiene, cuando vienen mal dadas. Pero de momento, las cabezas pensantes deben preferir que nos quiten “ lo bailao” y que si hay que volver a gestionar otra crisis de dimensiones imponderables, pues ya llegará, y ya veremos lo que hacemos.
Tal vez el asunto se resuelva fundamentalmente apostando por el turismo de calidad. Si como todo parece indicar, estamos tocando techo, a lo mejor es factible pensar en menos y mejores, que en que las cifras del número de visitantes sean de récord.
Lo que está claro es que el actual modelo no es sostenible. Y que vale la pena hacer otro tipo de apuestas para reconducir el sector turístico y sobre todo, para repensar un modelo económico excesivamente dependiente de este sector
Lo que está claro es que el actual modelo no es sostenible. Y que vale la pena hacer otro tipo de apuestas para reconducir el sector turístico y sobre todo, para repensar un modelo económico excesivamente dependiente de este sector. Es necesario particularmente en el País Vasco acordarse de la industria, de esas empresas que sostienen la economía y que dan empleo estable y de calidad. Es cierto que nuestro modelo económico está más diversificado, pero en todo caso, aquí también la Semana Santa ha sido histórica y cada vez nos visita más gente.
Entre histórica e histérica, por aquello de que todo además de caro está impracticable porque hay gente por todas partes, la línea es muy débil por lo que conviene no traspasarla.
Y a partir de ahora descansen de esas merecidas vacaciones y disfruten de la vida normal.