Pacto de país
El nuevo gobierno vasco de la era Pradales ha comenzado su andadura apelando a la construcción de consensos para impulsar nuevas soluciones a los principales problemas del país. Ya lo ha hecho con unas primeras iniciativas para Osakidetza o la reforma del Estatuto, pero el pacto que vengo a reclamar en este artículo no tiene nada que ver con ninguna de estas 2, aunque creo que, como mínimo, es tan importante como cualquiera de estas propuestas iniciales. Si hay una asignatura pendiente en Euskadi a la que hay que hincar el diente sin más dilación, con una visión holística, es la de la transición energética. No me cabe duda de que así lo ha visto el nuevo gobierno PNV-PSE, que ha incluido esta materia en la denominación de una de sus consejerías centrales: Industria, Transición Energética y Sostenibilidad. La labor que tiene que coordinar Mikel Jauregi junto con las 3 diputaciones no va a ser sencilla, pero debe de ser urgente y buscando el mayor consenso posible para desarrollar un Pacto de País que aleje de una vez por todas a Euskadi del furgón de cola en la generación de energías renovables en España. En 2023, sólo el 17,3 % de la energía producida en nuestro territorio era de origen renovable (y eso que se incrementó un 6% respecto al anterior), un año antes el conjunto de España ya superaba el 44,5% del total y las comunidades punteras se acercaban al 80%.
Los datos hablan por si solos, la energía que consumimos los vascos dista mucho de ser sostenible y de contribuir de manera decidida a la reducción de emisiones de gases efecto invernadero. Esto es especialmente grave en una comunidad muy industrial como la nuestra que necesita incrementar su competitividad exterior gestionando su producción de una manera sostenible y eficaz. Mientras durante todo este año en España se ha batido varios récords en la producción de renovables, en el País Vasco esta producción apenas supera el 11% de la energía total que consumimos. Es evidente que esta situación tiene que cambiar y que tenemos que acelerar nuestra propia transición energética, pero también que hay que hacerlo con mucho sentido común, de una manera ordenada y con el mayor de los consensos posibles.
Aunque llegamos tarde, hay que implantar los nuevos proyectos de una forma ordenada y con lógica
Ya he mencionado en alguna ocasión que uno de los motivos que nos ha llevado a ser una de las comunidades con menor desarrollo de energías renovables ha sido la incapacidad de nuestras instituciones de hacer a tiempo un buen plan integral para el desarrollo de estas energías que estableciera los lugares prioritarios para impulsarlas en los tres territorios. Aunque llegamos tarde, hay que implantar los nuevos proyectos de una forma ordenada y con lógica, evitando al máximo los impactos en el medio natural y construyendo consensos con los habitantes de las áreas afectadas. También acercando al máximo los lugares de producción de estas energías a los de consumo para ser más eficientes. Dicho esto, lo que no puede ser es que no lleguemos a consensos amplios sobre zonas donde se pueden instalar con total normalidad proyectos eólicos o fotovoltaicos. Todas las partes implicadas: administración, empresas y sociedad debemos comprometernos a impulsar este cambio de ciclo porque no podemos seguir consumiendo gas o petróleo producidos en terceros países que, además de ser combustibles fósiles, generan importantes emisiones también en su transporte.
Esta transición energética pasa también por otra clave fundamental, incrementar exponencialmente la eficiencia en el consumo de energía para reducir la demanda. Esto pasa inevitablemente por una mayor concienciación de toda la población, pero también por una apuesta decidida para incrementar las inversiones en la rehabilitación de nuestras casas y de nuestras industrias, porque además de ser más sostenible vamos a ahorrar dinero.
Tenemos los recursos, aprovechémoslos de una manera justa para todos, pero hagámoslo ya sin mayor dilación
No podemos dejar de hacer esta transición energética pendiente sin tener en cuenta estos 2 aspectos: desarrollo de nuevos proyectos renovables en el territorio e incremento de la eficiencia en el consumo de energía. Lo que si sabemos es que no podemos esperar más. Pongámonos manos a la obra porque la competitividad futura de Euskadi depende en buena medida de esta transición. Busquemos consensos, apliquemos el sentido común, seamos innovadores en las soluciones, prioricemos el bien público y dejemos la demagogia. Tenemos muchos ejemplos que podemos seguir en países del Norte de Europa, donde ya casi el 100% de su producción de energía se hace a través de fuentes renovables. Tenemos los recursos, aprovechémoslos de una manera justa para todos, pero hagámoslo ya sin mayor dilación. Dejemos el NO como respuesta y propongamos alternativas reales, justas y compartidas. Estoy convencido de que podemos lograrlo.
¡Suerte en este nuevo Pacto de País!