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Se escuchan voces de cambios en los partidos de Euskadi. PNV, EH Bildu, PSE-EE, Sumar Mugimendua… todos con la vista puesta en sus procesos internos, y como no, con los frikis de la política atentos y atentas a cada detalle.

Algunos medios parecen empeñados en lanzarnos alertas de última hora, especialmente sobre el proceso interno del PNV: que si en un territorio se presenta alguien que parece un auténtico rebelde, que si ha convencido a medio mundo… Vamos, todo un culebrón. Puede que esto tenga su atractivo, pero sinceramente, los procesos internos no son ni tan emocionantes ni tan entretenidos.

Mi reflexión de hoy va precisamente de esto. Cuando los procesos internos se comentan demasiado desde fuera, con voces externas queriendo meter mano o influir, al final se hace un flaco favor a la vida interna y a la elección de nuevas figuras.

En estos momentos tan delicados, especialmente en el contexto político, se cruzan dos tipos de voces: las de quienes están dentro, que conocen bien el pulso y las necesidades del partido, y las de quienes observan desde fuera. Las primeras sostienen el peso de las decisiones; las segundas, aportan perspectiva. Pero, en ocasiones, pueden llevar el proceso hacia direcciones inesperadas.

Lo que parece claro es que abrir los procesos internos a los focos mediáticos genera una presión extra, que puede complicar el diálogo sereno que necesita cualquier partido para redirigir su rumbo

¿Hasta qué punto es positivo que se hable tanto desde fuera? Algunos dirán que enriquece el debate; otros, que distorsiona. Lo que parece claro es que abrir los procesos internos a los focos mediáticos genera una presión extra, que puede complicar el diálogo sereno que necesita cualquier partido para redirigir su rumbo. Especialmente cuando lo que se quiere es impulsar un cambio de verdad.

El riesgo no es tanto que se hable desde fuera, sino que esas voces ganen más protagonismo del necesario, condicionando un proceso que debería ser, ante todo, un ejercicio de introspección. Porque los cambios sólidos se construyen con tiempo y, a veces, con silencio.

Debo admitir que yo también estoy enganchado a lo que sucede en estos procesos, tengo ganas de saber qué pasará. Pero lo más importante es que cada militante vote con conciencia. Y voy a decir algo que siempre me critican, pero como soy un poco masoca, allá va: un partido cambia cuando cambia su liderazgo; las personas hacen que un partido avance en una dirección o en otra. Así que, sí, quien lidere los partidos vascos será clave para las políticas que se apliquen en este territorio.