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El consejero de Economía, Trabajo y Empleo, Mikel Torres
El poder de la negociación colectiva
El dato objetivo es que con la actuales reglas de juego en Euskadi los perceptores del SMI son pocos, 50.000 trabajadores de los 2,5 millones que lo perciben en España
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La historia de la negociación colectiva desde que se descubrió como un instrumento válido para establecer las relaciones entre la patronal y los sindicatos, ha pasado y sigue pasando por momentos de todo tipo. Si tuviéramos que tildar esos momentos de algún modo, seguro que la mayoría coincidiríamos con adjetivarlos como tensos. Eso es lo que normalmente trasciende de la las mesas de negociación colectiva: la tensión.
Esto no significa que solo se viva eso, ni muchísimo menos. La negociación colectiva está plagada de éxitos y de encuentros, entre los representantes de los trabajadores y los de las empresas; consensos que nos han permitido estar donde nos encontramos hoy.
Es cierto que la evolución de las empresas y la del mercado laboral en los últimos tiempos es trepidante, y desde ese punto de vista, parece que la negociación colectiva no siempre sabe adaptarse con prontitud a lo que está ocurriendo. Desgraciadamente las mesas de diálogo social se identifican sistemáticamente con peticiones sobre la reducción de jornada y el incremento salarial y es muy difícil, por no decir imposible, salir de ese sempiterno bucle.
Pues bien, en este contexto, cuando se utilizan las mesas de negociación colectiva prioritariamente para estos fines, de repente las centrales sindicales vascas se descuelgan con la necesidad de tener un Salario Mínimo Vasco, que evidentemente esté por encima, entre los 1.600 y los 1.800 euros, de lo establecido en Madrid, que asciende a 1.184 euros mensuales, tras la reciente última y controvertida actualización.
Y ya tenemos el lío montado aquí, porque la patronal vasca Confebask se niega a acudir a una mesa de diálogo social, para hablar de ese hipotético salario mínimo para Euskadi. Soy partidaria de acudir a cualquier foro, incluso para decir, una vez se ha asistido que ya no se va a ir más. Creo que escuchar los argumentos de todos es importante para entender las diferentes posturas. Hay que procurar el dialogo y favorecer el consenso. Pero dicho esto, se entiende perfectamente que los representantes de las empresas se remitan, precisamente a las mesas donde se produce la negociación colectiva que es el escenario en el que empresas y trabajadores buscan y generan los acuerdos, que entre otras cosas, han permitido que la media salarial en Euskadi esté claramente por encima de la estatal y tengamos también la jornada más baja.
Una vez más, aquí volvemos a un argumento que no por recurrido es menos válido. Cuando hablamos de jornada laboral o de salario mínimo, ni se puede, ni se debe generalizar porque cada sector tiene unas características que le son inherentes, y cada empresa es mundo en el que deben conciliarse los intereses de todos.
Estas diferencias quedan claras a través de la negociación colectiva donde cada sector puede explicitar sus necesidades concretas, para poder adaptar las decisiones a las mismas. Y todavía se hila mejor en las empresas que tienen convenio propio, que son bastantes, y en cuyas mesas de diálogo social, se trabaja la situación concreta de la compañía en cada momento.
Con todo esto, parece claro que para hablar de salario mínimo el instrumento adecuado es el de la negociación colectiva que reitero, tan buenos resultados viene dando particularmente en Euskadi. Tanto es así que cada vez son más las voces que se suman a ser parte de un convenio negociado aquí, en lugar de pertenecer a los que se gestan en marco estatal. Evidentemente, esto es así, porque las condiciones obtenidas aquí son claramente mejores.
Respecto al salario mínimo, e independientemente de cómo avance el asunto, que de momento no es más que un debate, del que una de las partes implicadas se ha descolgado a la primera de cambio, apuntar que arrancar con un punto de partida mínimo de 1.600 euros complica cualquier negociación, incluso aunque se sepa que esta es un aposición de saque y por lo tanto maximalista.
El dato objetivo es que con la actuales reglas de juego en Euskadi los perceptores del SMI son pocos, 50.000 trabajadores de los 2,5 millones que lo perciben en España. En todo caso, responsabilidad y a cada uno lo suyo, a la poderosa negociación colectiva lo que le toca. Ha costado mucho llegar hasta aquí para ahora ningunear el instrumento.