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El Papa que hablaba español

La muerte de Francisco puede decirse que, como poco, ha dejado indiferente a la derecha española

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Tibia, muy tibia la derecha española ante un acontecimiento de envergadura en, digámoslo así, su propio radar. La muerte de Francisco puede decirse que, como poco, ha dejado indiferente a la derecha española. Digo como poco porque nadie se extrañará de que en sectores de la extrema derecha católica su muerte haya sido celebrada dando alabanzas a Dios por haber llamado, por fin, a su siervo Jorge Bergoglio.

Algunos que sentían el aliento en el cogote hasta respirarán tranquilos y removerán Roma con Santiago (nunca mejor dicho) para que el próximo monarca del Vaticano y jefe de la Iglesia Católica no sea tan tiquismiquis como Francisco, sobre todo con cosas como la violación de niños y niñas en instituciones de dicha iglesia que, especialmente la española, tanto tiempo ha tratado de ocultar y minimizar.

La reacción oficial de la extrema derecha española, Vox, ha consistido más en el recado a los cardenales que han de elegir sucesor que en el recuerdo del difunto. Ni la molestia se han tomado de hacer su propio comunicado de condolencia, sino que han fusilado el de Giorgia Meloni. Lo que si han añadido de su cosecha es la coletilla: lo sentimos mucho, pero a ver si los cardenales se aplican y eligen un Papa “responsable”, expresión que, por si no se entendía el mensaje, su portavoz ha subrayado. Pierda cuidado que la jerarquía española le entiende perfectamente. 

La derecha, el PP, más acorde con las circunstancias, ha tenido palabras de elogio para el finado y ha dejado, como, por otra parte debería hacer cualquier católico, al cónclave en paz. Del mensaje de condolencia de Núñez Feijóo llama la atención lo mucho que insiste en que Francisco hablaba y pensaba en español. Es una expresión que hace no mucho utilizó la jefatura en la sombra de su partido para afearle al Papa que pidiera perdón en nombre la Iglesia católica por los pecados cometidos durante la conquista espiritual de América.

Isabel Díaz Ayuso no podía creer que un Papa que hablara español pidiera perdón por haber llevado el catolicismo “y, por tanto, la civilización, la libertad” al continente americano. La dirigente madrileña, que no pareció haber leído la carta de Francisco a que se refería, ya se había sorprendido en su primer viaje a América Latina, según relató ante un perplejo presentador en Chile, de que en Ecuador hablaran español, como ella. No estba nada mal para una recién licenciada en Periodismo.

Jorge Bergoglio fue peronista lo que, como se sabe, mal puede interpretarse con los anteojos de divisiones ideológicas entre izquierda y derecha, más propias de Europa y que, dicho de un argentino en los años sesenta del siglo pasado, es poco original

¿Ha sido Francisco un Papa, digamos, de izquierdas? Jorge Bergoglio fue peronista lo que, como se sabe, mal puede interpretarse con los anteojos de divisiones ideológicas entre izquierda y derecha, más propias de Europa y que, dicho de un argentino en los años sesenta del siglo pasado, es poco original. Como cabía esperar, en cuanto fue elegido Papa en marzo de 2013, surgieron como setas medias verdades, mentiras y bulos que lo relacionaban bien con la dictadura y la extrema derecha o, más usualmente, con los montoneros y comunistas. Milei, Abascal, Jiménez Losantos o Marhuenda se han especializado en divulgar esa imagen del Papa izquierdista.

Nada más lejos de la realidad. Francisco, sin embargo, si ha sido un pontífice especialmente molesto para la derecha que se sitúa desde el tándem Aznar/Ayuso hacia estribor. Si lo califican de mal Papa, peor católico, pésimo hispano o, simplemente, la encarnación del Maligno, es porque si algo ha hecho Francisco en su pontificado ha sido cuestionar uno de los pilares del canon identitario que comparte la ultraderecha internacional y que se resume en aquella memorable frase pronunciada por una diputada del PP, Andrea Fabra, hija de Fabra, el del aeropuerto del abuelo, “que se jodan”.

Los pobres que se jodan por ser pobres y que no vengan pidiendo a la mejor y más sana parte de la sociedad que les saquen las castañas del fuego. El mensaje de Francisco estaba en las antípodas de esa aporofobia tan acusada en la extrema derecha.

Francisco, que no ha rozado siquiera la posibilidad de admitir la homosexualidad en la Iglesia, sí abogó por los derechos de las parejas gays a los beneficios de las uniones civiles y porque la Iglesia no estuviera tan centrada en condenas del aborto o el divorcio cuando existen problemas mucho más relevantes como la desigualdad extrema y la pobreza

Añádase a ello que Francisco, que no ha rozado siquiera la posibilidad de admitir la homosexualidad en la Iglesia, sí abogó por los derechos de las parejas gays a los beneficios de las uniones civiles y porque la Iglesia no estuviera tan centrada en condenas del aborto o el divorcio cuando existen problemas mucho más relevantes como la desigualdad extrema y la pobreza.

Ha sido también una voz clara que ha llamado crueldad a la venganza israelí en Gaza, o que ha expresado la sensatez sobre las consecuencias del cambio climático, sobre todo para las regiones más pobres del planeta. Dicho de otra manera, Francisco se ha salido cuanto ha estimado necesario del canon que la extrema derecha utiliza para medir el bien y el mal, los nuestros y los enemigos (siempre de la patria, claro), los buenos y los malos (malos Papas o malos españoles). Un poco tocapelotas, sí ha sido, la verdad.

Por ello, porque las pelotas que tocaba alguien las tenía que tocar, yo, ateo sin iglesia, me quito el cráneo y lo que menos me importa es que hablara o pensara en español este Papa de extraño nombre.