Groenlandia. Entre los infinitos anuncios de Trump desde que tomó el mando de los EEUU, el empecinamiento con Groenlandia ha sido uno de los que más ha llamado la atención, porque pocos entendían el empecinamiento del presidente norteamericano con este territorio. Pues el asunto tiene su explicación y no es ninguna locura tener ansias sobre esta parte helada del mundo. La clave: dispone de tierras raras.
En los últimos años los minerales críticos, se han convertido en un objeto de deseo; deseo que se ha visto verbalizado y explicitado más recientemente por parte de líderes políticos, con cierta intensidad, en los últimos meses.
Wolframio, litio, cobalto o coltán… y así hasta 50 para los americanos y 34 para los europeos, son los minerales que se consideran críticos en este momento. Si vamos a las tierras raras nos encontramos con nombres a los que seguramente estamos menos acostumbrados como lantano, cerio, praseodimio, prometio, lutecio, escandio…y así hasta 17 elementos de la tabla periódica, de los que muchos no hemos oído hablar desde que estudiamos un poco de química en el colegio.
Un absoluto privilegio para poder negociar en el mundo cuestiones tan sensibles como el fin de la guerra de Ucrania
Disponer de estos elementos se ha convertido a priori en un absoluto privilegio para poder negociar en el mundo cuestiones tan sensibles como el fin de la guerra de Ucrania, por citar un ejemplo, tan duro como significativo.
Y qué tienen todos estos elementos para que hayan generado este interés. La respuesta es sencilla. Los necesitamos tanto para continuar con los procesos de digitalización como para la descarbonización. O lo que es lo mismo, para las grandes actuaciones y prioridades tecnológicas en las que estamos inmersos. Los minerales críticos están en nuestros móviles, en los discos duros, en las baterías de los coches eléctricos o en los semiconductores. Principalmente, son requeridos por las grandes compañías tecnológicas y evidentemente por el sector de la automoción.
Así que quien dispone de ellos, posee un tesoro que todos quieren explotar. En este sentido, hay países especialmente privilegiados. Es el caso de China que cuenta con el 60% de las tierras raras, y de ahí su pugna con EEUU y evidentemente, su posición de fuerza. También Ucrania tiene una posición de fuerza en esto, ya que Ucrania cuenta con 23 de los minerales que se consideran críticos. Por eso, el acuerdo de negociación que le ha planteado Trump a Zelensky para terminar con la guerra con Rusia, pasa por los minerales raros que desde suelo ucraniano llegarían a EEUU.
Aún seguimos pagando la factura de nuestra dependencia del gas ruso, que ha incrementado exponencialmente la factura energética
Europa tampoco quiere perder este tren y se ha emplazado al 2030 para tener recursos propios y depender menos de China. Aún seguimos pagando la factura de nuestra dependencia del gas ruso, que ha incrementado exponencialmente la factura energética, y desde luego conviene ser cuanto más autónomos mejor.
En cuanto a España prácticamente no hay explotaciones de tierras raras y tampoco se explota todo lo que se dispone de algunos minerales críticos, como son el cobalto o el litio y por supuesto, Europa incluye esos recursos en su plan de autoabastecimiento. Tampoco tenemos industria transformadora de estos elementos, así que está prácticamente todo por hacer.
Tocará sin duda valorar el interés, que lo tiene, de empezar a trabajar en todo esto que requiere tanto importantes inversiones, como compromisos medioambientales de alcance.
La descarbonización va a requerir recuperar la minería y entenderla no como la que hemos conocido hace décadas, más bien como una industria anclada en el siglo XXI y comprometida con las prioridades de esta época.
Puede ocurrir lo mismo que con las renovables, que nos declaramos a favor, pero no las queremos cerca
El reto está encima de la mesa y puede ocurrir lo mismo que con las renovables, que nos declaramos a favor, pero no las queremos cerca. Los minerales críticos están instalados en nuestro día a día, y si buscamos seguir en esta carrera, va a tocar, pronunciarse y asumir costes.
La polémica está servida. Ojalá esta vez no nos quedemos en la discusión permanente, mientras ralentizamos un proceso que tiene el máximo interés, y que está condicionando de forma evidente las relaciones geopolíticas.
Toca elegir entre la dependencia de terceros con las nefastas consecuencias que eso conlleva o el autoabastecimiento.