Hace poco que se ha cumplido un año del intento de asesinato de Donald Trump durante un mitin en Pensilvania. Es inevitable pensar cómo hubiera cambiado la historia si la dirección de la bala hubiera variado apenas unos centímetros. 

Así, con escaso margen entre el bien y el mal, acontece siempre la Historia, con mayúsculas. Felizmente aquel tirador falló en su intento de asesinato. Y Trump fue elegido como presidente de los Estados Unidos en las elecciones de noviembre.

Trump asumió su cargo en enero y ahora se acaban de cumplir seis meses de su mandato. Desde el punto de vista de las empresas vascas, ha sido un semestre de delirio. Porque sus amagos con los aranceles han generado unos cuantos seísmos que han quitado el sueño a muchos empresarios vascos. 

En realidad, los delirios de Trump son tantos y tan variados que los terremotos provocados son incontables. Pero no puede sorprendernos su actitud, teniendo en cuenta que, como ya tenemos dicho aquí, hablamos de un chocarrero que hacía el ridículo en un programa televisivo igualmente delirante.

Volviendo a lo económico y a Euskadi, lo que aquí más nos interesa, Trump ya nos pintó de rojo un día en el calendario: aquel  2 de abril en que anunció sus famosos aranceles. Aranceles calculados, como se recordará, con una fórmula matemática de párvulos. 

Luego vino, como siempre vino con Trump, la rebaja de la fantasía. Y la cosa se alargó con otra fecha en rojo: el 1 de agosto.

Porque hace unos días anunció, en su propia plataforma, Truth Social, que los bienes importados de la Unión Europea se enfrentarían desde ese día a una tasa arancelaria estadounidense del 30%.

La realidad, anuncios aparte, es que Bruselas y Washington negocian un acuerdo que impida la guerra arancelaria. Acuerdo que parece inminente y que dejará en un 15% los aranceles a productos europeos

A la espera de cómo termine la negociación, lo cierto es que las empresas vascas no se han visto demasiado afectadas. Porque, como desvelamos hoy, las exportaciones a Estados Unidos siguen al alza pese a tantos temores. 

Esperemos que haya acuerdo y la sangre no llegue al río. Pero con Trump, como con aquella bala que a punto estuvo de matarlo, el resultado siempre es impredecible.