Dos años después del inicio de la legislatura, el PNV duda, o, más bien, está a la espera de los próximos acontecimientos que puedan sucederse en la política española para decidir por dónde tira. O sea, que está midiendo sus propias fuerzas pero, especialmente, las de Pedro Sánchez, y, a la vez, observando atentamente las decisiones que tomen los socios que todavía lo sostienen con el propósito de seguir aprovechando su debilidad política.
El PNV, obviamente, está dispuesto a jugar sus cartas, con el objetivo de no verse perjudicado electoralmente por las decisiones que tome: es decir, que la corrupción del PSOE no lo afecte por seguir sosteniendo al PSOE… y que abandonarlo ahora no lo perjudique por entenderse que da opciones a la única alternativa que hoy es viable, aquella que forman PP y Vox, juntos o revueltos, mejor o peor avenidos; y es que ambas situaciones podrían jugar en su contra.
Son, en definitiva, juegos malabares, que es lo que históricamente ha sabido hacer muy bien el PNV. O sea, jugar a dos bandas y, con ello, beneficiarse a sí mismo para seguir gobernando… en Euskadi, que es lo que le renta. Sólo que, en este caso, mantener el equilibro y salir indemne parece más complicado, teniendo en cuenta sus intereses y el espacio político que ocupa.
Y porque Bildu acecha su supremacía y cualquier error pudiera quizás hacerle perder Ajuria Enea, con todo lo que eso conllevaría. Y es que la política actual, tal como están las cosas, son arenas movedizas.
Y aunque Aitor Esteban ponga cara de que controla y sabe lo que se hace, en el fondo, como todos, no tiene la más remota idea de lo que hará. Salvo de momento esperar, lo cual tiene su peligro; y es que en política, como en el amor, todo lo que no avanza, retrocede.
Certezas, no hay demasiadas: por un lado, que Sánchez no va ni a someterse a una cuestión de confianza, por si la pierde, ni a convocar elecciones anticipadas, porque las perdería; por otro lado, que los socios, por mucho que amaguen, no van a presentar una moción de censura.
Por lo que, tal y como están las cosas, a Sánchez sólo le queda seguir aplicando su manual de resistencia: resistirse a abandonar el poder que ocupa aunque no sea capaz de ni siquiera presentar unos presupuestos a los que la Constitución lo obliga, aunque no se aprueben las leyes que presenta al Congreso de los Diputados y aunque sus socios se muestren díscolos y resentidos, porque, como dice Óscar Puente, una vez en el poder, gobierna el Consejo de Ministros, tenga o no tenga el apoyo del legislativo, como en las repúblicas bananeras.
De momento, el PNV exige al PSOE "total transparencia" después de que los casos de corrupción que lo asolan demuestren que no la había, a la espera, supongo, de que el Gobierno de España tire de la manta en lugar de seguir atacando a los jueces y poner en duda su independencia. No es que el PNV se haya vuelto ingenuo, es que está ganando tiempo a la espera de lo que ocurra
Y, aunque no sea capaz de aplicar su programa político, el cual varía en función de lo que le exigen sus socios, al menos evita que gobierne el PP, aunque tuviera el apoyo del parlamento. Es el favor que el PSOE nos hace generosamente, aunque prefiera no preguntarnos en las urnas; porque, además, qué va a saber la gente de lo que le interesa. Y en estas circunstancias, el PNV espera y Aitor Esteban pone cara de estar tranquilo, como si lo estuviera; o de que la cosa no va con ellos, como si no fuera.
De momento, el PNV exige al PSOE "total transparencia" después de que los casos de corrupción que lo asolan demuestren que no la había, a la espera, supongo, de que el Gobierno de España tire de la manta en lugar de seguir atacando a los jueces y poner en duda su independencia. No es que el PNV se haya vuelto ingenuo, es que está ganando tiempo a la espera de lo que ocurra.
Además, ve "complicada" la legislatura pero descarta una moción de censura: por un lado, los casos de corrupción económica no son tan graves como se dice; por otro lado, los casos de corrupción política (amnistía, indultos, cupo catalán, condonación de la deuda, entre otros), los comparte.
Así que una cosa por la otra y de momento sigue siendo Sánchez el mejor compañero de viaje, hasta que deje de serlo, y sin presumir demasiado, que las malas compañías no son buenas. Porque, además, el PNV, que hila muy fino, añade que Vox será el que se beneficie de la corrupción política, que es como decir subliminalmente que es mejor no incidir demasiado en el tema. Y critica a quienes no se han mostrado dispuestos a facilitar al PSOE la aprobación de unos presupuestos, especialmente a Podemos, formación política a la que odia y de la que trata siempre de mantenerse lejos.
Entre otras cosas más profundas, porque sus prácticas políticas son antagónicas: los jeltzales son sutiles, calculadores y sibilinos en sus relaciones políticas con quienes son sus socios, o sea que andan con pies de plomo y no dan puntada sin hilo, mientras que los de Podemos, con menos experiencia, son más ingenuos y más fogosos, y si creen que el PSOE está asediado por la corrupción política, lo dicen sin mayor problema, sin analizar pros y contras.
Son vascos de pura cepa, quién lo diría, honestos y directos, lo cual no quiere decir que les salga bien la estrategia. Si bien es posible que puedan sustituir a Sumar, tal cosa no ocurrirá mientras no se convoquen elecciones. En ese sentido, tampoco hay prisa, porque Yolanda sólo puede empeorar.
Así que el PNV es más analista ahora que estratega, a la espera de qué estrategia aplica, en función de las circunstancias. Tiene para todos pero él no se moja ni debajo del agua. En esto se parece a Bildu, más manso que un capibara, el animal más pacífico del mundo, paradojas de la vida.
Desde luego, el PNV no va a ser quien mueva ficha para desalojar a Sánchez de la Moncloa, al menos mientras este siga vivo. En cuanto perciba que está herido de muerte y que ellos pueden beneficiarse, lo dará por muerto y actuará en consecuencia. Pero con elegancia.