Nos heló la sangre enterarnos esta semana del fallecimiento de Verónica Echegui (1983). Perdíamos una actriz fantástica que, al menos para mí, brillaba especialmente en una generación de grandes intérpretes donde también destacan Marian Álvarez, Pilar López de Ayala o Inma Cuesta

Pronto todos los medios empezaron a publicar artículos sobre la actriz. En Euskadi se buscaban los vínculos de su apellido con la comunidad. Y, como es lógico, llegaron las críticas sobre sus mejores películas, como la que, sin ir más lejos, firma hoy en este periódico la gran Belén Ester Casas

De toda la filmografía de Echegui se suelen destacar diferentes títulos como 'Yo soy la Juani' o 'Katmandú'. Personalmente me gustaron sus papeles en dos thrillers como 'La niebla y la doncella' y 'Objetos', pero, en todo caso, para mí su papel inolvidable es otro que además guarda directa relación con el País Vasco. 

En 'La casa de mi padre' (2008), de Gorka Merchán, la actriz ahora fallecida interpretaba a Sara, hija del empresario Txomin (Carmelo Gómez), que volvía a casa, en un pequeño pueblo vasco dominado por la izquierda abertzale, tras haber salido de allí por las amenazas de ETA. 

De toda la película, recomendable en su totalidad y de alguna manera precursora de otras obras más famosas que llegaron después, llamaba la atención la interpretación de Echegui que, por su juventud, era quien más se adentraba en las contradicciones y veleidades generadas por el terrorismo en tierras vascas.

Volver a ver esta película es algo que siempre me genera satisfacción y reflexión a partes iguales. Siempre he pensado que verla sería más que recomendable, incluso diría que obligatorio, para los más jóvenes de Euskadi.  

A partir de ahora, regresar a 'La casa de mi padre' será también una manera de homenajear a Echegui, que ya navega en la oscura penumbra del más allá, donde sin duda también se aplaudirán sus interpretaciones.