Lo cierto es que el plátano, la sandía y la mazana Granny Smith se podrían encontrar entre mi top three de frutas favoritas, y poco más porque ¡vaya usted a saber el motivo! Lo cierto es que siento cierta animadversión por esta familia alimenticia tan sana.

Fuente de vitaminas de la que nos animan a tomar hasta cinco piezas diarias en pro de nuestra salud y bienestar. Sin embargo, si aplicamos este consejo sanitario al plano político, esto resulta bastante más indigesto para el normal funcionamiento y desarrollo de la actividad de los representantes públicos.

Alberto Núñez Feijóo celebraba el pasado fin de semana su cumpleaños y animado por la verbena a la que acudió, fue invitado a subir al escenario para compartir música y coros con la misma. Al ritmo de mi limón, mi limonero movió caderas y entonó estribillo. En vez guardar en su galería de vídeos ese instante espontáneo y personal, decide compartirlo en sus redes sociales. ¿Criticable? No creo.

A veces, un arranque de normalidad humaniza a los políticos, poniéndolos a la altura de cualquier mortal. El problema surge cuando la entrañable escena la acompaña con el hashtag 'Me gusta la fruta' descendiendo al inframundo político del insulto.

El problema surge cuando la entrañable escena la acompaña con el hashtag 'Me gusta la fruta' descendiendo al inframundo político del insulto

Un poco de retrospectiva nos lleva a 2023, a la sesión de investidura de Pedro Sánchez. Durante su discurso menciona el presunto caso de corrupción en el que estaría implicado el hermano de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de Madrid es cazada por las cámaras durante dicha alusión farfullando “hijo de puta” al presidente Sánchez.

Ayuso, ya en la Asamblea de Madrid, lejos de disculpas y perdones, transformó el exabrupto reconociendo que sí, que lo admitía, que lo había dicho: "me gusta la fruta". Todo un hit del PP madrileño llevado a camisetas, merchandising y trending topic en las redes sociales. Miguel Ángel Rodríguez, jefe de gabinete de Ayuso, estaba tras la estrategia de voltear las críticas hacia la presidenta por insultar a Sánchez, en una cuestionable estrategia de ataque.

Así pues, cuando Feijóo escribe en redes “me gusta la fruta”, sabe perfectamente lo que está haciendo, está llamando “hijo de puta” al presidente de España. No voy a reiterar la decadencia en la que en mi opinión supone pasar de la crítica al insulto.

En lo innecesario que es transformar el legítimo desencuentro político, y mira si podría asirse a incontables motivos; la falta de presupuestos, las dificultades de armar mayorías en el Congreso, los casos de corrupción que afectan a los exsecretarios de Organización del PSOE… como para adoptar las formas más indignas de la peor política posible.

Cuando Feijóo escribe en redes “me gusta la fruta”, sabe perfectamente lo que está haciendo, está llamando “hijo de puta” al presidente de España

Ahora bien, lo que considero increíble del todo es que haya quienes nos consideren tontos y tontas de baba. El intento de hacernos pasar por tales de la vicesecretaria de Regeneración Institucional del PP, Cuca Gamarra, al intentar justificar la polémica frase de Feijóo, me ofende por encima de palabras mal sonantes y groserías.

Gamarra dispensa a su presidente exhortando que hemos llegado a un punto en el que en España es un escándalo decir que gusta la fruta y que además es una aberración contra el sector primario que tan buena fruta cultiva. 

En la adultez hay una gran lección que tienes que haber aprendido antes de alcanzarla, y es a hacerte responsable de lo hecho o lo dicho. Si se trata de un error, a mí me enseñaron a pedir perdón, si es algo que voluntariamente acometo, me hago responsable de las posibles consecuencias, pero lo de tirar la piedra y esconder la mano, y además espera que los demás no lo hayamos visto, es algo de tramposos y cobardes, por lo que no señora Gamarra, no cuela.

Lo de tirar la piedra y esconder la mano, y además espera que los demás no lo hayamos visto, es algo de tramposos y cobardes

Por último, no quisiera olvidarme de mis colegas gallegos que me advirtieron de que el barniz de moderación que se le asignaba a Feijóo cuando sustituyó en la presidencia popular a Pablo Casado, era una fantasía política.

La realidad política gallega hablaba por sí sola de las formas y la dureza del barón en la Xunta. "No vengo a insultar a Pedro Sánchez. Vengo a ganar a Pedro Sánchez", dijo recién elegido presidente del PP, al menos sabemos que la primera declaración de intenciones no la ha cumplido.