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El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin electoral en Vitoria.

El presidente de Vox, Santiago Abascal, en un mitin electoral en Vitoria. L. Rico Efe

Opinión

Balances con sabor al pasado

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Veintinueve de diciembre. El implacable calendario que anuncia el frenético paso del tiempo, indica que se acaba el año. Cuando eso ocurre es inevitable poner la vista en el pasado reciente y en el futuro próximo, y hacer balance de lo que fue y de lo que viene.

Obviando los resúmenes personales y casi intransferibles que quedan para cada uno, el balance de este 2025 en lo económico y en lo político puede resumirse en un más de lo mismo, aunque como en todo, hay matices.

Lo de la política y particularmente lo de los políticos tiene diferentes lecturas según hacia donde miremos, pero prácticamente todo llega con sabor vintage y rancio. Poca innovación para quienes fundamentalmente aspiran a mantenerse en la silla, aunque para algunos truene de forma cada vez más estrepitosa.

Y como el dicho se cumple casi a rajatabla, pues a río revuelto ganancia de pescadores, que traducido significa que la ultraderecha está cada vez mejor posicionada porque aglutina malestares de diferentes bandos, sin tener que hacer prácticamente nada. Para muestra más que ilustrativa los recientes resultados de las elecciones extremeñas, donde claramente son los ganadores, puesto que crecen exponencialmente y tienen, o no la llave del gobierno en esa comunidad.

El auge de la ultraderecha no lo tenemos en exclusiva, se repite por toda Europa y alrededor del mundo, sin que nadie parezca que pueda o quiera remediarlo.

En cualquier caso, 12 meses después estamos prácticamente donde estábamos hace un año, pero evidentemente unos mejor posicionados que otros.

De la situación política se puede hablar hasta perder el conocimiento, pero tampoco hay que aburrir y menos en época navideña, donde quien más quien menos, todos intentamos no meter el dedo en la llaga y tener la fiesta en paz.

Cierto es también que los fondos europeos, que no son infinitos, tienen mucho que ver con eso, pero los guarismos en todo caso son buenos

En cuanto a la economía, pues tampoco han cambiado mucho las tornas, eso sí, el análisis depende obviamente de quién lo haga y de “la ingeniería financiera” que le aplique.

La macroeconomía, y eso es indiscutible va bien. Los indicadores dejan claro que España está tirando de Europa con muy buenas cifras. Cierto es también que los fondos europeos, que no son infinitos, tienen mucho que ver con eso, pero los guarismos en todo caso son buenos.

Otra cosa es qué pasa cuando nos alejamos de las grandes cifras y nos acercamos al bolsillo de los ciudadanos. Aquí la foto no sale tan bonita. De hecho cada vez para más gente la situación es más precaria. Este año, ha sido tristemente, el año de mucha gente que trabajando no llega a final de mes. Un drama al que hay que ponerle solución. Un drama que afecta sobre todo a jóvenes que se ven en la necesidad de encadenar trabajos diferentes por horas sin que el resultado final sea el óptimo.

El 2025 que termina nos deja un fantasma que asusta, que impone y que está condicionando la vida de muchísima gente: la vivienda.

Un drama que afecta sobre todo a jóvenes que se ven en la necesidad de encadenar trabajos diferentes por horas sin que el resultado final sea el óptimo

Si tenemos que poner el principal problema que nuestra sociedad tiene en este momento en un ranking, el de la falta y la carestía de la vivienda lo encabezaría para un porcentaje importante de ciudadanos. La angustia por acceder a una vivienda, por cierto un derecho reconocido en el artículo 47 de la Constitución, afecta a cada vez más personas que se ven literalmente en la calle.

Este gran problema tampoco es nuevo pero el paso del tiempo, lejos de aminorarlo, lo maximiza. Las políticas de vivienda que se han aplicado históricamente, nos dejan un mapa de situación de difícil reconstrucción en el corto plazo. Lo padecemos desde hace décadas y ahora nos arrastra sin que haya solución.

A las puertas de 2026, tenemos por delante 365 días para implementar en lo político, en lo económico, en lo social, y por supuesto en lo personal, nuevos proyectos y nuevas actuaciones.

Ya lo saben, hacerlo bien implica establecer objetivos alcanzables y medibles. Esa es la clave. Todo lo demás aboca al fracaso y hace que los balances salgan con sabor añejo que es bueno para los vinos pero casi nunca para otras cuestiones.