Mercedes Vitoria-Gasteiz
La teoría capitalista tiene en común con el resto de corrientes políticas y económicas, que en teoría funciona casi a la perfección, pero a la hora de aplicar sus presupuestos, la realidad es tozuda y se impone.
Los neoliberales –también en Euskadi- han gozado de un contexto favorable durante años y el crecimiento que teorizaban ha sido importante –con claras y profundas crisis- desde la IIGM. En las últimas décadas, ese crecimiento se volvió más agresivo, menos respetuosos con el medio ambiente y más desigual, pero en la economía global, las cuentas eran favorables.
Pero la realidad, como ya he dicho es tozuda y mientras los capitalistas vascos gozaban de libertad, en la otra parte del mundo un país, posiblemente el país más importante de la historia, reconvertía su modelo económico en capitalismo de estado.
China llena los mercados con productos tecnológicos capaces de competir con las caras tecnologías occidentales
China empezó a invertir todo el conocimiento que había generado y adquirido de las potencias europeas y americanas durante siglos en fortalecer su industria, primero llenando los mercados de productos baratos y más tarde tecnificando sus sectores y añadiéndoles un importante valor agregado. Hoy China llena los mercados con productos tecnológicos capaces de competir con las caras tecnologías occidentales: Los ha conseguido interviniendo sus sectores productivos estratégicos como son la industria automovilística y el sector de las energías renovables. Esto ha generado desventajas competitivas, sobre todo a las industrias europeas.
Ante este hecho, la UE reacciono poniendo aranceles a los coches eléctricos chinos para paliar esa desventaja competitiva. Fueron por el camino corto que dictaba su doctrina económica sin darse cuenta de que China ya había crecido tanto que esos aranceles eran contrarrestados con más intervención del sector.
Y entonces Europa ha negado la mayor. El sector de los eléctricos europeos no es competitivo, ya que no tienen el nivel de tecnificación china y son más caro, pero los 27 han decidido relanzar el sector del motor de combustible el cual está en retroceso a nivel global.
Esta ha sido la respuesta europea a la estrategia económica y comercial china: aranceles y apostar por sectores en retroceso.
Por el contrario, y paradójicamente, el otro gran actor capitalista, EEUU. Ha optado por un camino, en principio, contrario a los dogmas neoliberales. Ya con Biden, los americanos decidieron apostar por las energías renovables en una de las zonas económicas más deprimidas de su geografía, el Rust Belt, antaño estandarte de la potente industria automovilística y siderúrgica americana.
Euskadi es una de las regiones europeas con mayor peso de su sector industrial del 23.7% del PIB
La tendencia a intervenir en sectores estratégicos de la economía estadounidense, lejos de apaciguarse con Donald Trump, se ha potenciado y hay analistas que ya comienzan a hablar del nuevo capitalismo de estado estadounidense y las intervenciones en Intel, MP materials, US Steel y otros sectores estratégicos con participaciones directas han puesto de manifiesto cuáles son los sectores fundamentales en su confrontación con China.
Pero, ¿Y en Euskadi, como nos afecta esto?
Euskadi es una de las regiones europeas con mayor peso de su sector industrial del 23.7% del PIB. Dicho sector, al igual que el resto del europeo, está en crisis y tiene importantes retos que afrontar.
Para ello, el Gobierno vasco ha ideado un intenso paquete de medidas que prevén la movilización de 15.900 millones de euros producto de la tan mencionada colaboración público privada.
La intención de intervenir en esos sectores es clara y el objetivo es dotar de competitividad a la industria vasca y evitar la deslocalización a través del eufemismo del “arraigo”. Sin embargo, las diferencias entre las estrategias vascas y estadounidenses son claras.
Los vascos dan subvenciones, ayudas y programas de I+D o digitalización en sectores estratégicos. Estados Unidos entra a participar directamente en las empresas.
El plan del Gobierno Vasco es ambicioso en lo económico, pero tiene muchos riesgos. El primero es que Euskadi es una parte muy pequeña de la UE y tiene una influencia limitada. Por eso pretende unirse con otras regiones industriales de la conocida Euroregion Atlántica y ganar peso en las decisiones de la UE. Aun así, las limitaciones en este terreno es clara.
Euskadi tendrá que entrar en esta nueva dinámica de la economía mundial tarde o temprano
El otro riesgo es que esta estrategia de subvenciones se puede quedar corta ante las líneas marcadas por China y EEUU en sus respectivas hojas de ruta industriales. Evidentemente, la debilidad es mayor si ni España ni Europa se implican, pero es que ni aun haciéndolo, el modelo de colaboración público-privada vasco de subvenciones y ayudas, garantiza el éxito.
Euskadi debe darse cuenta de que la teoría neoliberal ha fracasado en su aplicación y que esa colaboración público-privada se debe desarrollar partiendo de un principio: que el Estado –y Euskadi debe ser Estado en este sentido- es quien ostenta la legitimidad democrática y la visión a largo plazo y de bien común. Así nos evitaremos, por ejemplo, que, en función de los intereses de algunas empresas del sector energético, la industria vasca siga siendo tremendamente dependiente energéticamente, lo cual a lo sumo lastra la competitividad de nuestros productos en el exterior y no la tan demonizada conflictividad laboral.
Euskadi tendrá que entrar en esta nueva dinámica de la economía mundial tarde o temprano, aunque es cierto que mientras Europa no tome consciencia del problema y de la solución le seguiremos apostando a aranceles inútiles y subvenciones que nos pueden implicar un tremendo esfuerzo con escaso avance.
Mientras tanto, dos países autocráticos como China y EEUU –otra realidad que tenemos que asumir- nos seguirán quitando la oportunidad de construir un modelo económico competitivo y sobre todo democrático.