Esta semana Arnaldo Otegi ofreció una conferencia en el foro Nueva Economía en la que empezó diciendo que "hay algunos grandes empresarios vascos que abrazan el proyecto político de EH Bildu". Lo afirmó con escaso convencimiento y con el matiz de no pronunciar las palabras "votar" ni "simpatizar", seguramente porque ni él mismo se lo termina de creer. Y eso que cuando se conformó la coalición EA-Batasuna-Alternativa es muy posible que sí hubiera empresarios de la mano de Eusko Alkartasuna, hoy diluido como un azucarillo en la taza de café abertzale.
Lo que trasciende al discurso de Otegi es que Bildu es consciente de que una de sus grandes debilidades es que la población no confía en ellos para gestionar cuestiones económicas. Muchos vascos y navarros pueden simpatizar con sus planteamientos soberanistas y de izquierdas, pero son muy pocos los que creen que tanto dogmatismo sería óptimo para sus bolsillos y para su país. De ahí que el discurso de Otegi esté ahora tocando los aspectos económicos e incluso girando en ciertos asuntos donde hasta ahora solo se escuchaban argumentos "anti".
Y está habiendo sorpresas. La primera es que Bildu muestra ahora cierta disposición a que en algunos montes vascos se puedan instalar molinos de viento (...) Otegi no mencionó a Statkraft, la firma pública noruega que promueve parques eólicos en Gipuzkoa, pero su nombre se respiraba en el ambiente
Y está habiendo sorpresas. La primera es que Bildu muestra ahora cierta disposición a que en algunos montes vascos se puedan instalar molinos de viento. Otegi no dejó claro en qué supuestos se podrían aceptar pero sí que mostró cierto pragmatismo energético. Vino a decir que Euskadi consume mucha más electricidad de la que produce y que, por un criterio de soberanía, se debe abrir la mano para que haya mayor generación local.
La clave está probablemente en a quién abrírsela. Otegi no mencionó a Statkraft, la firma pública noruega que promueve parques eólicos en Gipuzkoa, pero su nombre se respiraba en el ambiente de un evento patrocinado por un competidor, Solaria, y por un semi-competidor, BBK, accionista de Iberdrola. El problema de estas compañías es que sus accionistas son privados, algo que no gusta en Bildu, donde tampoco Petronor-Repsol sería bienvenido.
¿Significa eso que el partido de Otegi solo aceptará molinos que pertenezcan al gobierno o a una sociedad pública? Probablemente sí. De ahí que el coordinador general de EH Bildu pusiera a las comunidades energéticas, que funcionan como una especie de cooperativa de vecinos, como ejemplo del modelo que defienden. En este punto va a haber, por cierto, una cierta batalla con un PNV que se ha posicionado claramente a favor de Edinor (Petronor) y Ekiola (EVE y Grupo Mondragon), dos iniciativas que tienen un toque más privado e incluso institucional.
Mazzucato, que se ha convertido en uno de los principales referentes de la socialdemocracia europea, aboga por que el Estado tenga un papel más activo en la economía y obtenga mayores beneficios por su inversión en innovación
Donde parece haber sinergias entre ambos partidos es en las referencias internacionales del modelo económico al que aspiran. Otegi mencionó e incluso citó literalmente en varias ocasiones a la economista italiana Mariana Mazzucato, la autora de 'El Estado emprendedor', a la que la Diputación de Bizkaia hizo un importante encargo hace tres años para poner en valor algunas medidas fiscales que favorecen la financiación de startups. De hecho, llegaron a circular por whatsapp varias fotos suyas tomando copas con Andoni Ortuzar en una conocida cafetería de la Gran Vía de Bilbao.
Mazzucato, que se ha convertido en uno de los principales referentes de la socialdemocracia europea, aboga por que el Estado tenga un papel más activo en la economía y obtenga mayores beneficios por su inversión en innovación. Uno de sus mejores ejemplos es el iPhone, que no habría sido posible sin el desarrollo, basado en la investigación pública en EE.UU., de Siri, el GPS e Internet. Sin embargo, los réditos del éxito de este smartphone se los lleva en exclusiva Apple, lo que resulta a su juicio injusto.
De ahí que Otegi defendiera varias veces una "política industrial emprendedora". Aunque no llegó a definir con claridad a qué se refería, sí habló de la necesidad de que el sector público lidere la innovación y de que tenga mayor iniciativa en la economía. Son principios que también ha defendido el PNV cuando ha creado, desde el Gobierno vasco, empresas como Euskaltel, Naturgas o Sarenet, todas ellas privatizadas con el tiempo una vez que el papel de la administración había perdido su sentido original. ¿Es este capitalismo del siglo XXI el que ahora defiende Bildu? Aparentemente sí. Y bienvenido sea este giro.