Así me lo preguntaba hace unos días un amigo mexicano, que vivió largo tiempo en la vieja España y se acabó haciendo adicto a nuestras pequeñas miserias políticas. Se lo repito a menudo: viviendo donde vives ¿te preocupa realmente el provincianismo de esta esquina de Europa? “Por gusto nomás”, responde. Así que tuve que darle cuenta de qué chingados es ese escollo que se ha interpuesto como un muro en la cantada repetición de un gobierno 'indepe' en Cataluña, dispuesto a dar continuidad a la inacción del anterior y del anterior y del anterior, que de eso se trata en gran medida, de no hacer nada, es decir, nada de provecho para los catalanes en general lo que equivale a decir hacer mucho para el bolsillo de los 'aprovechateguis' del lazo.

Por el nombre se diría que este Consejo para la República es algo así como un gobierno en el exilio, y así se ha querido presentar desde que se creó, pocos meses después de que Carles Puigdemont dijera a los suyos: “mañana todos a currar” y él aprovechara el momento para instalarse en una modesta vivienda de un humilde barrio de una austera ciudad belga. La vida en el exilio es dura y exige mucho sacrificio, como saben bien los exiliados de verdad, porque en el caso presente el sacrificio se exige a los panolis que sufragan con su diezmo la Casa de la República, que es la de Puigdemont y sus secuaces.

Es ese escollo que se ha interpuesto como un muro en la cantada repetición de un gobierno 'indepe' en Cataluña, dispuesto a dar continuidad a la inacción del anterior y del anterior y del anterior

 

En principio el rimbombante Consell sirve para eso, para sacar las perras al personal. Hagan la prueba de entrar a su página web y verán que no tiene nada que envidiar al más fino 'fishing' de cualquier gran corporación comercial: 'pop up' de una invitación muy golosa para los adictos como es hacerse catalán de nacionalidad. A ver quién se resiste a hacerse catalán de verdad. Click ahí y, en efecto, ni más ni menos que todo un registro para el DNI catalán. Pongan lo que quieran, da igual. Yo he puesto que me llamo Periko y me apellido Delos Palotes, que vivo en Eritrea en calle Hahoffen y ha colado; no te hace falta ni el DNI de verdad, basta que te lo inventes porque lo importante viene a continuación y ahí ya sí no puedes inventar, te hace falta la de a de veras: tarjeta de crédito y suscripción periódica. De eso se trataba, o a ver si no quién va a pagar la modesta Casa.

Una vez que hemos pasado por caja, ya podemos informarnos sobre qué es esto del Consell. ¿Se acuerdan de aquello de artículo uno aquí mando yo y artículo dos en caso de duda aplíquese el artículo uno? Pues más o menos. El Molt Honorable Puigdemont nombra y cesa a quien le viene en gana en el Consejo de Gobierno, que es como eternizar el elegido en enero de 2016. No solamente no va con él eso de la limitación de mandatos, sino que supone que los presidentes elegidos con posterioridad a él son como sombras suyas. Hay, cómo no, una Assemblea, que por supuesto forman solo los diputados afectos al régimen (“comprometidos con el derecho de autodeterminación y a trabajar por una Cataluña independiente”). Los demás no son Cataluña, son, como yo, Eritrea o algo así. ¿Se imaginan al presidente del gobierno español convocando y haciéndole el orden del día al Congreso de los diputados? Pues así es como funciona este invento del Consell per la República: la asamblea depende de Puigdemont, de quién si no. Todo de lo más democrático, como pueden ver.

Una vez que hemos pasado por caja, ya podemos informarnos sobre qué es esto del Consell. ¿Se acuerdan de aquello de artículo uno aquí mando yo y artículo dos en caso de duda aplíquese el artículo uno? 

¿Y este “Napoleonsito” no tenía otro pinche lugar al que ir más que Waterloo?, preguntaba mi compadre. Aunque ya quisiera Puigdemont tener ni media torta de Bonaparte en cuanto a pensar el Estado, se entiende que el símil sale casi solo. Desde allí es que el expresidente utiliza ese artefacto del Consell para intentar lograr lo que las urnas le han negado a su partido. Junts, que es como se ha camuflado el partit del tres percent -bajita la mano, como diría mi cuate-, ha quedado en un humillante tercer lugar en la cita electoral que está ya casi por expirar, pero eso nunca ha sido un problema para Puigdemont y Cía.

Lo mismo que se da por válida y perfectamente democrática la payasada de octubre de 2017, se puede exigir que la política catalana no la dirija el resultado de las urnas sino el Consell, que para eso está. Aquel papelucho manuscrito de mala manera que firmó el portavoz de ERC, Sergi Sebrià, en el que se comprometía a no pactar con el PSC, fue el lazo (amarillo siempre) con el que desde Waterloo ataron las manos de Pere Aragonès y Oriol Junqueras. Y mira que Junqueras parecía listo.

Lo mismo que se da por válida y perfectamente democrática la payasada de octubre de 2017, se puede exigir que la política catalana no la dirija el resultado de las urnas sino el Consell, que para eso está

Aragonés dice que no quiere ser la sombra de Puigdemont, que él no está hecho de la pasta de Quim Torra, pero es que nadie en Junts le ha preguntado lo que quiere ser porque ya lo pone negro sobre blanco en el reglamento del Consell: manda Puigdemont. Eso o pactar con el PSC, pero hay un pequeño problema y es que dicho partido fue el más votado por los catalanes. Al napoleoncito de Waterloo eso le trae sin cuidado, pero no así a Comuns y PSC, vía cerrada. Así que a tragar o elecciones: para eso sirve el Consell. Yo diría que tragará.