Denunciaba hace unos días Covite cómo en un reciente torneo de 'bertsos' varios de los participantes dedicaron sus composiciones a los presos de ETA. Uno de los bertsolaris los señalaba como "víctimas de la crueldad y la venganza". Otra remarcaba el temor, no sabemos si real o imaginario, a que dos reclusos que están en tercer grado vuelvan al segundo y, por ello, entren de nuevo en prisión. Ambos, por supuesto, se referían a ellos como "presos políticos".

Repetir lo obvio se antoja necesario pero también inútil. No perderemos aquí el tiempo, que eso no nos sobra, en explicar por qué los reos etarras no son "presos políticos". Tampoco intentaremos convencer a los fanáticos de que la defensa o la justificación de ETA es un oprobio para cualquier mente sana. Ni siquiera mencionaremos otras muchas formas de legitimación del terrorismo que todavía nos circundan y humillan. Pero, eso sí, conviene lanzar algunas preguntas. 

¿Por qué siempre hay 'bertsos' para los presos de ETA? ¿Por qué en cualquier manifestación cultural en euskera, de la reciente Azoka de Durango a la korrika de cada dos años, hay colectivos que aprovechan para reivindicar la memoria o los derechos o "la lucha" o la "amnistía" de personas que han sido condenados por tan terribles crímenes? ¿Por qué hace un año tantos escritores en lengua vasca firmaron aquel manifiesto en defensa de todo un gerifalte etarra como Mikel Antza? ¿Por qué en cualquier partido de pelota mano, y más aún si el duelo es relevante, se escuchan cánticos o se leen pancartas que recuerdan a los presos etarras? 

Puede responderse, claro está, que defender los derechos de los reos, pedir la justa aplicación de las leyes penitenciarias o exigir el final de la dispersión -una justa reivindicación, por cierto- no convierte a quienes demandan estas cuestiones en terroristas o en cómplices o en apologetas del terrorismo. Obvio. Cualquiera tiene derecho a defender las causas que prefiera. Lo llamativo del asunto es cómo esas mismas personas de la cultura vasca nunca o casi nunca muestran el mismo apoyo, la misma comprensión o la misma empatía para con las víctimas de ETA.  

Nunca hay 'bertsos' para los que padecieron el terrorismo. Ni 'bertsos' ni reivindicaciones ni manifiestos ni cánticos. Qué bonito, qué compasivo y qué bueno para la convivencia sería escucharlos. Que difícil y qué lejano parece. Con tanto olvido y tanta mentira, sean en el idioma que sean, seguirán creciendo el dolor y la injusticia en Euskadi.