La Ley de Educación del País Vasco se ha convertdo en un embrollo político y social. Lo que hace unos meses, cuando lo firmaron cuatro partidos tan dispares como PNV, PSE, Bildu y Podemos, parecía un éxito colectivo está mutando, poco a poco, en un fracaso. Porque cada vez son más y mayores las diferencias entre los implicados en sacar adelante esta legislación.

Aunque finalmente pudiera alumbrarse un acuerdo para sacar adelante el texto, lo cierto es que, como era fácil de vaticinar, esta cuestión se ha convertido ya en la principal disputa entre los partidos antes de las elecciones municipales y forales del próximo mayo. ¿Qué está pasando exactamente? Aquí siguen algunas claves para intentar entender qué ocurre. 

1. Agentes educativos vs partidos. El principal motivo del conflicto que ya ha vivido su primera huelga es que lo acordado entre los partidos no convence a los agentes educativos. Los sindicatos nacionalistas, varias plataformas en defensa de la escuela pública o las ikastolas consideran que el borrador para la nueva Ley de Educación no es adecuado pese a que las formaciones políticas alcanzasen un acuerdo que se calificó de histórico.

También Podemos se desmarca del pacto pero porque acusa al Ejecutivo vasco de incumplirlo. Sin embargo, no todos están de acuerdo en qué es lo que falla.

El consejero de Educación, Jokin Bildarratz / Parlamento Vasco

2. Lo público vs lo concertado. Las principales críticas a la futura legislación tienen que ver con dos asuntos. El primero de ellos es que al decir de esos agentes críticos esta Ley servirá para dar prevalencia a la escuela concertada frente a la pública. Algo que desmienten desde el Gobierno vasco, como evidenció el propio lehendakari, Iñigo Urkullu, con su anuncio del pasado viernes en sede parlamentaria sobre que las concertadas tendrán que publicar por qué cobran sus cuotas. 

Una plataforma en defensa de la escuela pública ya movilizó a miles de personas en Bilbao el pasado noviembre. Asimismo desde Podemos, que acudió a dicha marcha, aseguran que el principal problema de la educación en Euskadi es la segregación en las aulas y, a su juicio, el Ejecutivo vasco está tracionando el espíritu del acuerdo primigenio para favorecer a la concertada que para los morados fomenta dicha segregación

3. A vueltas con el euskera. La otra gran controversia de la Ley tiene que ver con el papel del euskera en la educación vasca. De todos los partidos Bildu era el único que apostaba por un modelo de inmersión lingüistica total que sustituyera a la antigua fórmula de los modelos diferentes según el idioma.

En el pacto de la pasada primavera se acordó que el euskera sería el eje central de la educación pero con libertad de cada colegio para desarrollar su propio modelo lingüistico según su realidad sociolingüstica. Algo que Bildu aceptó a regañadientes. Ahora, las ikastolas, Kontseilua y los sindicatos nacionalistas ELA, LAB y Steilas apuestan por un papel preponderante del euskera como lengua vehicular.

Cuando Urkullu se preguntaba esta semana qué se escondía tras la huelga del pasado miércoles, organizada por dichos sindicatos, muchos entendieron que se estaba refiriendo a que Bildu, por su cercanía a dichos colectivos, era quien movía los hilos de estos paros en las aulas

4. ¿Huelgas antes de tiempo o para meter presión? La citada huelga de esta semana y la prevista para el próximo 14 de diciembre han generado un profundo malestar en el Gobierno vasco. Tanto el consejero de Educación, Jokin Bildarratz, como otros portavoces del PNV y el PSE comparten la misma tesis: estas protestas no tienen sentido porque todavía no existe el texto de la nueva ley educativa

Es cierto que no existe el texto, porque por ahora sólo está el borrador acordado por los partidos del que salió un anteproyecto de ley que ahora mismo se está elaborando en el Parlamento vasco. Falta terminarlo porque todavia está abierta la fase de alegaciones de los diferentes agentes que deseen hacer sus propuestas, entre ellos los grupos críticos citados. Y después, como es preceptivo, llegará el trámite de enmiendas en la Cámara autonómica. 

Manifestación en Bilbao durante la huelga de la educación pública / Europa Press

Para el Ejecutivo de Urkullu, como ya se ha dicho, las protestas no tienen sentido y solo buscan presionar. Para los críticos es hora de protestar porque si no, después puede ser demasiado tarde. 

5. No es posible que todos estén contentos. Si algo ha quedado demostrado tanto por la dificultad pretérita del pacto entre partidos como por las críticas actuales de tantos colectivos es que es imposible que todos estén satisfechos y de acuerdo con la nueva Ley de Educación. Los intereses y demandas de unos y otros son sencillamente incompatibles. 

Así las cosas, el Gobierno vasco, cuyos partidos, PNV y PSE, gozan de una cómoda mayoría absoluta, tiene que elegir qué hace con el texto en el Parlamento. O, dicho de otra manera, tiene que decidir si ratifica lo que firmó con otros partidos o si rectifica. Igualmente, los partidos de la oposición tienen que pensar si siguen en el pacto educativo o si toman otro rumbo. La solución, en todo caso, no se antoja sencilla. Este embrollo es cada vez más complejo.