Invierno y piscina cubierta en casa

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Invierno y piscina en casa: cómo conservar el agua y evitar averías

Limpieza previa, tratamiento químico, filtración mínima y uso de cubiertas para piscinas para reducir consumo, ganar seguridad y llegar a la primavera con el vaso listo para el baño

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Cerrar la piscina en invierno no significa olvidarse de ella hasta la próxima temporada. En un contexto de episodios de sequía y precios de la energía inestables, la forma en que se gestiona una lámina de agua durante los meses fríos tiene impacto directo en el bolsillo y en el consumo doméstico.

Prepárate para el invierno

Las soluciones actuales pasan por un buen invernaje del vaso y por sistemas físicos de protección que permiten conservar el agua y prolongar el uso recreativo más allá del verano, como las cubiertas para piscinas, que actúan como barrera térmica, de seguridad y frente a la suciedad.

Los especialistas en mantenimiento de Cupoola coinciden en que "el primer objetivo del invernaje es conservar el agua en buenas condiciones hasta la primavera. Mantener el vaso lleno, con los parámetros ajustados, evita tener que vaciar y rellenar miles de litros cada año, con el coste económico y ambiental que eso implica. Un invernaje correcto permite reutilizar la misma agua durante varias temporadas, siempre que el tratamiento químico y la filtración se mantengan dentro de los márgenes recomendados".

Limpieza y equilibrio químico

El proceso comienza con una limpieza a fondo. Antes de que la temperatura del agua baje de forma drástica, conviene cepillar paredes y fondo, aspirar sedimentos, vaciar cestos de skimmer y revisar el prefiltro de la bomba. Algunas guías técnicas sitúan este trabajo en el momento en que el agua desciende por debajo de 15 grados, ya que el riesgo de proliferación de algas disminuye de forma notable y el tratamiento de invierno resulta más estable. A partir de ahí, cualquier resto orgánico que quede en la piscina se convierte en un foco de suciedad innecesario.

El siguiente paso se juega en el equilibrio químico. Regular el pH, realizar una cloración de choque y añadir un producto invernador específico permite mantener el agua transparente durante meses, siempre con un apoyo mínimo de filtración. Fabricantes y empresas de tratamiento aconsejan mantener la depuradora en marcha entre media hora y dos horas al día en invierno, según el volumen del vaso, para garantizar la circulación y evitar estancamientos en tuberías y equipos. Esa rutina discreta marca la diferencia cuando llega la primavera y se retira la protección.

Casos particulares

En climas con heladas, el invierno plantea otros riesgos. Las guías de los fabricantes recomiendan situar el nivel del agua por debajo de los skimmers y vaciar parte del circuito si se prevén temperaturas muy bajas, con el fin de evitar roturas por congelación en tuberías, filtros y bombas. En zonas costeras o con inviernos suaves basta con vigilar que no se formen bolsas de hielo y con proteger válvulas y elementos exteriores más expuestos al frío y a la lluvia.

La protección física del vaso se ha convertido en una pieza central de esta estrategia. Las cubiertas fijas o móviles, especialmente en formatos que cierran todo el perímetro, reducen de forma drástica la entrada de hojas, polvo e insectos, lo que se traduce en menos horas de limpieza y en una menor demanda de productos químicos. Diversos estudios sobre evaporación en piscinas coinciden en que una cubierta adecuada puede disminuir las pérdidas de agua por contacto con el aire en porcentajes muy elevados, con referencias que sitúan esa reducción por encima del 70% en condiciones normales de uso e incluso superiores en sistemas de alta calidad.

Cómo controlar la temperatura y evitar disgustos

La dimensión energética también pesa. Al limitar el intercambio de calor con el exterior, la cubierta ayuda a conservar la temperatura del agua, algo relevante en viviendas que utilizan bomba de calor o sistemas solares para templar la piscina. Fabricantes especializados señalan aumentos de varios grados en el agua bajo cubierta, lo que abre la puerta a baños puntuales en días soleados de otoño o finales de invierno, sobre todo en zonas de clima templado. Esa posibilidad cambia la percepción tradicional de la piscina como espacio estrictamente estival.

En el ámbito doméstico, la seguridad se ha situado al mismo nivel que el confort. Las cubiertas que soportan carga y cierran la piscina con sistemas de bloqueo actúan como barrera frente a caídas accidentales de niños y mascotas, una preocupación recurrente en viviendas unifamiliares. Informes del sector describen dispositivos que se mantienen en contacto con el agua y que impiden el acceso sin supervisión, con diseños que cumplen normativas específicas en materia de seguridad. Este componente reduce la ansiedad asociada a tener una lámina de agua sin vigilancia durante meses.

Conclusión

Con un calendario de mantenimiento modesto, pero constante, el invierno se convierte en una fase útil del ciclo de la piscina y no en un paréntesis problemático. La combinación de limpieza previa, tratamiento químico ajustado, filtración controlada y protección mediante cubierta permite llegar a la primavera con el agua en condiciones, los equipos en buen estado y un consumo de recursos sensiblemente menor que el de una apertura improvisada cada año. Para los propietarios, supone menos trabajo cuando suben las temperaturas y una gestión más racional de un espacio que forma parte del hogar durante todo el calendario, también cuando fuera de la piscina el frío marca la pauta.

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