Sociedad

13 de julio de 1997, asesinato de Miguel Ángel Blanco: el 'gatopardo' de la lucha social contra ETA

El asesinato del concejal popular de Ermua, tras dos días secuestrados, provocó un reacción social contra el terrorismo sin precedentes que sí marcó el rumbo de ciertos giros políticos que se dieron en los años posteriores

13 julio, 2021 05:00

Fueron días de nervios, desconocimiento, dolor, sufrimiento, desgarro, impotencia, ira, incomprensión... ETA había secuestrado a un concejal popular de Ermua y daba un plazo de 48 horas al Gobierno para que acercara a todos los presos de la organización terrorista a cárceles vascas. Si no lo hacía en ese plazo, asesinarían al jovel edil de 29 años. Era el 10 de julio de 1997. Dos días después, el 12 de julio, al Ejecutivo no cedía al chantaje y ETA cumplía su promesa con dos disparos en la nuca de Miguel Ángel Blanco. El despliegue de las fuerzas y los cuerpos policiales para localizarlo fue muy grande pero no lograron dar con él antes de esa fecha. Fueron dos personas quienes dieron él por el campo de Azokaba, lugar al que la banda lo había llevado encerrado y atado en el maletero de un coche. Aún estaba vivo y lo trasladaron al hospital, pero no pudieron hacer nada por su vida y fallecía la madrugada del 13 de julio de 1997.

Las muestras de identificación y solidaridad con el concejal secuestrado y con su familia se repartieron por todos los rincones del país. La sociedad se levantó, como nunca antes, frente al miedo y frente al silencio y con una fuerza nunca vista antes. La manifestación para pedir la liberación de Blanco fue abrumadora. Miles de personas abarrotaron Ermua, una localidad de 17.000 habitantes, exigiendo a ETA la libertad del edil. "¡A ETA no le va a salir gratis!" Sentenciaba el alcalde de la localidad, Carlos Totorika que se tomó el secuestro de Blanco como un pulso a ETA y creía que Ermua lo aguantaría.

Reacción contra el terrorismo sin precedentes

Al día siguiente, el 11 de julio, España amanecía cubierta de lazos azules como símbolo de la libertad y de rechazo al chantaje de ETA por el secuestro. Las fuerzas de seguridad seguían peinando Euskadi, fundamentalmente en el radio de una veintena de kilómetros que une las localidades de Ermua, y en el resto del país sucedían distintas concentraciones junto a los ayuntamientos de toda España. Las concentraciones que se extendieron toda la noche con velas encendidas y vigilas en silencio para reivindicar la liberación del concejal.

La población de Ermua se convirtió, a raíz de los hechos, en un símbolo de la lucha antiterrorista y el rechazo popular a la violencia. No solo porque fuera la localidad de origen de Miguel Ángel Blanco, sino por la respuesta multitudinaria de sus habitantes contra las acciones de ETA. Los carteles con el mensaje "Miguel, te esperamos" empapelaron la ciudad. Era el "espíritu de Ermua". La solidaridad se extendió a todo el país. El 12 de julio, pocas horas antes de que finalizara el ultimátum y Blanco fuera asesinado, las manifestaciones se sucedieron por las principales ciudades. Bilbao vivió su mayor concentración de personas hasta la fecha, con más de centenares de miles asistentes que transitaron sus calles en un silencio condenatorio. Al frente, todas las fuerzas políticas excepto Herri Batasuna. En Madrid, los ciudadanos se congregaron en la Puerta del Sol a grito de "¡ETA, escucha, aquí tienes mi nuca!".

Finalmente, el desenlace fue el peor de los posibles. Cuando Totorika pronunciaba desde el balcón del Ayuntamiento de Ermua la frase "Miguel Ángel ha sido asesinado", la sociedad se quedaba desgarrada y completamente rota. Desde ese momento, más de dos millones y medio de personas salían a la calle en toda España para condenar el asesinato del joven concejal. Aquel trágico episodio de la historia del terrorismo y de la historia de Euskadi y de España, provocaba una reacción social de tal magnitud solo comparable con otros hitos históricos muy concretos. Ninguno en relación a la lucha contra el terrorismo. Algo así no volvía a repetirse en la sociedad vasca, ni española, y eso que desde aquella fecha ETA siguió matando. En concreto a 66 personas más.

Escena de las manifestaciones en Ermua, en las que el pueblo clamó por la liberación de Miguel Ángel Blanco. / Atresplayer Premium

Escena de las manifestaciones en Ermua, en las que el pueblo clamó por la liberación de Miguel Ángel Blanco. / Atresplayer Premium

Un "momento de locura"

La historiadora Irene Moreno, conoce bien los movimientos sociales que hubo contra el terrorismo y los trata en su tesis 'Movilizaciones por la paz en el País Vasco'. Ella explica como el 'Espíritu de Ermua' solo es comparable con manifestaciones que hubo tras el golpe de estado, después del atentado del 11M y las de 'No a la guerra' en 2003 y 2004. Siempre se hace referencia al asesinato de Miguel Ángel Blanco como un antes un después pero, sin embargo, según lo que ella ha podido estudiar, lo que ocurría responde a lo que denominan un "momento de locura". "Ortega Lara había sigo rescatado 10 días antes, ya eran muchos los secuestros, surgió el lazo azul, el movimiento de las manos blancas... todo eso, unido al trabajo previo muy importante hecho por Gesto por la paz y la enorme cobertura mediática, hizo que todo estallara. La sociedad vasca sentía que no podía más y no estaba dispuesta pasar otra vez por lo mismo", detalla Irene Moreno.

El pueblo de Ermua sentía que pidiendo a ETA que liberaran a su vecino, lo iban a conseguir, había un cierto "halo romántico" de pensar que si el pueblo se lo pedía, los terroristas iban a escucharlos, pero esto a ellos nada les importaba. Moreno explica como mantener reacciones tan potentes como estas desde la sociedad es algo muy difícil de mantener en el tiempo, porque a la gente le cuesta manifestarse y todos los factores que se dieron con Miguel Ángel Blanco, nunca volvieron a darse. Además, la historiadora explica como en cierta manera se pierde el miedo porque la violencia también va perdiendo intensidad.

En paralelo, comienza a haber una mayor respuesta institucional y aquí es donde Irene Moreno si ve cierto "punto de inflexión" puesto que cambiaron ciertas posiciones políticas frente al terrorismo.

Manifestación en Madrid para pedir el final del secuestro de Miguel Ángel Blanco.

Manifestación en Madrid para pedir el final del secuestro de Miguel Ángel Blanco.

La "puesta de largo" de la división entre el constitucionalismo y el nacionalismo

El 12 de septiembre de 1998 se suscribía el acuerdo que suponía un antes y un después en el panorama político vasco que abría una profunda herida entre nacionalistas y constitucionalistas. PNV, EA e Izquierda Unida firmaban un acuerdo con Herri Batasuna en el que se proponía una negociación sin límites ni condiciones y un cese permanente de toda las expresiones de violencia. La banda terrorista decretaba una tregua indefinida de catorce meses. Tregua que rompía a finales de 1999.

Fernando Buesa se convertía en la antítesis del nacionalismo de ese acuerdo y fue la persona que más se opuso a él y fue precisamente su asesinato, en febrero del año 2000, que demostró la brecha social que había en Euskadi. El acuerdo de Estella establecía una línea de separación que terminó afectando hasta lo más ordinario y común de la vida cotidiana de los vascos. O estabas en un lado, o estabas en el otro. Algo que quedaba más que latente en las tres manifestaciones que hubo por el asesinato del portavoz socialista.

El doctor en Sociología y profesor de la UPV/EHU, Imanol Zubero, explica como tras la muerte de Blanco, se generan dos espacios políticos que se llevaron mal durante muchos años como fueron el constitucionalismo y el nacionalismo, y concretamente, la firma de ese pacto de Estella fue la "puerta de largo" de dicha división. "Se rompe el pacto de Ajuria Enea en 1998 y llega el de Lizarra. Vemos también aquel abrazo en el Kursaal entre el PP y el PSE. Habían sido unos años muy agitados, nunca había sido fácil coexistir políticamente en Euskadi, y esos consensos que se habían ido dando años atrás desde 1986 saltaron por los aires a raíz del asesinato de Blanco" detalla Zubero.

Desde el punto de vista social, para él problema de la sociedad vasca no ha sido nunca el miedo, sino la "cotidianeidad, la normalidad o la coexistencia" con esos actos terroristas. "Fue un hecho que no es asimilable a nada. Incluso la escenificación de ETA con esa especie de corredor de la muerte, es algo que no se repite. Fueron muchas horas de incertidumbre, frustración y emociones y al final las formas de protesta saltaron por los aires. Pero la vida cotidiana al final se come a la sociedad y expresiones así son insostenibles en el tiempo", recuerda Imanol Zubero.

Firma del Acuerdo de Estella

Firma del Acuerdo de Estella

El PNV "se asustó"

Para Consuelo Ordóñez, hermana del también asesinato por ETA Gregorio Ordóñez y presidenta de Covite, la muerte de Miguel Ángel Blanco sí fue en cierta manera un punto de inflexión, pero no llegó a ser lo que pudo haber sido: "el principio del fin del esta derrotado con el estado de derecho". Ordóñez recuerda como su hermano creía en que la clave para terminar con ETA era la rebelión de la ciudadanía, con la política detrás. Para ella, sí esa reacción tan masiva no se mantuvo fue porque "el PNV se asustó" ante la magnitud de la movilización.

"Los nacionalistas tienen mucha responsabilidad en que ETA perdurara, tenían tanto miedo a la unidad y generaron esa división en la sociedad civil. Los partidos políticos tienen mucho poder y al PNV políticamente le interesaba que hubiera una sociedad dividida", considera Consuelo Ordoñez. Ella está convencida de que si esto no hubiera ocurrido, el Estado de derecho hubiera acabado mucho antes con el terrorismo tras el asesinato de Blanco, sin tener que esperar al "final de ETA negociado" que han pagado las víctimas con la "impunidad" de los responsables de esta violencia.