El momento más esperado del año ya está aquí. El Tour de Francia empieza desde Euskadi este sábado. La carrera ciclista más importante del mundo supone una enorme oportunidad para la comunidad. El deporte en sí mismo, el negocio redondo que genera y el interés político parecen coaligarse para este momento que sus defensores tachan de histórico.
La imagen pudo verse en el Centro de Prensa y Oficina Permanente del Tour de Francia, ubicado en el Bilbao Exhibition Centre (Barakaldo). Allí estaban el lehendakari, Iñigo Urkullu, el director general de la carrera gala, Christian Prudhomme, y otros representantes políticos como el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, y la futura diputada general de Bizkaia, Elixabete Etxanobe.
La inversión y el beneficio
Simbolizaba esa imagen quizás mejor que cualquier otra cosa ese maridaje citado entre la cosa pública, la prueba deportiva y la derivada económica. Las instituciones vascas, como ya informó este diario, han invertido 12 millones de euros y esperan unos beneficios que ronden los 120 'kilos', que se lograrán sobre todo para el turismo y la hostelería. Pero, más allá del dinero, el Tour es sobre todo un escaparate para que Euskadi se muestre ante el mundo.
La carrera, que pasará por las tres capitales vascas, va a generar (ya está generando) fuertes afecciones del tráfico. Algo que, además, ocurre en plena operación salida del verano. Pero nada parece importar por la causa del Tour. Todas las instituciones llevan semanas publicitando, impulsando y defendiendo la carrera. Tour, más Tour y más Tour. Para los aficionados al ciclismo y para los que no lo son.
Protestas y política
Es, como ya se ha dicho, una cita que el Gobierno vasco y las diputaciones tienen marcada en amarillo desde hace meses. Claro que la tremenda relevancia que se vende sobre el Tour tiene su anverso en forma de protestas que amenazan el discurrir de la carrera. Abundan las dudas sobre el dispositivo de seguridad pero parece, en todo caso, que el conflicto en la Ertzaintza no llegará a mayores durante el evento.
Lo que sí va a visualizarse durante la carrera es la impronta política del nacionalismo vasco. Como ya informó Crónica Vasca, tanto las propias instituciones como determinados colectivos independentistas -la plataforma Gure Esku Dago y Bildu, para más señas- van a aprovechar la cita deportiva para lanzar sus proclamas. Unos para exhibir la bandera -miles de ikurriñas repartidas-, otros para pedir el derecho de autodeterminación y otros para exigir directamente la independencia. Algo que casi resulta lógico, por otra parte, en una comunidad donde los partidos nacionalistas copan el 65% de los votos.
El Tour, en cifras
Más allá de los intentos de politizar la carrera, lo cierto es que el Tour de Francia es una prueba con unas cifras mareantes. Ahí están las 4.500 personas que mueve entre organización, equipos, seguridad, medios de comunicación, patrocinadores, colaboradores… O la acreditación de 1.800 periodistas de televisión, radio y prensa, pertenecientes a más de 600 medios.
Como informa el propio Gobierno vasco, cada día 180 camiones son necesarios para transportar todos los elementos que componen la logística de la carrera. A ello hay que añadir otros 150 vehículos de la caravana publicitaria. Y es que el desfile que precede a la carrera consta de 10 kilómetros y tiene una duración de unos 30 minutos.
En dicho desfile participan casi 500 animadores y animadoras, hay 55 personas encargadas de su seguimiento y cuenta con 120 responsables de logística y mecánica. La difusión de la carrera a nivel internacional también va en consonancia. Porque la carrera se emite en 190 países. En 2022 alcanzó los 150 millones de telespectadores solo en Europa.
Se trata, en suma, de un espectáculo deportivo incomparable, sí, pero en el que el negocio y la política son partes fundamentales.