A menos de 24 horas para las elecciones vascas, la atmósfera política está cargada de expectativas y responsabilidades cívicas. Con un total de 1.795.206 electores vascos llamados a las urnas, este momento representa una oportunidad crucial para moldear el futuro de la región. Es fundamental recordar la importancia de ejercer el derecho a voto, ya que cada papeleta es una voz que contribuye al destino colectivo. Concretamente, tras las últimas elecciones autonómicas en 2020, donde se registró la participación más baja de la historia en unas autonómicas, el llamado a la acción cobra aún más relevancia.
El proceso de voto por correo finalizó el pasado jueves 18 abril y según adelantó Correos, la participación ha descendido un 53,9% menos respecto a las 125.263 solicitudes presentadas en las anteriores elecciones autonómicas celebradas el 12 de julio de 2020, durante la pandemia, y un 10,6% más respecto a las 52.188 de las elecciones autonómicas del 25 de septiembre de 2016. Es por ello, que los ojos están puestos en la participación ciudadana, un aspecto crucial para la salud democrática.
¿Cuál es el municipio dónde menos votan los vascos?
A horas de conocer el nuevo Parlamento vasco y recurriendo a los datos de las elecciones de 2020, cabe destacar que, según los últimos datos proporcionados por el Gobierno vasco, Bernedo, ubicado en la provincia de Álava, se sitúa en el punto más bajo en cuanto a participación electoral, con un preocupante 42,12%.
Bernedo no está solo en esta tendencia. Otros municipios vascos también luchan con cifras de participación que están por debajo del promedio regional. En Bizkaia, Etxebarri marca un 46,58%, mientras que, en Gipuzkoa, Hernialde registra un 44,54%. Estas cifras revelan un desafío común en varias comunidades locales: el compromiso cívico de sus ciudadanos.
Ante esta situación, las autoridades locales y regionales han intensificado los esfuerzos para fomentar la participación electoral. Se están implementando diversas estrategias, desde campañas de concienciación hasta iniciativas de educación cívica, con la esperanza de revertir esta tendencia preocupante.
La baja participación no solo plantea interrogantes sobre la vitalidad de la democracia local, sino que también puede tener un impacto significativo en los resultados de las elecciones y, en última instancia, en la representación y la toma de decisiones en la región.
A medida que se acerca el día de las elecciones, el llamado a la acción se hace más urgente. Se espera que tanto los líderes políticos como la sociedad civil redoblen sus esfuerzos para garantizar que todas las voces sean escuchadas y que la democracia en Euskadi continúe siendo fuerte y vibrante.
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