Bitelchús Bitelchús / Fotograma

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Cultura

Bitelchús Bitelchús

Todo es divertido, todo está logrado y el equilibrio entre ejercicio sentimental y propuesta novedosa es, sencillamente, espectacular

6 septiembre, 2024 05:00

Tim Burton lo ha logrado. Así de sencillo. En una época en la que triunfa el pastiche, la hibridación, la secuela y la saga, muchos reconocemos que miramos con recelo el anuncio, hace más de dos años, de que el director volvería sobre el personaje que le lanzó a la fama. Sin embargo, lejos de plegarse a lo fácil y la fórmula, el director que ha hecho de su rareza su seña de identidad, su virtud y su verdad, ha vuelto sobre la propuesta de algunas de sus películas más estimulantes como “Eduardo Manostijeras”, “Ed Wood” o “Big Fish”. Quizá por eso funciona tan bien, porque hay más en ella de “La novia cadáver” que de “Dumbo”, “Alicia” o “Charlie y la fábrica de chocolate”, los batacazos que lo perdonamos. Y es que a Tim Burton hay que perdonárselo todo. Hasta lo malo.

Era 1988 cuando el director californiano estrenaba “Bitelchús” (Beetlejuice, en versión original) en la que un matrimonio de fantasmas encargaba a un fantasma especializado en asustar mortales que ahuyentara a los nuevos propietarios de la casa victoriana en que ellos vivieron. Esta comedia de terror no fue muy entendida en su momento y no pasa nada por reconocer a que a muchos no nos dijo gran cosa. Fue una peli loquísima que funcionó mejor en Estados Unidos que en Europa y que, habiendo costado 15 millones de dólares, recaudó 75. Fue el tiempo y la consecución de unos trabajos más depurados y una personalísima visión del universo “Batman” y de la animación, lo que hizo que la cinta fuera ganando en adeptos y fans. Y así fue como se convirtió en un clásico de las comedias de terror favorecido por la popularización de Halloween y la estética de los muertos y el fenómeno videoclub.

Treinta y cinco años después, Burton llama a sus amigos Winona Ryder y Michael Keaton y se obra el milagro. Y es que Ryder, que había sido el adalid del espíritu cuqui grunge en los 90 y que había vuelto al mainstream gracias a “Stranger things”, y Keaton, también de vuelta gracias a Alejandro González Iñárritu y “Birdman o (La inesperada virtud de la ignorancia)”, le dijeron que sí. Él volvería a ser el inclasificable y grimoso fantasma y ella la inusual y extraña gótica que no encajaba en ninguna parte y que podía ver fantasmas precisamente por ser rara. Se volvieron a juntar y a sus respectivas torpezas y rarezas se unieron una adorable Catherine O'Hara (la madre de “Solo en casa” y madre de Ryder en la primera entrega), una Monica Bellucci totalmente alejada de su registro habitual, desmelenada y divertida, y una Jenna Ortega oscura y rarita, perfecta en su rol de heredera natural de Ryder, que bebe -o vive- de la estela de Miércoles Adams.

Ovacionada en Venecia y esperadísima en todo el mundo, esta divertidísima secuela recupera lo mejor de la película del 88, gamberra, sin dogmatismos ni hoja de ruta, con los códigos narrativos más modernos -espectaculares efectos especiales-, y sin olvidar el espíritu libre con que su director la creó. “Bitlechús Bitelchús” es una rareza sensacional, 100 minutos de anarquía, locura y gamberrismo que nos permitirá conectar con ese espíritu noventero con que se hicieron tantas películas desde una perfecta libertad y que a muchos nos cambiaron. Quizá para siempre.